¿Quién eres tú,
que sin querer, dejas
inmóvil a la brisa?
Dormidos están los incautos
recelos del olvido.
Pero siempre tú, innoble
ser enmudecido, pasas
la vida incierta de tantas
almas inservidas.
Han dejado de pensar
de recordar, de amar.
Has ganado, has desahuciado
al tiempo.
Mataste a Dios y ahora
maldices a los hombres,
quimera inmortal de los mortales,
final del principio
suspiro de los finales.