Si no existieran quienes escriben, no existirían los libros. Y un libro es algo más que leer. Pero para escribir un libro es que hay que haber leído mucho y eso no tengo más remedio que reconocer que, aunque no me guste, da igual hacerlo en la tablet, en un libro digital o en donde sea, el caso es leer.
Siempre hemos leído. Hemos leído los signos de la naturaleza, la noche y el día, según las estrellas el tiempo que va a hacer y tantas cosas que se hacen con la observación. Pero si no hubiera existido un alguien que barajara signos y desentrañara los puzles de los acontecimientos cotidianos o los pensamientos sublimes y los plasmara por escrito, no hubiéramos conocido al Principito y su rosa o su zorro, ni a Platero le veríamos andorrear por los campos de Moguer, ni nos hubiéramos concienciado de ser mujeres sin leer el Segundo Sexo, ni hubiéramos deseado una habitación propia para respetar y que se nos respeten nuestros silencios, aunque yo añadiría un colchón, no sólo para descansar, sino para guardar algunos euros para que esa independencia fuera real. Ahora se llama así, Virginia. Y es verdad que hace falta todo eso.
Estamos celebrando el día del libro y el libro es la unión de varios papeles escritos, con una secuencia, que se puede tocar, que se puede doblar, se pueden oler, con quien quedarse dormido, con quien levantarse según gustos, a quien llevar con uno por si la espera se nos hace larga. Ahora es una pena que esas esperas se mitiguen con los apps de los móviles, o los whasApp, o los juegos, muy útiles, tampoco lo voy a negar, pero mucho más prosaico y que ahondan el distanciamiento con la cultura.
Algo tiene el escribir que pervive, aunque es doloroso que cada vez menos aunque yo no renuncie a ellos. Pero escribir no es sólo emplear palabras para comunicar algo que no se puede decir hablando, tampoco escribir es manejar esas palabras conociéndolas y engarzándolas más o menos bien. Escribir para el que es escritor o escritora es comunicar, conectar interiores, proyectar esperanzas, concretar ilusiones, sublimar sentimientos, tratar de explicar lo que verdaderamente se tiene dentro por si se coincide, por si sirve, por si aclara algo. Y cada cual lo hace según lo que atesore.
Escribir es bucear en todo lo íntimo o interno, aplicarlo a todos los vivientes, porque todos lo tenemos más o menos conscientemente. No hay protección de la intimidad para alguien que es escritor o escritora, porque nadie puede decir que no lo haya pensado o sentido, nadie puede negar que no haya sido alguna vez Aureliano Buendía, Florentino Ariza, Fortunata o Jacinta, Alonso Quijano. O Sancho, o Dulcinea. O Hamlet o Macbeth ahora que se cumplen 400 años de la muerte de los dos. Aunque también tengo que decir que en Abril murió Simone de Beauvoir, mi escritora favorita.
Cervantes y Shakespeare ni se conocieron, ni se copiaron aunque fueron contemporáneos. Murieron el mismo día aunque a lo mejor con diferencia de horas lo que provocó una de esas casualidades que no existen. Sus obras son distintas y universales. Dos civilizaciones, sobre todo en ese tiempo, que luchaban a su manera con los molinos creyendo que eran gigantes. Todos los escritores o escritoras tienen algo de mágicos o de visionarios. En realidad no tanto, es buscar y transmitir todo lo que de maravilloso o miserable tiene el ser humano. Hasta el fondo. Para que nos reconozcamos.
La literatura compendia todas las preposiciones. Literatura de hombres y de mujeres, para, según, ante, con, contra, desde hombres y mujeres… Y así un largo etcétera que nos define la igualdad y la diferencia. Un escritor y una escritora escriben diferente, no hay literatura masculina y femenina sino literatura escrita por hombres o por mujeres. Me molesta que se hagan categorías también en esto, somos diferentes pero eso no quiere decir que no seamos iguales. Y lo digo no porque aproveche que el Pisuerga, hoy muy crecido, pase por Valladolid, lo digo porque las mujeres han estado silenciadas en la literatura hasta más o menos los siglos XVIII y XIX. Y yo me pregunto cuántos libros firmados por hombres, no habrán sido escritos por mujeres. Pero hoy no quiero litigar. Felicitémoslos e igualémoslos, es el Día del Libro. Leamos.