Paso a hablar del libro de poemas de Enriqueta Sánchez Moreno titulado Entre las brumas del tiempo, de Ediciones Litopress de Córdoba en 2012.

No obstante, antes de hablar sobre el libro, me gustaría decir de Enriqueta Sánchez Moreno que nace en Córdoba, ciudad donde reside. Estudia Magisterio, así como Filosofía y Letras. Gana oposiciones para el cuerpo de profesores de EGB, con la especialidad de Filología Española y Francesa, más tarde se diploma en Filología Inglesa. Ha dedicado la mayor parte de tiempo a su vocación, la labor docente. Es en la madurez cuando empieza a publicar sus poemas en diversas revistas literarias. Ha participado en bastantes recitales poéticos, entre ellos Cosmopoética. Tiene también un premio del concurso literario Sebastián Cuevas que se celebra en su ciudad. Pertenece, lo mismo que yo, al Ateneo de Córdoba y somos miembras de la Asociación Literaria Wallada.

Este poemario se divide en tres partes y según esboza su prólogo, por parte de Fernando Serrano, la primera parte nos habla del amor/desamor, el amor que se da sin esperar recibir nada a cambio, el amor no correspondido, el amor roto, el desengaño (¡Ay, qué empinado camino / el que deja el desamor!).

La segunda parte nos habla de la muerte, la pérdida, la ausencia que es presencia porque sólo muere quien es olvidado. Y nuestra poeta no olvida ni en “esos días plomizos, que pesa hasta el aliento…” porque “La vida te empuja a caminar / aunque quisieras quedarte en el camino…” aunque nos dice: “Déjame entre el arrullo / …de esta playa vacía”.

Pero al final de esta parte, se levanta su voz y nos grita “Como el junco, me doblego, / en la tormenta, renazco / en la calma, siempre erguida, / me oscurezco en el dolor / y al amor…le doy la vida.” El amor es lo único que puede vencer al dolor.

En la última parte aparece ese atisbo de vida. Y nos dice “Seca tus lágrimas / que empieza el alba” La luz aparece al final del túnel, la luz que te mueve a levantarte, a seguir caminando: “Abre tu cuerpo a la luz / y deja entrar la mañana.”

La poeta comprende al fin que “pasamos por la vida / huyendo del momento, / siempre buscando fuera / lo que llevamos dentro”. En algunos de estos últimos poemas también aparece la tristeza y la desesperanza, pero en muchos renace esa luz, esa chispa que hace que la palabra, el verso en este caso, nos haga levantarnos porque sabemos que “Volverá el amor / cuando el corazón estalle / henchido de ternura / al contemplar la aurora”.

Un poema dedicado a Montoro y un canto a la esperanza, cierran el poemario. “He encontrado el reposo sosegado / he encontrado de nuevo la esperanza” y comprende que “Risas, pasión, anhelos…/ brotan de sus cenizas.”

En cuanto a la forma aparecen tanto el verso libre, como el romance, el verso rimado, el soneto. Lo que sí está claro es que estos versos han nacido, no del oficio, sino de la necesidad de gritar, de decir lo que el corazón le ha dictado. Y esa es la verdadera voz de cualquier poeta, la voz del corazón, la voz del alma, la de la emoción y la de la sinceridad.
Y es su vida porque, como bien dice, “La vida a veces cabe en un bolsillo”.
Hago alusión escrita a los poemas titulados “Sólo tu amor” y “Mi canción” porque habiendo empleado la figura literaria de la concatenación con las palabras “nada” o “sentimientos”, la autora quiebra sus versos aumentando o disminuyendo el número de versos de las estrofas que aparecen en cada poema, dándole a estos dos poemas sentido de innovación métrica en la disposición estrófica de cada poema. La concatenación es una repetición en serie que pone de relieve la continuidad. Comienza la frase o el verso con una palabra que precede; generalmente, la última palabra de una frase o verso es la primera en la frase o verso que sigue como es “nada” o “sentimientos”.

Sólo tu amor
Te cubrí de sueños ornados de poesía
te envolví con alas tejidas de ilusión
sustenté tu cuerpo con goces de canela
traspasé los muros que forja la razón.

Navegué sin miedo, sintiéndome perdida,
las oscuras sendas que ocultan el dolor.
Remonté la cima de mi propia cordura,
no importaba nada…
nada que no fuera, vivir para tu amor.

