Hoy viernes, de nuevo en Linares, el movimiento vecinal coordinado por la Federación de Asociaciones Vecinales Himilce estará recogiendo alimentos en los distintos establecimientos con el fin de repartirlos entre las personas que más los necesitan.
De nuevo nos encontraremos con la “molesta”, a veces, intromisión de personas que pedirán alimentos no perecederos para los demás.
Yo el año pasado tuve esa experiencia y fue reconfortante y reveladora, realmente pensaba, y pienso, y me enorgullecía, y me enorgullezco, de que las personas nos preocupemos unas de otras, que ponga más el que más tiene, que nos duela esta situación dramática. No hay nada que merezca más la pena, o mejor dicho, que nos dignifique más como seres humanos, que ayudar al que lo necesita ya sea tanto en el aspecto de la supervivencia como en el de la escucha. Un abrazo a tiempo nos devuelve la humanidad y recoger alimentos es el abrazo solidario, un abrazo en forma de comida que llenarán las mesas ante las que se reúnen niños ilusionados y padres felices. Ese día sí, y procuremos que muchos. Ahora es el momento, mientras escampa.
Pero es verdad que hay de todo. Había personas que por su cuenta se acercaban a decir que a la salida dejarían algo, y lo hacían satisfechos de colaborar, otras se hacían las desentendidas y había que abordarlas con la amabilidad del que sabe que es más importante el fin que la indiferencia. Otras personas mascullaban que a ellos también les hacía falta y pasaban deprisa intentando eludir a quienes les decían que un cartón de leche o un litro de aceite no costaba tanto; afortunadamente las más, se
enrollaban y hasta te contaban su vida, porque la vida a veces nos coloca a un lado o a otro sin saber por qué y sólo hay que aceptarla y cumplirla. De todas formas Linares no es una ciudad tacaña aunque a veces son más generosos quienes menos tienen.
Yo recuerdo siempre que no hace falta robar ni atracar supermercados, como la infausta memoria que sabemos, para conseguir llegar a paliar este problema. Nunca me ha gustado esa hipocresía ni que se conozca la cara de quienes puedan estar en deuda con alguien. Recuerdo también a las personas que hacen trampa y no les da nada quedarse con lo de los demás como las que, aún teniendo, piden. Se ven gentes egoístas y generosas, amables y displicentes, hay de todo. A mí me gusta que sea así, que no veamos a quienes van dirigidos, que no nos puedan dar las gracias, que no nos hagan pasar por el mal rato de sentirnos afortunados ante los desafortunados. Nadie somos más que nadie y ni siquiera sabemos por qué estamos del otro lado.
No es un tema para decir muchas más cosas, sólo deseo que los hangares se llenen y los alimentos lleguen generosamente a todos los hogares linarenses que más lo necesiten. Y que les demos gracias a Dios o a la vida, según plazca, no a las personas que han dedicado varias horas como intendentes, las gracias las dan ellos, ellos se sorprenden dando las gracias cuando no es para sí mismos y eso es un buen ejercicio de humildad. Pero, ahora sí, no hay que dar las gracias a quienes acumulan miles de euros sin acordarse de nadie, a los al menos que tienen una nómina segura, a los que niegan la pobreza, a los que han provocado esta situación y no se les mueve ni un músculo. Como decía mi padre, “al final de la jornada, aquel que se salva, sabe, y el que no… no sabe nada”. Saber y comprender, donar parte de lo que tenemos, eso es lo que importa, porque en el día justo, tampoco seremos juzgados igual, ni aquí ni allá.