Hace unas semanas leí ‘La mentira del pueblo soberano en la democracia’ que me gustó tanto, que creo hice alguna mención del mismo. Ahora, tras la consagración del poder económico como primero de todos ellos, me siento obligado a escribir sobre el desprestigiado Poder Judicial. En esta democracia que amanecía entre ruidos de sables y ¿de togas?, cuestión revisable tras la probada veracidad de aquel “atado y bien atado”, la confusión sobre la separación de poderes del Estado es mayor, si cabe. Aunque en nuestros días, nadie se debiera desayunar sin saber que para el gran capital valen de poco las leyes y las fronteras, siempre habrá algo que precisar. A relacionar lo que es la democracia de la que nos habla el citado libro y de camino la de nuestro país nos dedicamos hoy.
Aquello de los tres poderes, de los que hablara Montesquieu en la revolución francesa, sigue siendo una antigualla a la que se alude más que se cumple. Sin embargo, parece que en otras democracias se cuidan más las formas. Aquí también se presumía de tal durante los inicios de aquella “inmodélica transición». Quedan pocas dudas de que sobre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial en casi todas partes está el Económico o capital. A éste, casi como el más útil de sus instrumentos, se le añadió el llamado cuarto poder o medios de persuasión. Otro poder con notable o renovado arraigo es también la Iglesia, que con el ejército apoya a la monarquía. Pero por aquello del “atado y bien atado”, con el paso del tiempo, se van viendo las miserias del desprestigio. Del desprestigio de los Borbones actuales y la gran mayoría de los precedentes no conviene volver. O tal vez sí, para relacionar por qué ha llegado hasta aquí este Tribunal Supremo. Quizá es que también en su momento estaba “bien atado”, pero hasta ahora no se le habían visto las ligaduras con tanta desvergüenza. Má volvamos al libro y a otros intrínguilis de la democaracia.
Emilio Gentile, autor italiano se plantea en la citada obra un análisis de la situación de la democracia en la sociedad occidental de hoy. Para ello utiliza el recurso de las autopreguntas que supone le haría quien lo fuera a leer con atención. De esa manera aborda los principales conceptos y sucesos acaecidos con relación al supuesto “poder en manos del pueblo”. En el primer capítulo trata de explicar quienes somos nosotros el pueblo y las contradicciones que el mismo ve entre lo que se dice y lo que realmente se acaba haciendo.Frente a las dudas actuales se recurre a los avances históricos. Algo que también se puede atribuir el pueblo, pero con ciertas ondiciones. Sigue hablando después hablando después de democracia triunfante y democracia enferma: una nueva vuelta a la contradicción anterior para abrir hueco a los demas personajes de la democracia. Sigue hablando de la visión que el gobernante tiene de la democracia y del pueblo. En ese terreno, habla del compromiso que a éste y a otros políticos guarden con el pueblo al que representa, por el que a veces dice jugársela.
Con la parafernalia que hoy se acaba favoreciendo la imagen del lider o ídolo, tal vez convenga halagar al ídolo del pueblo para que parezca menos comparsa de lo tiende a hacésele ser o parecer. En ese proceso o supuesto diálogo entre a ciudadanía y su representación hay varios procesos y componentes menos explíctos. Tan impotante es este aspecto que toma para explicarlo la definición que el austriaco Schumpeter hace de la democracia: “un método político, el sentido de que es un instrumento constitucional para llegar a decisiones políticas, legislativas, ad ministrativas, en base al cual ciertos indivíduos obtienen el poder de decidir a través de una competición que tiene por objeteto el voto popular”. Pese a que la democracia puede tener varios calificativos: directa, delibertaiva, participativa, oligárquica, liberal, popular y otras no deja de tener en mayor o en menor medida los ingredientes de que habla la cita. Tengamos en cuenta que en la misma no se llega a citar al pueblo soberano. No es fácil definir al demócrata en cuanto, en la lucha por el poder, se contraponen el amor a sí mismo y el amor a los demás. En ese sentido parece desable la mezcla del saber y la ingenuidad, de la utopía y la realidad, de coincidir y de discrepar. Tal vez sea un ideal al que se llega mejorando el debate, propiciando la libertad y a través de las elecciones para lograr acuerdos respetuosos y en paz. Nadia ha dicho que sea fácil, pero es posible acercarse día a día.
Lo del «ruido de sables» está demostrado que era MENTIRA. Simplemente fue una estrategia para que en España no se abriera a través de la Platajunta un periodo de libertad constituyente en el cual el pueblo eligiera libremente por referéndum, que no por plebiscito, uno si quería república o monarquía sino el TIPO de república o TIPO de monarquía. (Parlamentaria, presidencialista, prudoniana… etc).
Me apena mucho ver a una persona como a usted, a la que admiro y aprecio, llegar al punto que ha llegado en la vida TOTALMENTE engañado y confundido.
Y cuando escribe eso de ‘nuestra democracia’ a qué se refiere. ¿Cuántas definiciones de democracia hay? ¿En verdad a leído a Montequieu? ¿Distingue usted entre PODER judicial y FUNCIÓN judicial?
En España NO hay separación de poderes, hay separación de funciones, (ahí la trampa).