Muchísimos medios se hicieron eco de la noticia estos días pasados, sobre el caso de IKEA en Marruecos. Suecia ( de donde es IKEA) se ha posicionado frente a la injusticia de Marruecos respecto al Sáhara Español. Y el rey Mohamed VI, lo ha pagado con IKEA.

Decía el diario El País el día 29, de manos de Francisco Peregil, corresponsal en Rabat: “Estaba todo preparado. La compañía sueca Ikea pretendía inaugurar este martes en las afueras de Casablanca su primera tienda en el Magreb: 27.000 metros cuadrados, con una inversión de 40 millones de euros. Y de pronto, la apertura se ha cancelado. La razón oficial, aportada por el gobierno civil de Casablanca es que a IKEA le falta el «certificado de conformidad». Y la causa «extraoficial» la aportaba el lunes 28 por la tarde, el medio digital Le 360: la inauguración quedaba suspendida «en represalia por el proyecto de Suecia para reconocer a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD)».

Mientras, en la Spéin de nuestros amores y nuestros odios, más de lo segundo que de lo primero, ningún Gobierno se ha preocupado de la suerte de este desdichado pueblo, que tiene por orgullo, haber sido provincia española con DNI español. Poquitos españoles con los que se habla, saben dónde está el Sáhara, ni cómo malviven, ni los sufrimientos de este pueblo, insisto, otrora español… como otros muchos pueblos. Ningún presidente de nuestros Gobiernos, ninguno, ha mirado para el Sáhara desde 1975. Vuelvo a decir que la memoria, es la capacidad que en parte olvida falsas promesas y juramentos hechos al Pueblo Saharaui en 1975, por el que todavía no era Presidente de España, Felipe González. A este respecto siento vergüenza por todos los presidentes que hemos tenido y sobre todo de él, de muchas de sus afirmaciones hechos y promesas incumplidas, aunque ondeee con orgullo la bandera socialista. Excluyo a Suárez, eran otros tiempos, era una historia muy diferente, porque estábamos recién salidos de una cruel dictadura.

En fin, así construyen nuestros políticos la historia de “our home”. Estoy cansado, muy cansado, de tanta gente falsa, de tantos que siempre quieren ser políticamente correctos, mientras esconden su cobardía tras esa “corrección”. Cansado de aquellos que anteponen los intereses políticos, económicos, empresariales y de buena vecindad, con personajes como el rey marroquí, que tiene a su pueblo sumido en la miseria, un pueblo asustado, aterrorizado por las tropelías del “príncipe de los creyentes” que vive mejor que Dios.

Y siempre, la monarquía española, bailándole el agua a este siniestro personaje y a su papaíto Hasan, tratándolos de hermanos, primos y demás sin sentidos.

Siento asco cuando las haciendas, provechos y beneficios, se anteponen a la dignidad humana. ¿Cuántos marroquíes inmigrados tenemos en España? A mí no me molestan, pero si su rey se preocupara tan sólo un poco de ellos, quizá no tendrían la necesidad de emigrar de su tierra para malvivir en nuestro país; aunque ellos prefieran malvivir en un país de libertad como es España, que hacerlo en su tierra, muriéndose de hambre, a causa del régimen político opresor, corrupto, torturador, que encarcela cualquier atisbo de crítica y libertad, que no respeta los derechos humanos. Un gobierno que asesina a un joven saharaui y se niega a dar el cuerpo a su madre, por poner un ejemplo concreto. Como aquellos derechos inalienables, violados también a un joven saudí, que por protestar contra su corrupta monarquía, ha sido sentenciado a ser decapitado y clavados sus restos en una cruz.

La movilización de las ONGs y la ciudadanía del mundo ha sido enorme. De otro lado la UE, ha congelado el reparto de inmigrantes hasta noviembre. Mientras, prosiguen “a lomos de la Bestia” estos refugiados sin esperanza. No tenía yo muy claro el asunto de los refugiados como he reflejado en algún artículo anterior. Pero todo no es negro en este mundo. Quiero acabar con la proeza de un joven cabo de la Guardia Civil, Javier González Ferrón, que arriesgando su vida, rescató hace un tiempo del fondo del mar y en la noche, a una emigrante embarazada de una niña y su otro hijo, que huían de Costa de Marfil; ahora la pequeña tiene como tutor legal a este joven cabo de la Benemérita y él en sus brazos, la enseña orgulloso. Entre tanto la Aseguradora A.M.A. entrega 1 millón de euros al Padre Ángel, de Mensajeros de la Paz, para ayuda a los refugiados. Sólo por cosas así, por personas como este joven cabo, como también por la dirección de esta Aseguradora, merece la pena vivir y que el sol salga para el ser humano cada mañana.