Sí, denigradas y deshonradas religiones mal entendidas y maldito dinero que son capaces de llevar al ser humano a la autodestrucción. Las religiones por la engañosa sacralización de todo cuanto nos rodea y sus falsas promesas de paraísos absurdos, llenos de vírgenes.  Y el dinero, como la droga “religiosa” más potente que convierte a algunas personas en lobos para con sus semejantes… “Homo, hominis lupus”

El  dinero, que esclaviza a unas personas, desposeyéndolas de su dignidad, mientras que siembran la miseria y la muerte en otros, para vivir de ello, en la insultante y pecaminosa opulencia, sin que su conciencia se resquebraje, acaso porque no tengan conciencia estos criminales canallas.  Ya lo comentaba en mi artículo interior.

Vivimos en una sociedad, donde la comunicación personal y la empatía rayan mínimos históricos, aunque tengamos todos los medios comunicativos a nuestro alcance. Una sociedad Occidental regida por unos antivalores que paulatinamente nos están haciendo desembocar en un cataclismo.

Pero si grave es la religión del “dios dinero” más grave a mi juicio, es la manipulación religiosa que se comete con y contra los pueblos. Todas las guerras, todas las masacres, todas las infamias perpetradas con estos pueblos, se harán, ya se hacen, mayoritariamente en nombre de Dios, un Dios vengativo, enloquecido, resentido e irreconciliable con la humanidad, un Dios que goza con el dolor de sus criaturas, con el olor de la sangre de los infieles.

Y este Dios, exige continuos sacrificios humanos, al estilo de los dioses mayas y aztecas.   Hebreos que con su Torá en la mano, dicen frases tan escalofriantes como esta, dirigida a unos palestinos: “Ya queda poco para la venida del Mesías. Cuando llegue, seréis nuestros esclavos”  Islamistas que con su Corán en la mano, se revientan en nombre y por mandato de Alá y así entrar en el Paraiso…

Se nos presenta un panorama peliagudo también con el avance del islamismo integrista, que se expande como el ébola en un mundo para el que no hay fronteras.

Quizá  nos veamos involucrados, si no lo estamos ya, en una nueva guerra en el Norte y Centro  África  y en Oriente Medio,  donde el terrorismo, de estos países islámicos ya radicalizados, se arme hasta los dientes, con las armas que entre todos les hemos vendido, incluida España  y suframos sus consecuencias.

La  periodista italiana Oriana Fallaci , ya fallecida, en uno de sus estremecedores libros, “La Fuerza de la Razón”  exponía la frase completa, atribuida al enajenado Gadafi, empeñado en la conquista del mundo occidental por los musulmanes: «Os conquistaremos no por la fuerza de las armas, sino por el vientre de nuestras mujeres».

La premonición, con el paso del tiempo se va confirmando inexorablemente. Serios estudios estadísticos y demográficos sobre la natalidad, en el mundo musulmán y Occidente, demuestran el imparable avance de la cultura y civilización musulmana, que acabará fagocitando a la europea y la occidental. Sin recurrir a los números y solo basado en hechos incontestables,  en un par de décadas, el panorama europeo y mundial cambiará radicalmente.

“Ya es un hecho admitido, que la religión predominante en el mundo no es la cristiana, sino la musulmana. En Europa hay ya más mezquitas que templos cristianos.

En varios países europeos, el poder decisorio, por la fuerza de los votos, está ya en manos de emigrantes musulmanes, que van imponiendo su cultura, religión, modus vivendi etc.” (Miguel Rivilla San Martín)

Todos los que esperábamos cambios sustanciales en la revolución que dio en llamarse “La Primavera Árabe” asistíamos meses después, a los sangrientos conflictos sociales en estos países, en los que quizá fue peor el remedio que la enfermedad.

Por poner un ejemplo, el canalla dictador Gadafi, fue armado y adiestrado por Occidente, otrora en buena relación.  Egipto también se podía visitar sin peligro en tiempos de Mubarak, Túnez, Siria, Líbano, Irak, Afganistán…

Con el avance integrista islámico, todos estos países citados y bastantes más, han retrocedido decenas de años.  La laica Turquía con el “progresista” Erdogán ha vuelto al burka, tirando por tierra el avance de un estado laico, conseguido  por la revolución de Ataturk.

Retroceso que Occidente sufrirá  en no mucho tiempo, vía islámica.

Occidente apoyó el derrocamiento de todos estos canallas dictadores y asesinos… pero ¿qué tenemos ahora?  Una realidad infinitamente peor que la anterior.