Parece que ya termina el serial y/o confusa información sobre el accidente aéreo de Los Alpes. Con razón algún programa aspirante a hacer reír cuando abre, lo hace diciendo que han acabado las noticias y ahora llega su verdad. Es cierto que cada día está más liado lo que podemos entender por información, por noticias o por ficción. Por eso he empezado este escrito con “parece que acaba el serial sobre el copiloto alemán Andreas Lubitz”. Sí, porque lo que es sobre “El accidente se los Alpes y las 150 víctimas” recibimos noticias con escaso rigor. Y es que lo que nos ofrecieron durante los primeros telediarios fue un serial sobre la vida y milagros del mencionado piloto. Un día nos hablan de su afición a encerrarse en la cabina de mandos. Otro que se había peleado con la novia. El tercero nos dijeron que tenía sólo 27 años y un montón e horas de vuelo. ¿No se pasaron ese día dando una dosis excesiva de información? Luego, muy poco antes de que el fiscal que investigaba asegurara que el señor Lubitz mandó el avión al valle por propia voluntad y porque estaba en tratamiento psiquiátrico. Claro toda esta historia bien aderezada con el sufrimiento de las víctimas y sus familias de nacionalidad alemana, española y otras.
Algún amable lector se pregunta alguna vez cómo llego yo a conclusiones tan raras sin vivir en los países lejanos donde suceden esas noticias. En algún momento expliqué que ya no acudo al kiosco pues aquello parece que se ha convertido en un bazar. En otra ocasión expresé mi desconfianza de determinadas cadenas televisivas y que me había decantado por algunas revistas raras que sólo se pueden leer en internet. Otro día comentaba la necesidad de leer entre líneas o haciendo las principales preguntas que solían hacerse los periodistas para explicar bien una noticia: ¿qué?¿dónde? ¿cuándo? ¿por qué? ¿cómo? ¿para qué? ¿con qué otras noticias guarda relación? ¿cómo incide este suceso y sus causas en la vida corriente de la ciudadanía? Y es que uno ha llegado a ser algo malpensado a fuerza de intuir verdades escamoteadas al común un día sí y otro también.
Así que, en este caso como en otros, empecé a tirar del hilo con preguntas como ¿Qué le pasaba al avión de marras? Ah que era de bajo coste. ¿Y eso? Pues bueno, que además habría que considerar, tal vez desde otra perspectiva, los problemas que podría padecer el Sr. Lubitz, el joven y paradójicamente experimentado piloto. ¿Tendría eso que es ver con las denuncias presentadas por auxiliares de vuelo obligad@s también por los bajos costes a empalmar un largo viaje con otro sin el aconsejable descanso intermedio? Luego mi amiga Sara, azafata de vuelo, me detalló las precaria situación laboral que las compañías de bajo coste ofrecen a su personal. A la ausencia del conveniente descanso entre vuelos y la consecuente fatiga acumulada en determinados momentos, se unen la contratación temporal para empleos de gran continuidad con el consiguiente temor a no acceder al siguiente contrato. Ello, me seguía contando mi informante, venía repercutiendo de manera negativa en la vida de empleados ejemplares que, acercándose a los cuarenta años, no puede tomar decisiones importantes en su vida por falta de estabilidad profesional. Me contaba Sara el caso de alguna persona que, llegado algún momento, hacía sentir fuera (en sus ámbitos familiares o de amistad) las secuelas de tal malestar de origen laboral. Tas estas confidencias, confirmadas en medios de comunicación fiables, nos enteramos de que Lufhansa, la compañía nodriza de la de bajos costes, tenía más información de la que se decía sobre el luctuoso suceso. Pensando en la seguridad y en varios aspectos relacionados, uno, de natural o por experiencia desconfiado, se empieza a preguntar. En este caso si las medidas de seguridad ( a veces casi vejatorias con el pasaje) son menos estrictas cuando no se refieren a los (con frecuencia exagerados) peligros terroristas.
Llegado a este punto, conviene concluir en lo que el título anunciaba y en los defectos crecientes de la desinformación creciente que se nos administra. Convendría que nos preguntáramos más por las causas objetivas que provocaron realmente el mencionado macabro y lamentable siniestro. Para cualquier familia de quien vaya a viajar en avión es mucho más relevante los controles eficaces de seguridad que las compañías ejercen sobre la puesta a punto de sus aparatos y el trato saludable que propicia para su tripulación. Lo demás, la novelita por entregas con morbo y sentimentalismo que nos han montado en los telediarios, es basura y manipulación. Es la manera de no explicar la avaricia de los poderes económicos que, para amasar ingentes fortunas abaratando costes, causan muertes en un vuelo en Los Alpes o en un barracón de Bangladesh.