Si vas a morder el polvo
súbete a esta columna,
divisa la barbarie
sintiéndote protagonista,
que tu colmillo gotee
ansia de mortaja,
soledad de patera,
muerte de plena estocada.
Si te crees con fuerzas
móntate en esta montaña
sin traviesas que crean,
en un futuro arrebatado
tras la puerta entreabierta,
que sufran tu ira,
pero tus vástagos puedan
huir por las marcas
que tus manos muestran.
Si vas a rendirte,
excúsate con el respetable,
siente el aroma del vacío
midiendo bien la caída,
pues no tiene retroceso
la salida de la agonía
por aquellas bambalinas,
sentirás que finaliza
un invierno oscuro,
pero ya llega tu primavera,
entreacto que muestra
un incierto desenlace
insuflando aire renovado,
espero que por anticipado,
sea generosa contigo
y alargue tus días,
te otorgue un respiro.
Aunque si aún valor posees,
piensa que en toda guerra
algo para siempre pierdes,
inocencias, soles, amigos…
Pues el oscuro temporal
no reconoce las tibiezas,
no hace ningún distingo
entre reo y carcelero,
pues su fin es sincero,
ser cruel con el personal,
ahogando las esperanzas
en botes de betún…
Muy oscuro se pinta
el paisaje, un cuadro
que valentía necesita,
resopla el agreste aliento
que recibe en el cogote,
realza tu fina ironía.
Si decides al final luchar,
piensa que alguien espera
que tus heridas sangrantes
otorguen una nueva prórroga,
lacrada con lágrimas vivas,
rubricada con una sonrisa.
Pues ellos tienen derecho
a ver cómo el sucio cielo
vomita su espumarajo sombrío,
con un horizonte escabroso…
Pero tras la bruma calma,
un dulce reguero de estrellas
iluminará su futuro
tras el foco rezagado,
y de paz inundará tu alma.
Juan José Argudo