Mi canción
Tu dulzura, tu sonrisa
retenerla entre mis dedos,
que no se escape volando
desvanecida en silencios

Esa vida que me niegas
escapándose en el viento,
ola de espuma que busca
marea de sentimientos

Sentimientos…
la razón,
¿cómo se puede lograr
encauzar el corazón?

En esta primera parte titulada “Del amor…” existe una reconstrucción del amor presente desde el desamor del pasado como respondiendo a una reivindicación de la libertad interior de una mujer, de las mujeres en plural que responden a las diversas vivencias y experiencias en libertad.
La segunda parte de este poemario titulada “De la ausencia…” habla de la fugacidad de la vida, de la pérdida de una madre con el lema de “sólo muere quien es olvidado”, de lo que significa una lágrima, de los recuerdos, de la oración religiosa, de la soledad aludiendo a los famosos versos “De mis soledades vengo / a mis soledades voy…” del romance que Lope de Vega contiene en su obra novelada La Dorotea, etc. Cabe mencionar de esta segunda parte del libro el poema titulado “Esos días plomizos” que es una silva arromanzada haciendo alusión a que los olvidos cotidianos se convierten en días plomizos.
De la tercera parte del libro titulada “…Y otra reflexiones” menciono la figura estilística del poema titulado “Dios proveerá” que a través del verso libre expresa las anáforas de “Dios proveerá” , “cuando” y “¿qué le queda…?” como refleja el poema. La anáfora reitera una o varias palabras al comienzo de frases análogas o al principio de cada verso:

Dios proveerá

Dios proveerá…
cuando el mundo va cayéndose en pedazos
Dios proveerá…
cuando ya las fuerzas faltan en la lucha
Dios proveerá…
cuando muere entre las manos la esperanza
Dios proveerá…
cuando un sueño se derrumba ante los ojos
Dios proveerá…
cuando sus fauces la Tierra muestra abiertas
Dios proveerá
cuando la nada te gane la partida.

Y ¿qué le queda al hombre
ante la adversidad que lo desborda?
¿Qué le queda, ante fuerzas naturales
que cual pelele roto lo aniquilan?
¿Qué le queda…?
Quizá, ya solo el grito hastiado:
¡Dios proveerá…!

Poema que manifiesta la religiosidad de la autora ante la nada y desolación de un todo perdido del que únicamente Dios nos saca adelante dándonos fuerzas para seguir luchando en la vida.
En esta tercera parte titulada “…Y otra reflexiones” es de destacar también su poema titulado “Imagen”, que alude a las imágenes de las mujeres rurales expresadas a través del verso libre: /la abuela, la madre… / se nublaron los ojos / de no sé qué nostalgias, / tierno y salado se volvió el recuerdo/, expresando tal vez el éxodo de las mujeres rurales a la ciudad en una etapa del desarrollo industrial y el auge demográfico de las ciudades. Una tarea del trabajo anónimo de las mujeres expresados en sus versos: /Se afana en quehaceres / que no rindieron los años/.
Voy a mencionar por último de esta tercera parte su poema dedicado a Córdoba: sus callejas, barrios, plazuelas, fuentes, balcones y patios, la sierra, el río y la Mezquita. Si bien el poema comienza con una soleá de tres versos, en las siguientes estrofas de cuatro versos aparecen bien coplas o cantares de cuatro versos octosílabos con rima asonante en los versos pares: – a – a; o bien aparece una cuarteta con octosílabos y rima consonante: a b a b. Es de destacar en este ilustre poema dedicado a Córdoba, como en otros de los poemas de este libro, que la autora mezcla indistintamente rima asonante y consonante en un mismo poema.

A Córdoba

Soleá es tu canción
y una guitarra tañendo
muy dentro del corazón.

Rosa morena que expande
su aroma por las callejas,
olor a jazmín tus barrios
enamoran tus plazuelas

Un surtidor de emociones
son los caños de tus fuentes,
bebí en ellos mis amores
aprendiendo así a quererte.

Rejas que brotan en flor
adornando los balcones,
patios que exhalan amor
silencio de tus rincones.

Te coronan sierra y río
gallarda tierra escondida,
embrujo del visitante
que detiene su partida.

Perla del suelo andaluz,
tu Mezquita luz de guía
¡Córdoba, la gran sultana,
es mi tierra hecha poesía!