No, no nos gusta a algunos que se nos identifique con ninguna ideología, porque preferimos pasar inadvertidos en nuestras apariencias.

Aquí introduzco la palabra “ideología”, a sabiendas de que es muy complicado definir qué es una ideología. Pero para entendernos en este contexto, la uso en el sentido de aquellas ideas que se refieren a nuestras convicciones, aquellas ideas que nos sirven para saber en qué mundo vivimos, qué es lo que queremos hacer con nuestra vida, qué pensamos sobre el mundo, la vida, la sociedad… Cuando esa ideología la hacemos más explícita y nos sirve para situarnos en el mundo con respecto a la sociedad en que vivimos, ya hablamos de conciencia política.

Esta conciencia política, que lleva al compromiso social (porque somos seres sociales) se adquiere; y poco a poco caemos en la cuenta de que hay que hacer algo por los demás, porque el compromiso es honestidad, empatía, altruismo, generosidad, integridad, ausencia de corrupción y de escándalo…cosas y valores cada vez más escasos en este mundo.

Pero las ideologías hoy, son a lo que hemos llevado nuestros ideales de humanidad, en favor de quienes con nuestra indolencia, nuestra apatía, dejamos proclamarse líderes incuestionables, porque de esta manera nos va muy bien, sin problemas, sin pensar, sin comprometerse, que ya lo hacen por nosotros.

Luego criticaremos y repudiaremos en los pasillos, aquello que por miedo, no nos atrevemos a decir públicamente, para no ser anatemizados, excomulgados de la noble y decente sociedad a la que decimos pertenecer. Ejemplos los tenemos y muchos.
Hoy los ideales duermen el sueño de los justos, porque frente a ellos se ha impuesto lo escrito en el billete de dólar: “In God we trust”. Plasman el nombre de Dios y la Verdad, en un billete. O el caso del presidente de Irán, que obliga a tapar en el Museo Capitolino en su visita, las esculturas desnudas de los grandes artistas clásicos….Total por nada, por unos miles de millones de euros de inversión en la Italy…Vergonzoso ver como vendemos nuestra dignidad y cultura por unas corruptas prebendas económicas, que en España también obtendremos de ese Irán antaño anatemizado. Pero claro, ahora Irán es bueno y aceptar ese podrido dinero para inversiones, no es radicalismo populista trasnochado… ya saben por donde voy.

Véase el ejemplo de China, una dictadura comunista férrea, que convive sin problemas con el capitalismo más salvaje. Véase al sátrapa marroquí con los saharauis quienes la ONU no quiere saber nada. Véase Israel frente a Palestina…

Aquellos ideales europeos de la humanidad, de los grandes clásicos, de la Revolución Francesa, la Ilustración, el Siglo de las Luces, los hemos vendido al mejor postor, convirtiéndolos en ideologías sectarias, corruptas, escandalosas.

Y en esto, no podemos olvidarnos de las religiones, con mensajes liberadores para el ser humano. Eso sí, “para el más allá” porque en el “más acá” ya vemos lo que hay.

Hemos hecho de mensajes de fraternidad, de progreso y evolución humana, algo domesticado, algo de usar y tirar.
Con frecuencia, solemos convertir nuestras ideologías políticas en un dogma, que en lugar de liberarnos, nos tienen cada vez más sumidos en la droga de nuestras creencias, que pensamos superiores a las de los demás.

Mucha Ideología, pero poca conciencia social, poca humanidad. Y el ser humano pisoteado, mancillado, aplastado, escarnecido por quienes se han apropiado las ideologías.

El Isis, los imperialismos genocidas norteamericanos y rusos y todos sus satélites… Hoy más que nunca, hace falta aquella tercera vía de “Países no alineados”.

No hay ninguna ideología (aún siendo necesarias) que no la hayan convertido en “secta”. Y una secta anula la voluntad, libertad e independencia del ser humano, imponiendo la veneración y adoración de su líder. Piénsese en Corea del Norte.

Entre una Conciencia empapada de Humanidad y las exigencias de una ideología, lo primero es estar activamente junto al hermano que sufre.

Todos decimos que la Humanidad tiene que cambiar, que no cabe más corrupción, más escándalo ¿pero por donde empieza el cambio?

Estas frases del Papa Francisco, comunista para muchos de sus cardenales, obispos y sacerdotes, son demoledoras:
“… El que roba al Estado y dona a la Iglesia es un «hipócrita corrupto»… Y todavía más cuando se utiliza hipócritamente la religión para «blanquear» la injusticia o la corrupción.

‘¡Yo soy un benefactor de la Iglesia! … y hago donativos a la Iglesia’. Pero con la otra mano roba al Estado o a los pobres… ¡roba!».

«Es un injusto, y eso es doble vida. Y merece – dice Jesús- que le aten al cuello una rueda de molino y lo echen al mar. Jesús no habla de perdón aquí….el hipócrita se finge justo y, con eso, provoca escándalo y Jesús dijo: ¡Ay de quien cause escándalo! » Francisco, con estas frases, pone en su punto de mira también a la propia Jerarquía de la Iglesia Católica.

No todas las ideologías participan de esa solidaridad de la que parto en este artículo. Hay ideologías que, en sí mismas, pregonan la desigualdad, la corrupción y la tenencia del poder y del domino, ideologías que justifican todo lo que aquí se denuncia y que se nutren precisamente de ese malestar ajeno, de esa explotación de los demás. Escúchese al inefable norteamericano Donald Trump.