En los días finales de Aprilis, mes consagrado a Venus, cuando se abre la tierra para mostrar lo que se ha ido gestando en su fondo, como también hace Perséfone cuando abandona a Hades, impaciente por dejar tanta oscuridad y resignación, hemos asistido a una actividad que recupera a Cástulo en una de sus formas más justas: teatralizándolo. Eso es lo que hay que hacer, ir allí, representar su vida cotidiana, contemplar su lugar estratégico, aprovechar ese decorado real, o sea vivir Cástulo.
Felicito a la Comunidad Educativa del IES Santa Engracia por esta idea de representar por alumnado, profesorado y familias la vida de un día en la ciudad de Cástulo. Yo sé que el profesorado es capaz de esto y mucho más, me ha gustado seguir comprobando el amor por la docencia sin tener en cuenta obstáculos de ninguna clase. Imagino el trabajo y la ilusión que existe cuando se emprende un acto de esta envergadura, todos en torno a nuestra historia, a plasmar en la realidad cómo sería la vida de una civilización que realmente “estuvo allí”, muy cerca de nosotros, cómo vestían, cómo vivían, cómo trabajaban, cómo se divertían, al fin seres humanos que poblaron nuestro espacio como lo hacemos nosotros ahora y como otros harán cuando ya no estemos. Esa es la manera de conocer nuestra historia y meternos en la piel de los que nos precedieron. Me encantó, me alegré mucho, el sol de justicia también nos unía a ellos. Confieso que cuando vi a la gente joven caracterizada de romanos y romanas, cuando a lo lejos sólo atisbaba personas con sus túnicas y ropajes, sin alusión a lo actual, por un momento creí estar viendo aquella ciudad, porque eran las mismas presencias las que la recorrían. Un buen trabajo, un buen aprendizaje, es lo que queda.
No hacía mucho tiempo que lo había visitado en una de las tantas veces que me acerco por allí. Recuerdo que fui allí para recordar a Imilce ya “inmortalizada” en mi libro. Se me ocurrió que otro día, o ya veremos cómo, haremos lo posible por encontrarnos con ella allí, en su ciudad, en su entorno y conseguiremos que se la recuerde nada más acercarnos a Cástulo. Es una idea que se acabará materializando cuando le ponga rostro a Imilke. Entonces. El esplendor de los descubrimientos que se han encontrado, el mosaico, el león, todo lo tangible que podemos contemplar y atesorar en el Museo Arqueológico nos acerca a lo romano más que a lo ibero, se oculta este mito y es mi empeño que esté allí. Igual que a Aníbal, en el mismo rellano que él. Nadie cuestiona al cartaginés, hay que conseguir que nadie cuestione a Imilké. Es lo justo.
De todas formas quería llamar la atención sobre el lío de rotondas que se está formando en la intersección de esas direcciones. Supongo que responderá a algún proyecto que todavía no está terminado, y que a lo mejor luego queda bien, pero de momento para mí no son necesarias dos rotondas. Pensaba yo que sí unieran autopistas, o incluso autovías, tal vez procedieran, pero no lo son, son carreteras secundarias, ni siquiera para ir por Jabalquinto se nos anuncia una salida a Jaén y Granada, o un poco antes a Úbeda y Baeza, prueba de que sólo lo sabemos los de aquí y desde aquí. La conexión es difícil y puede ser un poco de lío para el foráneo.
Yo sé lo que me digo y no quiero hablar más porque no tengo suficiente información, de momento. Eso sí, acaricio la idea de que en medio se construya algo relativo a Cástulo. Y sin olvidar a Imilke. Podría poner: Cástulo, ciudad ibero romana, patria de Imilke”. Pues ya veremos. Y ya lo hablaremos.