Hace diez años, el genetista molecular estadounidense Dean Hamer, tras diversos estudios genéticos con pruebas de ADN, llegó a la conclusión de que la capacidad de una persona para creer en Dios está relacionada con la química cerebral. En concreto halló correlación con el gen VMAT2 y el nivel de espiritualidad con el que las personas sometidas a estudio se sentían conectadas al universo. Pidió a los sujetos investigados que le respondieran a una batería de preguntas para determinar el nivel de espiritualidad. Cuánto más alta era la puntuación, mayor era la habilidad de una persona para creer en una gran fuerza espiritual, y el Dr. Hamer, director de la Unidad de Regulación de la Estructura Genética en el Instituto Nacional para el Cáncer, ubicado en Bethesda, encontró que en estas personas se compartía el gen VMAT2. Después, procedió a hacer estudios con gemelos educados en diversos ambientes de religiosidad o sin ella, demostrando que aquellos con el mencionado gen, un transportador vesicular de monoaminas que regula el flujo de elementos químicos que alteran el humor en el cerebro, tenían también mayores probabilidades de desarrollar creencias religiosas.
Sus conclusiones aportaron dos ideas fundamentales, una la de que crecer en un ambiente religioso tiene poco efecto sobre las creencias y la segunda que la existencia del “gen religioso” explicaba por qué algunas personas tienen mayor aptitud para lo espiritual que otras. Publicó un libro llamado EL GEN DE DIOS: LA INVESTIGACION DE UNO DE LOS MAS PRESTIGIOSOS GENETISTAS MUNDIALES ACERCA DE COMO LA FE ESTA DETERMINADA POR NUESTRA BIOLOGIA, dónde se pegunta ¿Por qué la espiritualidad es una fuerza tan poderosa y universal? ¿Por qué tanta gente cree en cosas que no puede ver, oler, saborear, oír o tocar? La respuesta, dice Hamer, está en nuestros genes, la espiritualidad es una de nuestras herencias básicas, un instinto que nos proporciona un sentido de la vida y valor para superar dificultades y pérdidas. Como era de esperar, le llovieron muchas críticas desde el terreno eclesiástico sobre todo, ninguna con fundamento científico claro, todas reducían la negación de sus descubrimientos por la fe. Entre ellos la del reverendo John Polkinghorne, miembro de la Royal Society y teólogo canónigo en la Catedral de Liverpool, o la del reverendo Walter Houston, capellán del Mansfield College en Oxford, y profesor de teología.
Para Hamer, mientras la espiritualidad parece transmitirse fundamentalmente por los genes, la religión tendría un componente genético mucho más débil; mientras la primera se transmite por genes, la segunda lo haría por memes. Los memes son, según Richard Dawkins, unidades teóricas de información cultural que se transmiten de un individuo a otro, o de una mente a otra.
De cualquier manera, aunque la intención de Hamer no es confirmar la existencia o la inexistencia de Dios, nos hace reflexionar acerca de por qué unas personas han heredado el gen de la espiritualidad y otras no. Si es un designio divino, se nos escapa el por qué de esa desigualdad entre unos privilegiados y otros que no lo son y si se debe a la influencia del azar sobre la herencia genética, entonces queda en entre dicho el poder divino como algo omnipotente. Y aún más, sea cual sea la respuesta, el libre albedrío queda anulado de raíz en cuanto a la espiritualidad se trata.
Esta historia, se sitúa en Oxford, en el año 1860, en una reunión de la Asociación Británica para el Progreso de la Ciencia. El tema a debate era “La Religión y el Darwinismo”.
Intervienen el Obispo Anglicano Samuel Wilbeforce y Sir Thomas Henry Huxley. Al final del debate, pregunta el Obispo en plan jocoso: Querría saber si el Sr. Huxley, desciende del mono por vía materna o paterna. Y le contesta Huxley: antes querría venir del mono que de un hombre como Vd. que usa su inteligencia para oscurecer la verdad. ¡Ohhhhhh!, se oyó una exclamación en la sala por parte de todos los asistentes. Una señora de bien, invitada, que no se había enterado de nada, dijo gravemente preocupada: “Si venimos del mono por favor, ¡que no se entere el pueblo!. “Y es que es ley del destino que el que nace lechón, muera cochino» Reza el dicho.
