Pues sí, eso me pregunto muchas veces: ¿Hace falta ofender? Como se cree que se pretende, discurrían,  no creo que muy relajadamente pero discurrían,  los premios Ciudad de Barcelona. Que de verdad me da igual a quien se premie, tampoco me entero de los de Ciudad de Zamora, por ejemplo. Y a lo mejor por eso, hay que llamar la atención, pues vaya “clase”, vaya “cultura” le está dando la Sra Ada Colau a lo que quiere que sean sus premios. Me imagino un país pequeño, en medio de Europa, con tan mal gusto, tanta escasez de cultura, tantas risas a no sé qué, que sería la vergüenza, porque a mí me daría vergüenza.  Eso lo primero.

Me refiero al Padrenuestro o la “Mare nostra” a lo que ha tenido que recurrir esta tal poetisa  Dolors Miquel, que supongo la conozcan en Cataluña y que eso seguramente es una injusticia como por allí dicen. Por aquí, al menos yo, ni la conozco ni digo lo mismo. Ella dice por allí que es un canto a la maternidad, por aquí, al menos yo, no estoy de acuerdo. Ella no dice por qué no se ha copiado del ritmo, la métrica, la forma de un poema de Miguel Hernández por lo menos, o de Gioconda Belli, aunque a mí me hubiera dado vergüenza también. No me gusta para nada y en nada que se ofenda a la cultura en general y ya en particular  me avergüenza, esa especie de vergüenza ajena ante la incultura y la mala educación, la prepotencia y la insulsez que muchas veces se camufla tras el anticlericalismo más exhibicionista. Pero además de mal gusto, totalmente de mal gusto. Yo soy mujer, me conozco mi cuerpo, las palabras las utilizo normalmente según y en qué sitios,  a mis alumnos se lo enseñaba y trataba de que no anduvieran con subterfugios malsonantes e incluso ofensivos, eso es de mala educación y de mal gusto, repito. Esos catalanes no me gustan, después de lo que alardean de cultura y de sus “muestras de creatividad”, como dice la alcaldesa. Entre esto, los titiriteros y las reinas republicanas ya vamos sabiendo lo que pretende esta gente. Yo opino, no ofendo. Yo no he empezado. ¡Ah! Se siente, al menos yo no estoy tan nerviosa nacionalista como para recurrir a estas llamadas de atención. Me da igual.

Todo eso  me permite ya introducirme en lo que es realmente el respeto a las creencias de cada cual, a mí me dan igual sus creencias, vamos que ni me preocupa, pero quizá por eso han pasado a la ofensa directa y sigo sin ofenderme aunque sí dando arcadas. Y me hubiera tenido que salir porque no voy a vomitar en tan elegante sitio. En uno menos elegante pero más cálido seguro, en el salón de actos del Colegio de las Josefinas, el sábado, mañana, se van a celebrar los 10 años de existencia del Coro Parroquial de la Santa Cruz. Se han invitado a otros coros de Linares y algunos pueblos de alrededor para que demuestren que “celebramos este aniversario como mejor se puede hacer: cantando y alabando a Dios… y  que Él nos lleve de su mano para contagiar la alegría del  Evangelio a través del canto que se hace oración”. Felicidades.

Creo que los católicos, con nuestras virtudes y nuestros defectos, con nuestras meteduras de pata y nuestros aciertos, no intentamos ofender a nadie, no nos metemos con nadie. Ni siquiera intento hacerle una letra diferente al himno nacional catalán Els Segadors. Que yo también sé hacerlo.