Esa fue la frase que más se oyó el otro día comentando la convocatoria de huelga que proponía la Federación Española casi a la par que el sindicato de futbolistas. Así que de pronto esos dioses del espectáculo, más que deportistas, se dan un garbeo por la disputa laboral, por ese lado de la vida al que la afición afectada no quiere mirar de frente. Las cuatro palabras de la frase se removían  en mi caletre hasta que, sin saber como acabe todo, han encontrado acomodo en esta página. Parecían dejar en paz mi sesera al empezar por el final.

El  fútbol también ha estado en mi vida, aunque -me parecía- de manera menos determinante  que en el caso en que nos ocupa. Desde niño traté de jugar y disfrutar, bien cierto que sin mucho brillo, con la pandilla de la escuela y del barrio. Esa práctica no la abandoné del todo en mi juventud y madurez, para retomarla ahora con mis nietos. Como aficionado espectador nunca he perdido un moderado contacto con la competición nacional y europea, y he acudido algunas temporadas al estadio local. Tanto en el periódico como en otros medios, la información deportiva para mí, ha seguido manteniendo la categoría de postre. No he dejado de valorar el sentido épico que escritores y poetas, como Alberti o Benedetti, encontraban en este popular deporte. Sin embargo, tanto en el pasado como en el presente, me viene pareciendo un fenómeno social que trasciende con mucho los que ocurre en el campo en la disputa de once contra once.

El sin, que por mor de la huelga, da origen al desasosiego de nuestra frase titular, es el que me ha hecho poner al día esa trascendencia social, lo que desborda al deporte popular hasta convertir su ausencia en un drama para la gente sencilla. Está claro que lo que se contempla en cada partido es algo más y distinto  de la ejecución ejemplar y virtuosa de un ejercicio saludable a imitar por los amantes de ese deporte. Más bien parece una comunión con sentido de pertenencia a un grupo o patria que compensa cierta soledad. También parece el asidero de bastantes personas que, sintiéndose perdedoras en su vida partícular, se sienten compensadas por la celebración de la victoria de su equipo-patria. Esa evasión que no deja de tener sus aspectos positivos, en cuanto que sirve de pretexto de relación entre desconocidos e incluso rivales en otros terrenos, no lo será tanto si conlleva el abandono de responsabilidades más importantes de la vida personal, familiar y social.

Así llegamos a ese encima que sugiere las bastantes realidades de las que nos permite evadirnos  el fútbol, junto a otras distracciones. Claro que  el “encima” y con el ..”Y” delante parecen elevar el dramatismo de ese desasosiego al quedar al descubierto todo lo que hay “debajo”.

Por un momento me meto en el pensamiento de los autores aquella frase y les doy voz a su opinión:

“Y es que es muy fuerte que aquí, en mi terreno de de evasión, el fútbol, donde vengo a desfogar de otras insatisfacciones, se me hable de huelga y de movilizaciones a las que yo tengo mil motivos más para secundar. Si se siguen empeñando, no voy a tener más remedio que salir de mi escondrijo y gritar  a los cuatro vientos los sapos que me vengo tragando también aquí en el fútbol. A ver si ese Messi, por muy artista que sea en la suyo, no me envenena engañando al fisco mientras yo pago hasta el último céntimo en mi nómina y en los demás impuestos. Ni me olvido de los chanchullos en el fichaje de Neymar. Y qué decir de Florentino,que parece un aficionado más, cuando tanto en  el Madrid como en tantos otros negocios influye en esta crisis estafa. Tampoco me olvido de aquel presidente del Sevilla condenado por corrupto. Del Betis no me olvido, que por los goles que marque un delantero, no es de recibo que se le quiere exculpar de sus errores personales. Sí, por mucho que miro para otro lado, ya no me puedo evadir ni en el fútbol. No me queda más remedio que mirar de frente a la realidad, con la amenaza del despido libre incluida. Si hay alguien que tiene que luchar por sus intereses, que son los generales, no son esos privilegiados, entre quienes algunos, perciben unos ingresos mil veces mayor que el salario mínimo.”

Tras algún comentario por mi parte y por la de ellos que se recogía ese discurso, llegamos a la conclusión  de que probablemente no se consumaría la huelga en la liga. Alguien adujo que la vicepresidenta del gobierno había declarado que el mismo no debía añadir más problemas a la crispada situación presente. Así que la huelga en el fútbol puede  ser un capítulo más en la estrategia general de distracción del personal. Espero que, por contra, la ciudadanía aproveche la ocasión para valorar lo que se sabe que hay encima y debajo de lo que verdaderamente debe importar  en su vida.