Dice VD. Sr. Ad Contrarium que el sector eclesiástico arremetió contra del Dr. Harmer. ¿Era de esperar otra actitud de los que viven de la religión o de seres incapaces de pensar por sí mismos?
¿Y si las Ondas Gravitacionales fueran el resultado orgásmico tras la cópula de los dos mega agujeros negros al principio de los principios? ¡Ah! Quien sabe.
Enhorabuena por el artículo. Saludos
En primer lugar: No creo que exista la posibilidad de determinar un gen responsable de la actitud y aptitud para la Espiritualidad. Pues la Espiritualidad en sí misma no está definida objetivamente; es un concepto harto subjetivo (definirla como »un instinto que nos proporciona un sentido de la vida y valor para superar dificultades y pérdidas» es una conceptualización vaga, poco exhaustiva, y atribuible también a otras actitudes o rasgos de personalidad, como la muy valorada Inteligencia emocional, entre otras). Falta perfilar qué patrones de comportamiento específicos se aglutinan en la Espiritualidad, para probar científicamente un substrato biológico de tal rango.
No obstante, ¡se desconoce tanto…!, dicho de otro modo, el Conocimiento acerca de la naturaleza, -humana en este caso- , ¡todavía es tan modesto..! que aún definida objetiva y consensuadamente aislada la ap-actitud espiritual, quedarían abiertas infinitas vías de explicaciones potencialmente veraces acerca de un ‘porqué’ del vínculo entre ese gen localizado y la espiritualidad; que incluirían hasta al orden causal entre estos.
En segundo lugar: Aceptando que efectivamente fuese un gen portado por No Todos los humanos el determinante de la «Espiritualidad», y este hecho dependiente del «azar» , ¿qué nos hace pensar que el azar es algo independiente.., o que se escapa al «»poder»»… de Dios?, – partiendo de que llamamos Azar a un orden de los acontecimientos cuyo origen y lógica desconocemos – . Así pues, la supuesta omnipotencia de Dios no quedaría reñida con un «azar» que repartiese ese gen en función de a saber qué criterios.., reglas.., leyes.. de origen ¿de designio divino, tal vez..?
En tercer lugar: Puede que el Libre albedrío este <> para que lo usemos en función de unas determinadas coordenadas ya dadas por…el Azar-(Dios). La función en última instancia del libre albedrío es la elección ética (o moral, lo encuentro equivalente) individual en conexión directa con lo colectivo. La Espiritualidad, entonces, se nos mostraría como en absoluto determinante de una elección ética, es decir, completamente prescindible. Algo que, en fin, ya sabemos.
La cuestión entonces ( partiendo del gen de la espiritualidad) sería: Por qué y Para qué unos estamos ‘divinamente’ designados para valernos de la «Espiritualidad» y otros no, en nuestro manejo, o gestión, con el Libre albedrío por la Vida.
Un gran acierto es diferenciar espiritualidad de religiosidad y, más allá, también de las costumbres y comportamientos llamados culturalmente «religiosos» que son meros elementos del folclore y tradición arraigadas de una sociedad.
Siempre generando oportunidades para pensar.., Ad_contrarium. ¡¡GRACIAS!!
En primer lugar: No creo que exista la posibilidad de determinar un gen responsable de la actitud y aptitud para la Espiritualidad. Pues la Espiritualidad en sí misma no está definida objetivamente; es un concepto harto subjetivo (definirla como »un instinto que nos proporciona un sentido de la vida y valor para superar dificultades y pérdidas» es una conceptualización vaga, poco exhaustiva, y atribuible también a otras actitudes o rasgos de personalidad, como la muy valorada Inteligencia emocional, entre otras). Falta perfilar qué patrones de comportamiento específicos se aglutinan en la Espiritualidad, para probar científicamente un substrato biológico de tal rango.
No obstante, ¡se desconoce tanto…!, dicho de otro modo, el Conocimiento acerca de la naturaleza, -humana en este caso- , ¡todavía es tan modesto..! que aún definida objetiva y consensuadamente aislada la ap-actitud espiritual, quedarían abiertas infinitas vías de explicaciones potencialmente veraces acerca de un ‘porqué’ del vínculo entre ese gen localizado y la espiritualidad; que incluirían hasta al orden causal entre estos.
