Patricia Paz en Eclesalia, habla desde la Argentina de la charla de Margarita Barrientos, también argentina, que nos da una lección de Amor.
La charla se titula: “Quién es Dios para mí”
Una transcripción un poco así, como de aquella manera, sería :
“Mi mamá dejaba todos los días un plato servido en el centro de la mesa como un florero y un día yo, le pregunté por qué quedaba esa comida y si no la podíamos comer y ella me dijo que no.
Entonces le pregunté por qué y ella me respondió “si viene Dios a pedirte comida qué le vas a dar”
Y yo esperaba que viniera Dios.
Un día vuelvo corriendo a casa de cuidar los chivos y veo a un hombre que está comiendo la comida, entonces voy corriendo y le digo a Mamá: ¡él no es Dios!
Entonces ella me preguntó: ¿conosés a Dios? Y yo le dije que no y ella me contestó: Entonses él es Dios.
Por eso será que a toda persona que llega al comedor todos los días, no le preguntamos de dónde viene, porque yo siempre digo que es Dios que viene a comer”
Margarita Barrientos, para los que no la conocen, es la que fundó y dirige hasta hoy el comedor “Los Piletones” que da de comer a 1500 personas todos los días. Esto también está en la charla que vale la pena escuchar para conocer a esta persona, que al comienzo reseño. Hasta el punto que sobra todo comentario por mi parte.
Y volviendo a este asunto, me vienen a la memoria las palabras de Jesús:
“Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a pequeños” (Mt 11, 25-26)
Como en Cáritas aquí en España, pero en unas circunstancias mucho más difíciles.
La pregunta que debemos hacernos es por qué hay tantos que no tienen lo suficiente para vivir, porque si todos los que nos consideramos discípulos de Jesús realmente viviéramos como él nos enseñó, a nadie le faltaría el pan.
Pero en contraposición, quiero hablar de un programa de TV en la 2, que se emitía un día por la noche, hará unos 25 o 30 días, titulado “Juego Mortal”.( Parece ser hecho en Francia, porque el idioma era el francés. O quizá en Canadá)

Jamás vi en un programa de TV tal bajeza de la condición humana, en cuanto a la avaricia, en cuanto al desamor, en cuanto al vacío personal y el deshonor.
Eran una serie de participantes que jugaban a ganar un millón de euros en ese programa. Una víctima que se sometía a una serie de preguntas.
La víctima (voluntaria) atada a una silla eléctrica, era reo, si fallaba, de una descarga eléctrica que comenzó a aumentar desde 20 a 400 voltios si no sabía la respuesta.
Los concursantes comenzaron sus preguntas y cada vez que el “ensillado” no sabía la respuesta, aumentaba el voltaje de 20 en 20 Voltios, hasta llegar a 240, 260,280, 300, a 400… que llegaron.
Condición previa del concurso era que tanto el “sufriente sujeto de electrocución” así como los preguntadores electrocutantes, no podían dejar de jugar.
Los que preguntaban, sabían que el preguntado podría morir de una descarga de más de 240 voltios… y siguieron con el juego hasta llegar a 400 voltios.
A muchos de los jugadores, les remordía la conciencia de pensar que podían matar a la víctima de seguir aumentando el voltaje, preguntándose a sí mismos, si era lícito seguir participando, a pesar de la insistencia en el juego, de la conductora del programa. Pero era mucho dinero para quien ganara…
Como espectador, expectante de ver hasta dónde puede llegar la ruindad humana me vine abajo. Y me costó mucho seguir viéndolo, pero lo vi, no por morbo, sino por ver que por dinero somos capaces de matar a quien nos dio la misma vida.
Esa noche no dormí.
Hasta que el “condenado” llegó a un momento en que en esa brutal silla eléctrica, con una descarga de 280 Voltios, dejó de responder. Y siguieron subiendo el voltaje.
Nadie respondía. Entonces se asustaron creyéndolo muerto.
Pero…El encadenado en la silla eléctrica no estuvo nunca “ensillado” realmente.
Todo fue un truco, con el que se demostró, que la avaricia de los concursantes por ganar un millón de euros (que uno los ganó) pudo más que su humanidad.
Nunca nadie se sentó realmente en la silla eléctrica, aunque el programa lo simulara.
Saquen sus conclusiones.

Foto: Thomas Hawk (Licencia Creative Commons)

Foto: Thomas Hawk (Licencia Creative Commons)