Vuelvo a los viernes y han pasado algunas cosas estos días pasados que nos han sacado un poco de esta rutina tan aburrida y preocupante que tenemos. Primero El Atlético de Madrid ganó la Liga, bien. Después el Real Madrid ganó la Champions, muy bien. El Linares sigue en su lucha, ánimo, el Racing subió a Segunda, estupendo y… qué más, qué más… ¡ah, sí! fueron las elecciones al Parlamento Europeo. Casi se me olvida.

No, no estoy de broma, creo que esas han sido las prioridades que muchísima gente ha tenido en este mes que ahora termina y no me hubiera gustado que fuera así, me hubiera gustado que nos hubiéramos tomado más en serio lo de las elecciones, que hubiera habido una campaña menos anodina por no decir otra cosa, hubiera preferido menos abstención y más participación… pero yo ya casi me he rendido, la política ya no apasiona a nadie o más bien nos ha decepcionado tanto que casi pasamos de ella.

Las elecciones al Parlamento Europeo han pasado sin pena ni gloria y los resultados han sido catastróficos para la democracia. Me pedían estos días una valoración de los resultados y coincidía con algunas personas más en que los partidos nacionales grandes han perdido, los pequeños han subido o emergido y que el panorama se ve venir. Sí porque también se me preguntaba si estos resultados podrían ser extrapolables a los próximos comicios que se avecinan y aquí es dónde me quiero parar. Porque sí pueden ser extrapolables, básicamente porque la gente tenía ganas de votar, tenía ganas de demostrar el desencanto que lleva arrastrando demasiado tiempo y que aunque fuera a decidirse la presencia en Europa, creo poder decir sin temor a equivocarme que en la mente estaba el deseo de manifestarse y dar un voto de castigo a los gobernantes, oposición y demás idas y venidas a nivel nacional. En Europa creemos poco, pero es que en nuestro país se nos va acabando la confianza.

Decía yo que los dos partidos mayoritarios han perdido muchísimo y que el tiempo les da una ocasión muy generosa para escuchar lo que ha pasado y cambiar, porque si no lo hacen, si las dimisiones o abandonos no llevan a una transformación y acercamiento al pueblo y a las bases, la configuración política va a ser un galimatías, en Linares tal vez no, en Andalucía tal vez tampoco, pero en España sí va a estar complicado. Y a ver qué hacemos. Yo me decantaré siempre cuando lo vea claro, por si es verdad.

Bien, asisto, porque asisto y observo,  a la aparición de “Podemos” como algo que se ha fraguado en las redes sociales y medios de comunicación, como algo en consecuencia con el 15M, como un despertar de la gente joven que se va posicionando para su propio futuro, al fin y al cabo ellos van a vivir en él. Tienen el idealismo, por qué vamos a pensar en otra cosa, de poder propiciar un cambio, su campaña electoral propugnaba cosas que pueden y no pueden ser posibles. Los miro diciendo que no olviden que no es lo mismo predicar que dar trigo, que aprendan de lo bueno, de lo esencial, de lo irrenunciable que podemos haber construido para ellos. Que hay que escuchar, que ahora es el tiempo, que estamos de todo, que hay que llevar un ideal  general de bienestar para todos, que propicien el diálogo y el consenso, que no se precipiten, que nada cambia de la noche a la mañana porque en caso contrario tendremos más de lo mismo, como ha sido desde que el mundo es mundo y no me equivoco en esto.

Les sabía a poco  a “Podemos” sólo haber sacado cinco diputados europeos, ellos con el empuje de la juventud hubieran querido copar todo el parlamento, se les ve impacientes, y yo les digo que paciencia, que a aprender, a formarse, a escuchar, a dialogar, a consolidar, a desbrozar, a responsabilizarse porque no estamos jugando y tienen entre manos algo muy valioso que nos ha costado mucho equilibrar, o en un momento eso se pensó. Que el mañana empieza hoy. Me falta decir que tampoco me fío ni un pelo de este populismo porque, siendo benevolente, veo mucho corazón y poca cabeza, sin ánimo de ofender, simplemente porque lo veo y la vida no es totalmente así, ni para ellos ni para los otros. Ejemplos haberlos, húbolos.

Es un aviso para navegantes, para todos, porque todos estamos en el mismo barco. Si nos hundimos, nos hundimos todos, si flotamos también respiraremos todos. No empecemos a hacer divisiones, no conviene, para la paz y la justicia, una radicalidad incontrolada. Yo, al menos, quisiera terminar mi contemporaneidad en paz para mí y esperanza en un futuro justo para los que queden.