En segundo lugar: Aceptando que efectivamente fuese un gen portado por No Todos los humanos el determinante de la «Espiritualidad», y este hecho dependiente del «azar» , ¿qué nos hace pensar que el azar es algo independiente.., o que se escapa al «»poder»»… de Dios?, – partiendo de que llamamos Azar a un orden de los acontecimientos cuyo origen y lógica desconocemos – . Así pues, la supuesta omnipotencia de Dios no quedaría reñida con un «azar» que repartiese ese gen en función de a saber qué criterios.., reglas.., leyes.. de origen ¿de designio divino, tal vez..?
En tercer lugar: Puede que el Libre albedrío este <> para que lo usemos en función de unas determinadas coordenadas ya dadas por…el Azar-(Dios). La función en última instancia del libre albedrío es la elección ética (o moral, lo encuentro equivalente) individual en conexión directa con lo colectivo. La Espiritualidad, entonces, se nos mostraría como en absoluto determinante de una elección ética, es decir, completamente prescindible. Algo que, en fin, ya sabemos.
La cuestión entonces ( partiendo del gen de la espiritualidad) sería: Por qué y Para qué unos estamos ‘divinamente’ designados para valernos de la «Espiritualidad» y otros no, en nuestro manejo, o gestión, con el Libre albedrío por la Vida.
Un gran acierto es diferenciar espiritualidad de religiosidad y, más allá, también de las costumbres y comportamientos llamados culturalmente «religiosos» que son meros elementos del folclore y tradición arraigadas de una sociedad.
En primer lugar: No creo que exista la posibilidad de determinar un gen responsable de la actitud y aptitud para la Espiritualidad. Pues la Espiritualidad en sí misma no está definida objetivamente; es un concepto harto subjetivo (definirla como »un instinto que nos proporciona un sentido de la vida y valor para superar dificultades y pérdidas» es una conceptualización vaga, poco exhaustiva, y atribuible también a otras actitudes o rasgos de personalidad, como la muy valorada Inteligencia emocional, entre otras). Falta perfilar qué patrones de comportamiento específicos se aglutinan en la Espiritualidad, para probar científicamente un substrato biológico de tal rango.
No obstante, ¡se desconoce tanto…!, dicho de otro modo, el Conocimiento acerca de la naturaleza, -humana en este caso- , ¡todavía es tan modesto..! que aún definida objetiva y consensuadamente aislada la ap-actitud espiritual, quedarían abiertas infinitas vías de explicaciones potencialmente veraces acerca de un ‘porqué’ del vínculo entre ese gen localizado y la espiritualidad; que incluirían hasta al orden causal entre estos.
En segundo lugar: Aceptando que efectivamente fuese un gen portado por No Todos los humanos el determinante de la «Espiritualidad», y este hecho dependiente del «azar» , ¿qué nos hace pensar que el azar es algo independiente.., o que se escapa al «»poder»»… de Dios?, – partiendo de que llamamos Azar a un orden de los acontecimientos cuyo origen y lógica desconocemos – . Así pues, la supuesta omnipotencia de Dios no quedaría reñida con un «azar» que repartiese ese gen en función de a saber qué criterios.., reglas.., leyes.. de origen ¿de designio divino, tal vez..?
En tercer lugar: Puede que el Libre albedrío este <> para que lo usemos en función de unas determinadas coordenadas ya dadas por…el Azar-(Dios). La función en última instancia del libre albedrío es la elección ética (o moral, lo encuentro equivalente) individual en conexión directa con lo colectivo. La Espiritualidad, entonces, se nos mostraría como en absoluto determinante de una elección ética, es decir, completamente prescindible. Algo que, en fin, ya sabemos.
La cuestión entonces ( partiendo del gen de la espiritualidad) sería: Por qué y Para qué unos estamos ‘divinamente’ designados para valernos de la «Espiritualidad» y otros no, en nuestro manejo, o gestión, con el Libre albedrío por la Vida.
Un gran acierto es diferenciar espiritualidad de religiosidad y, más allá, también de las costumbres y comportamientos llamados culturalmente «religiosos» que son meros elementos del folclore y tradición arraigadas de una sociedad.
Siempre generando oportunidades para pensar.., Ad_contrarium. ¡¡GRACIAS!!