Estos días, veíamos estremecidos, consternados, cómo sacaban de la playa a Aylan, el niño de tres años, ahogado al volcar la barcaza en que huían de la muerte segura en Siria;  una muerte junto a su madre, un hermano y más personas.

Vamos progresando, pues ahora en lugar de tener un minúsculo habitáculo en un cementerio en  nicho de obra, o en tierra, muchos de estos fallecidos en busca de la libertad y la vida, ya pueden disfrutar de un hermoso lugar fruto del azahar, donde descansar definitivamente para la perpetuidad. Y no con vistas al mar, sino en el mar mismo. Un lugar sólo para los elegidos, para poder ver desde la eternidad, a una riquísima fauna marina y arrecifes de coral multicolores, por un precio de unos pocos miles de euros el “viaje” en la Barca de Caronte. Tenemos un problema global generalizado por organizaciones, países y estados terroristas, como ISIS, que no sólo matan a propios y foráneos, sino que además arrasan con los vestigios históricos de civilizaciones antiquísimas, que fueron generadoras de nuestras actuales culturas e historia. La voladura de las esculturas hipogeísticas de los budas de Bamiyán afganos, la destrucción de casi la totalidad de las ruinas históricas de Palmira, cuna entre otras de las civilizaciones orientales, los asesinatos en Siria, de una parte y otra, el degüello en plan circense, de soldados sirios a manos de  jóvenes y niños del llamado estado islámico, para ilustrarlos… han conseguido la afluencia masiva a Europa de refugiados políticos y hambrientos hasta la extenuación, muriendo en este Mare Nostrum como el pequeño Aylan.

Mar que ya no es nuestro, sino de los desesperados, de las clases medias, con carreras universitarias que huyen de esa segura muerte.

El asunto es harto complejo, porque implica, que los países occidentales dejen de mirar para otro lado, ante tanto horror y miseria. Sí podemos salvar y rescatar a la banca, pero nos hemos quedado sin euros y acaso sin moralidad ni humanidad, para ayudar a esta gente desesperada. La memoria es quebradiza, en cierto modo es la memoria, la capacidad que olvida, que no retiene cuando no le interesa y Europa, ya no recuerda a tantos que huyeron despavoridos ante el terror de Hitler, de Franco, de Ceaucescu, de Stalin.

Israel vuelve a hacer con los palestinos, lo que ese perturbado con ansias de pureza de raza, hizo con el pueblo hebreo. No, ya no nos acordamos… y han pasado sólo unas décadas.

Por eso, yo admiro a las familias españolas que han optado desde una posición y actitud humana, humanitaria, que no “caridad” dar techo, cobijo y comida a tanto ser desafortunado, de cuya desgracia nosotros hemos sido partícipes, si no causantes.

Me hacen gracia las expresiones de globalización, de aldea global. Me repugna que los Estados Occidentales se hayan limpiado el trasero con la Carta de los Derechos Humanos, con los derechos de la infancia, con la Carta de la Tierra… Hoy por fin, todos los medios de comunicación, se hacen eco de la imperiosa necesidad de socorrer a estos seres humanos. Pero… ¿Hemos pensado si hay culpables que hayan provocado esta inhumana y desesperada situación? ¿Hemos pensado que con la actitud imperialista europea estadounidense y rusa, con las mentiras de las armas de destrucción masiva impuesta desde y por el trío de las Azores, quitamos a un sátrapa como Hussein para llegar a otros peores que él? ¿Hemos pensado que cuando se quita de en medio al Sha de Persia, Reza Phalevi, lo sustituyó Jomeini, un tirano islamista radical que se pegó la gran vida en Europa y que llevó a Irán (Persia) a la perdición del integrismo religioso, donde la vida de una mujer vale menos que la de una bestia de carga, como también en Irak, Pakistán etc.,? ¿Hemos pensado en qué están ayudando los países de la Península Arábica para eliminar el integrismo?

Mientras, los países como los del Sur, llamados “Gypsy y Pigs” es decir, gitanos y cerdos, por los poderosos de Europa, sobre todo Inglaterra, no quieren saber nada de la afluencia masiva a Grecia, Italia, España.

Rayan  en la ofensa las declaraciones del cristianísimo primer ministro de Hungría, respecto a los refugiados, diciéndoles que están mejor en Turquía. Resultan demoledoras las frases de un chaval sirio de 14 años, diciendo que él no quiere irse de su país, que quiere vivir allí y que por favor pare la guerra. Es para pensarlo despacio, porque la responsabilidad que tiene Occidente en este avispero de países donde el integrismo político-religioso se ha instalado, es de gran calado, por acción directa o por omisión consciente.

Hay una anécdota con la que quiero finalizar: Se cuenta que hablando en la Casa Blanca de las tropelías de Pinochet para con el pueblo chileno, un asesor dijo al citado presidente: “Pero Sr. presidente, Pinochet es un hijo de puta” Y el Presidente contestó: “Sí, pero es nuestro hijo de puta” Y me pregunto: ¿A cuántos de ésta calaña no ha colocado Occidente, en el poder en estos países? Por eso tenemos lo que tenemos y el boomerang se vuelve contra nosotros.