Me parece muy bien que en el día de hoy nos toque votar y deseo que lo hagáis, pero me apetece más hablar de algo que provoca sonrisas nada más nombrarla o pensar en ella, me refiero a Mafalda. ¿A qué sí? Y la traigo hoy a colación porque esa niña incómoda, preguntona, cabreosa, contestataria, sincera y con un sentido común que muchos lo quisieran, a la que no le gusta la sopa y adora a los Beatles, cumple 50 años, tiene ya medio siglo, aunque yo diría que es intemporal, que durará siempre, como Don Quijote, como Afrodita, como Don Juan, mitos que aún siéndolo, a ver quién se atreve a discutir su existencia. Yo no por lo menos, yo inmediatamente me he ido a “verla” en el google, donde la podéis buscar, donde ha sido un placer encontrarla y traerla conmigo, porque me apetecía inmortalizarme con ella, como si me hiciera una foto a su lado, yo que no suelo ser mitómana.

Pues sí, se cumplen 50 años desde que su creador Quino, en 1.964, nos presentó a esa niña morena, con su lazo, con su pelo negro y su gran cabeza, deambulando por cualquier sitio, pensando o preguntando, hablando con su amigo Miguelito que se hacía  preguntas retorcidas y que lo único que quería era que “le saliera bien la vida”, o con su amiga Susanita, su antítesis, chismosa, parlanchina, deseosa de casarse  con un hombre rico y tener muchos hijos, o Libertad, la amiga política con la que más elucubraba de ideas sociales. A mí me encantan sobre todo las preguntas que lanza a su madre, una mujer hacendosa, todo el día de ama de casa a la que Mafalda sorprende con sus ideas de igualdad, de emancipación de la mujer, por sus planteamientos intelectuales sobre la situación de las mujeres, entre muchas otras cosas. No se le escapaba ni una, hasta se escapó de su creador, cuando la escuchamos, la escuchamos a ella.  Vivió, o vive, por sí misma y se la recordará siempre. La grandeza de la generosidad de los buenos creadores.

A Mafalda y a Quino se les ha otorgado el Premio Príncipe de Asturias de la Comunicación y Humanidades 2014, lo que me ha parecido acertadísimo y me alegró mucho, me dieron una buena noticia, porque Mafalda es universal. Una niña preocupada por la humanidad y la paz mundial, por los derechos humanos, que ve el mundo con sus propios ojos de niña y dice verdades como puños, que nos rectifica continuamente con su fina ironía, con su gesto de “heroína iracunda” como la llegó a calificar Umberto Eco. Es impresionante esta creación, es una de esas cosas que te reconcilia con nuestro ser de humanos, que nos lo recuerda, porque lo olvidamos.

Mafalda permaneció 9 años hablando de todo, preguntándose de todo, cabreándose por todo, diciendo aquello de que “paren el mundo que me quiero bajar” que yo no sabía que era una frase suya, o lo otro de que “ Si la vida empieza a los 40, ¿por qué nos hacen venir con tanta anticipación? O esta otra, y termino: “¿Y por qué habiendo mundos más evolucionados yo tenía que nacer en este?

Sus frases son geniales, podríamos decir muchas más y os invito a ello, os pasaréis un buen  rato. Yo aparte de ello le agradezco  a Mafalda, la preciosa y entrañable Mafalda, que haya puesto un poco de cordura en este mundo tan incomprensible y que paradójicamente la tacha a ella de lo mismo. Yo sé perfectamente quien está más cuerdo. O cuerda.