La realidad de la frase que me decía mi padre era: “Nunca se terminará de inventar una nueva manera de robar” y ha resultado ser cierto. Y si fuera para bien, que inventáramos cosas beneficiosas para la sociedad, pues sería estupendo, pero el caso es que se inventan cosas siempre para enredar, para engañar, para menospreciar y para quitarnos la tranquilidad.

Me voy a hacer eco  del artículo de mi amigo Enrique Alonso, periodista, articulista y escritor de muy buenas formas, sobre un hecho que provoca la risa y que como una mujer se ría me sentaría muy mal. Pues resulta que en un bar o restaurante de Jaén, cuyo nombre no quiero decir pero sí acordarme para no ir, han habilitado los servicios, muy chulos ellos, en los que en vez de poner una pegatina con un hombre y una mujer, que desde luego en este aspecto todo debería estar inventado, aunque no tanto, para que nos distribuyamos según queramos o podamos, que a veces están ocupados unos sí y otros no y llevamos prisa, pues bien, en la puerta de los hombres por lo visto pone un lacónico “Bla”. En la puerta de las mujeres, que no tenemos bastante con compartirlo con la mesita para cambiar a los bebés o barras adecuadas a minusvalías, y líbreme Dios de no estar con ellos y ellas, antes bien exijo un servicio para ellos solos aunque dobles, se supone. Pues bien, que el tema da para muchos circunloquios y ruego que me disculpen pero así va la mente humana y los monólogos interiores que una tiene que hacer en estos artículos, pues resulta que la puerta de las mujeres pone de forma aleatoria, en toda la puerta, “bla,bla, bla, bla, bla, bla”… Todo lo que da la puerta. “Bla, bla, bla, bla”.

A primera vista puede parecer una broma y una tontería pero tiene mucha miga, una “chuminá” como dice Enrique que dicen los hombres, como los micromachismos que persisten. Yo no sé lo que hubiera hecho de lo estupefacta que me habría quedado. Con esto nos quieren decir, y creo que además en rosa, que hablamos mucho, que lo utilizamos para hablar porque es el sitio perfecto para eso, que esa es la razón por las que siempre vayamos juntas al baño, porque pasamos de él, porque no tenemos la próstata machacada, una cosa buena, porque lo utilizamos para acicalarnos. Bien, nadie ha dicho que algunas de estas cosas no sean verdad, cuestión de creatividad, pero me parece de mal gusto y nada acorde con la igualdad que queremos que se hagan estas cosas para no reírse con nosotras sino de nosotras. Y esto sienta mal, no voy a ocultarlo. Las mujeres es que no somos solidarias porque en todo caso no deberíamos ir, a ver qué pasaba. Protestamos mucho, ya digo, de las barras y las mesitas, pero no hacemos nada y si lo hiciéramos menuda lo que nos iba a caer. Porque somos tontas, no nos va a caer nada.

Supongo que todo esto se debería regular, tendrían que poner servicios comunes, bien acondicionados y con la debida privacidad, donde puedan entrar personas en general.  Yo me imagino un hombre que tenga que cambiar a su bebé dónde lo hace, yo me imagino un minusválido hombre a ver por qué no puede tener a su altura su receptáculo movible, yo me imagino ir con un ciego, yo mujer, y dónde lo llevo, o con una ciega, hombre, donde la lleva… Creo que muchas mujeres no estarían de acuerdo conmigo, desconfiamos demasiado y ahí lo dejo. Y yo les confieso que también me reiría si no llevara su carga peyorativa. Todo es más complicado de lo que parece, lo sé, pero podríamos proponerlo en serio.