En estos tiempos en los que el país parece tibiamente convulsionado tras las elecciones europeas, de las qué muchos seguimos sin saber bien cómo pueden repercutir en nuestra calidad de vida; ahora qué, gracias a sus resultados y a la ineficacia de un sistema electoral caduco de partidos políticos anquilosados, se han desempolvado muchas banderas tricolor, con independencia de su legitimidad, tema que no pretendo tratar aquí; cuándo la Monarquía Borbónica se tambalea con un Rey que sale con más pena que gloria, a pesar del reconocimiento pasado, y un Príncipe que aspira a ser mejor que cualquiera de sus antecesores (cosa que no debería resultarle demasiado difícil según la conducta de aquéllos); en este momento que muchos aprovechan para reclamar, bien desde la propia Constitución, bien desde fuera de ella, la oportunidad de instaurar una III República Española, me gustaría aportar algunas ideas.

Todos sabemos, o deberíamos documentarnos si no fuera el caso, que Juan Carlos I fue impuesto por Franco en un primer momento, que el pueblo español lo aceptó cuando votó la Constitución de 1979 y legitimó su Título de Rey, y que sigue ratificándolo como tal en cada una de las elecciones a las que nos sometemos, al ser los partidos más votados, con un amplio porcentaje frente a la suma de los demás, defensores de la Monarquía. De igual manera, no vamos a ser mojigatos y no reconocer que ha sido un monarca con bastantes éxitos, así cómo con una amplia gama de errores. Sería interesante valorarlo objetivamente, con independencia de que seamos republicanos o monárquicos, a ver que resultado obtenemos.

También somos conscientes, o deberíamos serlo, de que cualquier partido político, iniciativa ciudadana, o particular, por minoritaria que sea, tiene todo el derecho a pedir que se derogue la Monarquía, a solicitar un referéndum para qué opine la ciudadanía, con independencia de qué pueda llevarse a cabo, o no, por motivos legales (ya se encargarán las leyes y quién velan por su cumplimiento de garantizar la legalidad) y sea aquella petición por motivos estéticos, ideológicos o puramente electoralistas, o todos a un tiempo.

Pues en esta situación, cómo individuo con derecho también a opinar y pedir, me gustaría que España se transformara en un Estado con un único Presidente (llamémosle de la República o del Gobierno), pero sin duplicar cargos. Sustituir un Rey por un Presidente de la República sería más de lo mismo, o peor incluso; sustituir una Casa Real improductiva por un séquito de acólitos republicanos sin oficio ni beneficio sería el mismo perro con diferente collar. Iguales o superiores gastos, más personajes sin funciones definidas, cambiando cada cinco o seis años, con sus asesores, sus pensiones vitalicias, sus cargos en empresas públicas o semiprivadas al abandonar aquéllos… Y sumándoles otros cada equis tiempo y otros, y otros…

Y ya puestos a soñar con un cambio global de nuestro sistema político y social, por qué no un Gobierno de un solo Jefe en un Estado Federal, dónde las desigualdades entre Comunidades o Federaciones se pudieran aminorar y no acrecentar, cómo sucede en la actualidad con la confederación del Estado de las Autonomías, dónde el sentido de Igualdad, a pesar de ser una palabra que casi todos los políticos emplean con denodado entusiasmo, parece haber desaparecido.

Seguramente, cada uno de nosotros tendremos una visión diferente de cómo debería ser nuestro país. Eso espero, porque eso demostraría que aún seguimos preocupándonos y pensando en nuestro futuro y en el de nuestros hijos. Pero, ante todo, deberíamos considerar qué, todos aquellos puntos de vista distintos, son legítimos mientras no se intenten imponer por la fuerza, no lo olviden y qué, ante ellos, no nos queda más opción que el consenso si queremos construir una sociedad común. ¿O no es este nuestro objetivo?

De cualquier manera, ya están aquí los Mundiales de Fútbol, así qué se nos olvidarán pronto estos aires renovadores y nos centraremos en lo que nos da la vida a los españoles, en lo que nos rebaja los impuestos y nos proyecta mundialmente: El Sacrosagrado Fútbol. ¡Aún así, no me pienso perder ni un partido y quiero que ganemos!