He visto y seguido las elecciones griegas y en un país en el que casi sale el sol para Europa, físicamente hablando, claro, resulta que el panorama es bastante monocolor, absolutamente monocolor mejor dicho, demasiada testosterona, demasiada radicalidad masculina y económica en el nuevo gobierno de Alexis Tsipras, demasiado aburrimiento. Todo esto lo digo al comprobar que no hay ninguna mujer en su gobierno y eso a todas luces es un error y un presagio de lo que nos espera, porque una de dos: o creen que las mujeres no estamos preparadas y no servimos para afrontar la organización económica de un país, que no sabemos negociar, que no tenemos nada qué hacer en la política, o todavía persisten  las ideas clásicas en las que las mujeres eran el sector más alejado del poder sin ni siquiera imaginar ejercer alguna vez la política. Y “todo lo personal es político”, como dice una amiga.

Por si se nos ha olvidado, en aquella Grecia mítica de Pericles, Fidias, Sócrates o el Partenón, las mujeres nunca podían convertirse en ciudadanas, o lo que es lo mismo, nunca podían participar de una vida activa en igualdad con los hombres. Ahora, en esta Grecia del siglo XXI, decían que iban a cambiar el sistema y vaya si lo van cambiando, pero claro empezando por las mujeres, que lo otro ya se verá y que además lo dudo. Y pasará lo que pase pero al menos a las mujeres ya se las han cargado. ¿Eso es lo mismo que va a  hacer Podemos en nuestro país si la democracia no lo remedia? Pues apañadas vamos, pues chico trabajo nos queda para luchar contra ello,  aunque a lo mejor no, a lo mejor no  sucede, a lo mejor todos estos hombres resultan ser unos inútiles o a lo mejor no pueden solucionar la situación del país hermano. Por supuesto que voy a aceptar lo que en su día decidamos, pero me alegro de poder manifestar mi indignación para las injusticias y la cerrilidad humana. De quien sea.

Resulta que en los inicios de la democracia, el menor de todos los males, ya decía Platón que el Estado debía estar basado en la ética y la condición humana, y que el hombre, y cuando se dice hombre es hombre lo que se dice, es un ser que solo puede vivir siendo social. También decía que la ética y la justicia deben ser lo mismo tanto para el ciudadano, y se sigue con el masculino, como para el Estado. Igual. Para colmo, también se elucubraba con que la razón, la filosofía y la sabiduría tenían que ser las capacidades con las que se debía gobernar. Y bla, bla, bla… todo palabras vacías, porque no puede haber una mínima justicia ni ética ni filosofía y mucho menos sabiduría, no puede haber una verdadera democracia si no se tiene en cuenta a la mitad de la población. En caso contrario, hubiera sido mejor que las mujeres no existieran y que cada hombre se las apañara en sí. ¿Para esto nos inventaron? No, no hemos pedido existir para esto, no voy a colaborar con esto, no voy a participar en esto. No con mi voto. Y muchas mujeres piensan lo mismo. Veremos.

Qué pena la Grecia de los viejos, viejos tiempos. Ya he dicho que esperemos que a nosotros no nos pase lo mismo, no me lo imagino, no pienso que las mujeres españolas pasemos por lo mismo sin protestar, y no soy clasista, pero sí soy feminista, progresista, y para nada “podemista”, a la vista está. Y si alguien no respeta la libertad de cada cual, incluso la mía, es algo más que queda demostrado, como ha sido mi pretensión desde el principio.

En fin, me quedo con la marcha de Demis Roussos. Casi nadie se ha enterado e incluso dudo de que se le recuerde. Total, era de los tiempos en los que despertábamos a la igualdad y a la justicia social para la generalidad del ser humano. Ahora seguramente lo que se pretende es que sigamos durmiendo la mitad de él. Es decepcionante.