Mercedes Rueda, escritora linarense con una consolidada trayectoria en la defensa de la igualdad entre géneros, ha presentado recientemente su libro ‘Susurros’, en el que recoge la historia de algunas de las mujeres más relevantes de la historia de la ciudad.

Junto a su faceta de escritora, Mercedes Rueda continúa su labor al presente de la Asociación Mujeres Vecinales de Linares, un colectivo que sigue creciendo día a día y que lucha por visibilizar a las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad.

Linares28: ¿Por qué un libro sobre las mujeres de Linares?

Mercedes Rueda: Porque no existía. No existían apenas datos ni interés por el papel importantísimo que también tuvieron las mujeres en nuestra historia. Por poner un ejemplo, en Linares es más conocido Aníbal que Imilce, cuando él no tenía nada que ver con nosotros; no hay referencias a ella en el Centro de Interpretación de Cástulo; no tenemos una calle ni una plaza ni una estatua que la recuerde; ha tenido que existir un gran hotel para que se ponga al lado una pequeña cafetería… Y digo lo mismo con respecto a las demás mujeres que nos han precedido y que están en el libro. Mi intención es que no se deje de lado este aspecto y que de una vez se escriba la historia completa sin poner pretextos al olvido.

L28: Su libro ‘Susurros’, es un homenaje a las mujeres que han marcado parte de la historia de Linares. ¿Ha sido difícil poder acercarse al perfil de cada una de ellas o la historia les ha tratado bien y no han caído en el olvido?

M. R.: No es sólo un homenaje, es un recordatorio y un acto de justicia. Pero sí, ha sido difícil, porque hay pocos datos y bastante dispersos, que es como olvidarlas. Tampoco se trataba sólo de una investigación sino de conocer el entorno, de contar la historia de Linares desde otra perspectiva: la de las mujeres. Sin embargo es muy curioso y clarificador que hay muchos más datos en dos mujeres: Carlota Remfry y Antonia López Arista como prueba de que han tenido detrás unas instituciones que han cuidado su memoria, como es la Asamblea de Hermanos Evangélicos y la Institución Teresiana. Pero ¿Quién conserva la memoria de las demás? De ahí la importancia de que coja el relevo el  Archivo Municipal y así recopilar el presente de nuestra historia, sin olvidar a las mujeres, porque va a hacer falta después. Quiero decir que el afecto y el interés tienen mucho que ver con la conservación de nuestro patrimonio humano.

L28: Más allá de conocer a cada una de las protagonistas, ¿qué aporta este libro al lector?

M. R.: Un acercamiento a la historia de Linares, su humanización, una profundización en los referentes femeninos y un punto de partida para seguir completando sus biografías. Aporta cultura, conocimiento y opinión. Una opinión más justa sobre nuestra ciudad, porque ya sabemos que lo que no se ve o no se pone en valor, no existe.

L28: Su defensa por la igualdad entre géneros y el papel de la mujer a lo largo de la historia no sólo se recoge en este libro, también en su papel como presidenta al frente de Mujeres Vecinales. ¿Qué supone que Linares cuente con un colectivo como este para defender los derechos de la mitad de la población?

M. R: Como decía en las preguntas anteriores: tener referentes femeninos, ir contando con un punto de partida para evitar estar siempre empezando en esta lucha por la igualdad. Linares cuenta con una importante trayectoria en Asociaciones que han trabajado por la Igualdad y dignidad de las mujeres y sin embargo no se conocen. Son como guardianas que dependen sólo de ellas mismas. Mujeres Vecinales no ha surgido ahora pero no ha tenido el tratamiento suficiente para que se consolide al igual que las Asociaciones Vecinales. Como es fácilmente constatable, nadie lo ha hecho por nosotras. Se trata pues de hacerlo y mantenerlo, porque es indudable que la historia no está completa mientras no se incluyan los logros de las mujeres.

L28: ¿Qué papel ha jugado hasta ahora Mujeres Vecinales en la sociedad linarense y cuáles son sus proyectos u objetivos más cercanos?

M. R.: El proyecto de base es siempre el mismo: visibilizar a las mujeres de los barrios, que somos todas, sacarlas de su ámbito privado, que intervengan en sus asociaciones y den respuestas a los problemas conjuntamente con los hombres. Para ello hay una labor de formación y concienciación continua, aparte de conquista del espacio público que nos corresponde. Podría decir que ahora hay que ser más reivindicativas y estar ahí.

L28: Mujeres Vecinales, más allá de la lucha por la igualdad, no se encuentra al margen de la situación de la ciudad y recientemente se adhería a la plataforma ciudadana por el futuro de Linares. ¿Cómo valora esa primera actuación el pasado 15 de marzo y cuál cree que deben ser los pasos a seguir?

M. R.: A las mujeres también nos interesan los mismos problemas que a los hombres, esta segregación debe cambiar. La participación en la Plataforma Ciudadana es un primer paso visible de lo que llamamos la incorporación de la mujer al espacio público, una forma de decir que estamos ahí, que nos interesa lo mismo y que compartimos iguales  responsabilidades. El empuje de las mujeres lo ha hecho posible, ahora falta que también los hombres compartan el espacio privado, que no se quede sólo en el esfuerzo de las mujeres, que es ímprobo. Nosotras intervenimos en los problemas comunes que nos estaban vedados, los hombres “consienten” pero no se mueven de sus planteamientos. Se podría decir que nos toleran pero no nos incluyen por lo que en el momento en que lo dejáramos, desapareceríamos de nuevo. Así todo el peso recae sobre las mujeres y no vamos a cejar pero no nos es fácil. Finalmente, Mujeres Vecinales no persigue sólo un sitio en la pancarta de salida al lado de los hombres, sino igualdad, paridad, pluralidad, cambio en la fisonomía pública, consolidación de nuestro lugar.  La dificultad estriba en que para nosotras ocupar un lugar tiene que quitarse de ese lugar un hombre y ahí está la cuestión. Integrarnos sí pero no a cambio de quitarse ellos y los lugares son los lugares y no es así como se consigue una sociedad justa e igualitaria. Si no fuera porque lo que queremos es construir, nos indignaríamos.

L28: ¿Cuál sería la solución para conseguir la igualdad real y de hecho?

M. R.: Compartir es mezclar, no añadir, y lo justo es la igualdad de trato y de oportunidades, hasta en número. Esta es la asignatura pendiente de esta sociedad y la pena es que se tolere a las mujeres como “un mal menor”. El agua y el barro coexisten pero sólo se mezclan de vez en cuando y porque el agua es invasiva, es discreta e invasiva, sino el barro cree que se basta a sí mismo. No se puede dejar de lado el agua pero se deja a no ser que ella se mantenga a la expectativa, generosamente a la expectativa. Mientras una sociedad no sea capaz de conformar en un todo estos dos elementos, será una sociedad quebradiza y opaca, sin vida. Esto es así y nos deberíamos de dar cuenta de que todo “parece ir bien” por la prudencia y la responsabilidad de las mujeres. Esto se debería pensar, pero es muy difícil que se cambie por ambas partes y esa es la bendición de unos y la maldición de otras. Las mujeres vamos conquistando espacios tenazmente, pero, lamentablemente, no nos dejan que sea de una manera integradora. No hace falta más que ver los retrocesos actuales. Pero seguimos y poco a poco seremos más, hombres y mujeres. Yo no me planteo otra cosa.