Hoy 21 de abril de 2017, es un día muy importante para mí. Se podría pensar que no tengo pudor, que no es el caso, que no tengo modestia, que tampoco lo es, pero de alguna manera habrá que dar las gracias aunque no se sepa cómo hacerlo o no se acierte en cómo hacerlo. Ante esta disyuntiva, he decidido hacerlo por aquí y proclamar a los vientos que nos lleven, que lo hago porque hay algo que yo amo por encima de muchas cosas: mi Colegio Santa Ana, su comunidad y todo lo que significa.

La razón es que con motivo del Día del Libro, el Colegio, entre sus actividades conmemorativas, ha decidido concederme el honor de que la Biblioteca del Centro, pase a llamarse Mercedes Rueda Fernández, un amadrinamiento Es algo de una generosidad tan grande que me es difícil pensar que no estoy en deuda, por si fuera poca la que ya atesoro dentro de mí. En un tiempo, precisamente allí, pensaba en la frase tan conocida, que se le atribuye a Mahoma, mira tú por dónde, de que en la vida hay que hacer tres cosas: “Plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo”. Esta frase menos mal que no hay que tomarla por lo literal porque yo podía plantar un árbol, escribir un libro pero no tener un hijo, o una hija. Y fue allí, en el lugar en el que planté una palmera, cuando me di cuenta de que, de alguna manera, “todos eran mis hijos/as” porque no es tanto, con serlo, traer hijos al mundo, cómo educarlos. Como dice una amiga, soy afortunada porque “los y las he disfrutado pero no padecido”. En ese sentido son mis hijos e hijas. Y los quiero realmente.

Mis días han sido diferentes y muchos de ellos, casi 12.000, los he pasado en el Colegio Santa Ana. Muchos años, 32. Muchos meses, casi 400, los he pasado dentro de la identidad del Colegio Santa Ana, que primero fueron unos barracones y después con la lucha permanente de toda la comunidad educativa y el barrio, santaneros y santaneras, se consiguió este Colegio en el que está esta Biblioteca. Un lugar de tantos recuerdos y vivencias… Muchos de esos años, 20, los he pasado dirigiéndolo, la primera mujer y hasta ahora la única que lo ha hecho. Con mucho orgullo, con mucha alegría, con muchos recuerdos de niños, niñas, maestros, maestras, padres y madres. Fueron los años de la transición educativa, de la fábrica en sus buenos años, años de vida en esta barriada cuyo centro era su colegio. Fue la democracia en la que seguí siendo yo misma contribuyendo a armar el tejido educativo de Linares. De ellos recuerdo muchas cosas, sobre todo a una niña que me dijo: “Es la primera vez que hablo con “un director” tan cerca. Y es fácil”. Nunca lo he olvidado, como aquel “te quiero” en papel de estraza, del bocadillo de un niño, colocado en el limpiaparabrisas de mi coche… No es posible olvidar ni dejar de sentir un gran amor por mi vida durante todos estos casi 40 años…

Lo que pienso es que ahora ya si puedo permanecer, que es a lo que iba el dicho del árbol. Me gusta permanecer, y lo digo claro, una maestra gusta de permanecer siempre, incluso y precisamente cuando ya no se pueda ver, porque la educación es de largo recorrido, siempre queda y porque primero se aprende y después se comprende. Y todo esto se comprenderá. Como se comprenderá que esta Biblioteca se llame desde hoy Mercedes Rueda Fernández, algo que humilde y emocionalmente agradezco de una forma total e inesperada. Este es el amor hacía mí, que va unido al amor desde mí.
Pero todo tiene su relación. Cuando me jubilé me dediqué de lleno a escribir, mi otra pasión en la vida. Novelas, cuentos, relatos, artículos, teatros… Que le hayan puesto mi nombre a un lugar tan amado también por mí como es la Biblioteca denota un gran cariño y sensibilidad. Un sitio tan emblemático, los libros, los cuentos, escribir… leer, hablar… la mejor forma de comunicarse, de entendernos. Todo esto me hace estar muy orgullosa y agradecida, nunca lo hubiera imaginado, nunca sabré cómo dar las gracias…

Por eso, cuando supe de la idea del Equipo Directivo, que supongo ha sido refrendada por mis compañeros y compañeras del Claustro, padres y madres del Consejo Escolar y pensando qué diría a todos… pensé que el motivo es mi amor por vosotros y esa utopía que es la educación. Y también por vuestro amor por mí, el que me llena, me alegra, me emociona mientras hago y haré el camino hacia el Este, el mismo camino que hice durante 32 años. Y que sigo haciendo. Un camino que nunca olvido ni olvidaré. Me es difícil pensar que no estoy en deuda con todos. Pero estoy orgullosa, me encanta haber accedido a este parentesco, ya sí.

Muchas, muchísimas gracias.