Y muchos han olvidado demasiado…

“No vivas dando tantas explicaciones. Tus amigos no las necesitan. Tus enemigos no las creen”…. (Óscar Wilde)
Y… los necios, no las entenderán.

Lo que se dio en Linares el sábado 15 M (me refiero a la manifestación) fue justo lo contrario de lo que sucedió en Madrid el 22M. En Linares la gente ha olvidado demasiado. Demasiadas justificaciones. Sobran las explicaciones para quienes no quieren saber.

La tarde-noche del 22-M, oía Radio Pirenáica (independiente hasta ahora, Público. es – programa La Tuerka)
Como cuando era joven, ese dia, había un vacío informativo típico de la dictadura franquista, vacío roto durante pocos minutos, en los telediarios de la noche. El follón, los palos a la policía, eran lo único que interesaba a las grandes cadenas nacionales y autonómicas…. fieles canes de sus amos. Y yo lo siento por estos hombres, por estos servidores de la ley…de verdad.

Vi un programa en directo, sobre lo que se cocía en Colón, Recoletos, etc., Madrid, se convirtió en una olla a presión, a la que varias centenas de radicales hijos de su santa madre, encapuchados, cobardes, bichos de alcantarilla, con toda clase de artefactos agresivos, intentaron reventar esa olla, agrediendo gravemente a la policía.

El 15 M, fue el inicio de una catarsis colectiva, que ha desembocado en la Marcha de la Dignidad del 22M de 2014, convocada por 150 asociaciones y algunos partidos. Ahí se ve, que es más lo que nos une al pueblo, que lo que nos separa. Claro, que también todo se hizo de abajo a arriba.

Yo, aunque tengo capital, no me siento capitalista, porque mi gran y único capital, es sólo mi conciencia, y a ésta, sí que no la puedo engañar, porque no me caso con ninguna ideología.

Una cosa son los intereses del poder y otra, los principios solidarios del pueblo. Y cuando digo intereses de poder, me refiero a quienes sustentan los partidos de poder, como partidos a su servicio, esto es, el capitalismo puro y duro.

Esta última semana, ha sido pródiga en noticias a toro pasado. Se suele decir que “agua pasada no mueve molino” pero en este caso el aserto popular, no ha funcionado, porque las aspas han girado, de forma positiva y por desgracia violenta al mismo tiempo.

Cuando uno toma un medicamento, beneficioso para su salud, es consciente de las contraindicaciones y los efectos secundarios que le puede producir. Pues bien, con este símil quiero hablar de los efectos curativos, secundarios y nocivos, de la Marcha de la Dignidad del 22-M.

Los curativos hay que esperar a verlos. Ha sido mucho lo puesto en la sartén, y corremos el peligro de que algunas chuletas se chamusquen, o las quieran chamuscar (Cristina Cifuentes, exigiendo responsabilidades a los múltiples organizadores de esta Marcha)

¿De verdad creemos que se puede auto montar un servicio de seguridad por la propia manifestación, para dos millones de personas? Los efectos nocivos, los estábamos viendo in situ. Algunos cientos de niñatos pendencieros, agresivos, terroristas, hijos de Satanás, organizados perfectamente, intentaron reventar una manifestación de 2.000.000 de personas. Una manifestación modélica en su pacifismo, multicolor, de gente sufriente y que está hasta los cotiledones ya, de tanta ignominia, de tanta pobreza, de tanto robo, de tantas heces. Estos dos millones de personas, eran antisistema, porque está harta de pasarlo mal, porque este sistema social y político es la causa de esta pobreza; a esto me refería en mi artículo anterior. Los niñatos que montaron el cirio son mal llamados antisistema, porque simplemente eran terroristas.

Desde luego es de lamentar profundamente lo que le pasó a la policía…desde luego.

De esta Marcha de la Dignidad, de más de dos millones de personas de toda España, sólo han dado lo medios de comunicación, reiteradamente, las agresiones a los anti disturbios, y que siendo condenables en grado extremo, han soslayado la agonía del pueblo español.

La prensa canalla, que decía Valle Inclán en su obra, Luces de Bohemia, haría hincapié al día siguiente sólo en el altercado que comenzó casi 90 minutos antes, de la hora fijada para la conclusión de esta macro marcha y manifestación, reconocida como histórica por toda la prensa del exterior.

La dignidad es el respeto que tiene uno de sí mismo, (dijo Concepción Arenal) debe estar por encima del miedo, y eso es lo que el pueblo español demostró ese día, ser un pueblo digno.

Un pueblo harto de tanto engaño, de tanta miseria, hastiado del poder, un poder que debería ser servicio a la ciudadanía honesta y decente, un pueblo que increpaba a algunos de estos terroristas, exigiéndoles que se quitaran la capucha y a cara descubierta, demostraran su “valentía”. Y lo que demostraron es ser ratas cobardes cuyo placer fue la fortísima agresión a estos servidores de la ciudadanía y querer cargarse la lucha por la libertad durante muchos años, de millones de españoles.

El jueves pasado, Cáritas, daba un informe, sobre los españoles en peligro y/o riesgo de exclusión social que alcanzaba la cifra de 13 millones y nuestros niños, los más pobres de Europa, después de Rumanía. Esto sí que es un grave pecado social, estructural… “España va saliendo de la crisis” (Mariano Rajoy) Pero ¿Cuándo va a bajar nuestro Presidente del caballo, poner pie en tierra y constatar la realidad?

También y paralelamente, hemos vivido el luctuoso suceso sobre Adolfo Suárez, el presidente con más valía de nuestra democracia. Un presidente, que nunca chupó de las tetas de la vaca Ciriaca. Un presidente al que Banesto, le quitó su casa de Ávila, después de pedir un préstamo para intentar curar a su esposa y no poder pagarlo. Un presidente atacado y defenestrado, olvidado, en primer lugar por los de su propio partido, y después por otros, que ahora se deshacen en reconocimientos a este gran estadista, hombre valiente de profundas convicciones y creencias, que vivió de acuerdo con las mismas. ¡Hipócritas! ¡Sepulcros blanqueados! Otros presidentes tendrían que haberlo emulado, pero no han sabido o querido, porque no tienen la talla humana de Suárez. Yo siento su muerte. Se fue humildemente, decentemente, discretamente, tal como vivió. Y es que la memoria, es la facultad que olvida lo que queremos olvidar.