Hay pocas conversaciones en que la ciudadanía no haga alusión a la corrupción, principalmente política, como un problema sin solución y achacable a los demás. Quienes no nos conformamos con esa versión fatal e irremediable, que los viejos y nuevos poderes nos quieren hacer tragar como cosa natural, nos rebelamos, nos ponemos a pensar, y a compartir cosas como las que siguen.

Algun@s dudamos a veces de que haya tanta gente partidaria de que desaparezca la corrupción. Nos sigue pareciendo que por la boca (y tal vez en el bar) muere el pez ( o al menos) se le va la fuerza. Podíamos seguir con el refranero en donde podemos encontrar sentencias en un sentido y en el contrario, casi siempre en el reaccionario, con ejemplos como: Dios me ponga donde haya, que de coger ya me encargaré yo. Si quieres saber como es Juanillo, dale un carguillo,.. Sin embargo, frente a esas dudas, hay bastantes personas que, pese a sus contradicciones, mantienen su dignidad y se oponen a la podredumbre.

Pero recordemos lo que sobre corrupción dice el diccionario: “acción de corromper o alterar o echar a perder o pudrir las cosas”. Referido a las personas habla de “viciar, sobornar, pervertir,..” . Sí, es cierto que en cuanto personas, tod@s debemos ser responsables, pero…¿tod@s en el mismo grado? ¿Hemos de admitir sin chistar eso lo que dicen los poderosos de que “tod@s hemos vivido por encima de nuestras posibilidades?. Aquí, como en cualquier país, puede haber vicios más o menos extendidos, pero en la propagación de los mismos la responsabilidad es muy desigual: No es igual la de quien ha de trabajar todos los días por su sustento y que puede haberse dejado contaminar por los modos capitalistas. Modos que, por otro lado, han propiciado con fría planificación los poderes financieros, mediáticos o políticos. Ello nos lleva a contraponer lo personal y lo colectivo, pues personas son las primeras y lo son quienes manejan estos poderes.

Hablando de corromper cosas, palabra precisada de una mínima especificación, convendría una mínima clasificación. Así podríamos hablar de: corrupción económica-financiera (empresas transnacionales, bancos con normas comerciales o paraísos fiscales opacos), corrupción política (instituciones como corona-gobierno-parlamento-judicatura y leyes que pervierten sus fines), corrupción de la comunicación del pensamiento y de la opinión (versiones tendenciosas en noticias, ficción y estilos-costumbres de vida favorables a quienes pueden corromper porque disponen del gran poder), corrupción del lenguaje o las palabras (pago diferido aplazado a Bárcenas, traslado al exterior por emigración de los jóvenes a Europa..).

Hay algunas modalidades de corrupción bastante extendidas y que podría disculpar la pobreza y/o precariedad. Ahí entran: el con IVA o sin IVA, échame una mano primo, u otras varias maneras de economía sumergida o enchufismo. Lo peor de todas ellas, además de que se confundan la necesidad con el cinismo, es la potente carga de desconfianza social que generan. Algunos, (Pérez Reverte en El Cultural) escribiendo “..todos los españoles somos unos hijos de puta” tratan de exagerar interesadamente una fatal desesperanza. Así se hace el trabajo sucio al poder para desanimar a quienes se rebelan. Esto es, a personas como las del 15M que, con riesgo personal, contribuyeron a: salir de las cavernas y de supersticiones, iniciaron el movimiento obrero, lucharon contra el franquismo, o contra las mentiras imperialistas como las de la guerra en Irak.

Por todo ello, pese a las dificultades que presenta un sistema corrupto, pese a los errores propios del citado movimiento y otros, surge la dignidad y racionalidad insobornable de quienes, SIN ÁNIMO DE LUCRO personal, luchan contra desahucios, constituyen mareas que defienden las conquistas sociales que costaron muchos años y luchas conseguir. Esa lucha se va abriendo paso y arrancando a ese poder corrupto leves concesiones que maquillen su detestable imagen de estado policial que restringe las libertades. Y esta rebeldía se presenta en contra la la lógica de los mercados. Lo hace desde la dignidad humana que comparte esos valores solidarios y se opone a la sumisión corrupta impuesta. Porque desde la racionalidad solidaria ..¡SÍ SE PUEDE!

Antonio Martínez Lara

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