No hace tanto, alrededor del 28 de Febrero, yo vivía – y hacía vivir – el día de Andalucía de otra forma. Recuerdo que hablaba del XXX aniversario del Referéndum por el que conquistamos la autonomía, que un año después aprobamos el Estatuto y, en medio de esto tan teórico, escuchábamos el Himno, coloreábamos la Bandera y el Escudo, recorríamos, una a una, nuestras provincias y destacábamos la complementariedad y la riqueza natural que nos define… Era un día de fiesta, de autoafirmación de nuestra identidad, de repaso por nuestra historia… Y sentía – y hacía sentir – realmente este sentimiento de orgullo y de amor por nuestra primera tierra, Andalucía, y de paso por nuestra segunda, España, o viceversa, que para mí no es ninguna contradicción. Pensaba – y hacía pensar – en Andalucía desde dentro, todo era unidad y entusiasmo, el pan y aceite sabía a gloria. En Linares todavía la “prosperidad” nos ocultaba que pronto no íbamos a ser nadie. Y ahora veo el engaño.

Pero sigamos con el Día “general” de Andalucía. Hoy, aún teniendo mucho amor por ella, me parece que no es igual porque no estamos de humor. Ahora el sentimiento identitario ha dado paso al reivindicativo y es justo, pero no tan justo como equiparar – y confundir – la unión con el centralismo. Y digo más, que aún agradeciendo la configuración de Andalucía que le debemos a Blas Infante, yo ya no me identifico demasiado con la letra del himno, con esa preponderancia de la Andalucía de orillas del gran río, con su letra sexista o con una reivindicación que no es de estos tiempos. No “veo” a Almería, o a Jaén, incluso a Granada o Córdoba… No lo veo en esta Andalucía de hoy aunque la felicite – o nos felicitemos – al completo.

Andalucía está mal y claro que necesita echarse a la calle indignada por lo de dentro y por lo de fuera. Muchas son las causas. Los políticos que no cumplen, la ausencia de espíritu emprendedor, el adocenamiento mayoritario, el abandono a nuestra suerte y la incapacidad, y así lo digo, para levantarnos solos y solidarios, sin esperar prebendas ni subvenciones ni subcontratas ni echar la culpa a los demás de lo que nos pasa. Todo esto para mí hace de este aniversario algo que miro desde fuera y que pasados los tiempos de entusiasmo, o de pasión con venda incluida, al recuperar la vista, me es muy difícil detenerla en el sol, el mar, las sierras, la gastronomía o la música… Hoy, para mí, queda la dignidad y un amor algo triste porque el estancamiento me duele.

Creo que por una esquina del camino nos hemos desviado. Conseguimos el estado de bienestar que nunca antes habíamos tenido y creo que estamos preparados para poder salir por nosotros mismos, poco debemos esperar de fuera, que en eso sí nos hemos distraído o hipotecado, pero no llegamos a parecer autosuficientes y en la autosuficiencia está el quid y el reto. Y en el centralismo, en todos los centralismos e intermediarios que nos taponan la salida. Eso últimamente me mosquea mucho.

Y cuando digo todo esto mi primera mirada está puesta en Jaén, que parece no existir ni para el centralismo andaluz. Y cuando digo todo esto mi primer pensamiento está en Linares, que no existe ni para el centralismo capitalino y así seguiría hasta el centro del olvido, hasta el origen. Los centralismos nos persiguen y nos olvidan en la periferia.
Y a Linares, cabeza de ratón, la periferia le cabrea. Y a mí. Por eso le digo que despierte y se levante, que hable menos, que espere menos y recupere su rabia y su tenacidad y a trabajar. Nada nos va a venir de fuera y fuera es fuera, ya lo estamos viendo. Para mí el cabreo parte de aquí en este día de Andalucía, porque estamos mal y las pancartas generales si consiguen algo no creo que vaya a ser para nosotros. Todo lo que teníamos nos lo han ido esquilmando poco a poco. Primero las minas, luego las industrias, casi todo… Se ha ido desnudando nuestro santo para vestir otros en esa Andalucía centralista. Así que mi deseo sería que todos, prejubilados, jubilados, parados, trabajadores, profesionales, autónomos, mujeres, hombres, jóvenes y menos jóvenes… recuperemos el entusiasmo y que volvamos a empezar desde abajo, desde lo que nos queda. Antes sabíamos que éramos capaces… ¿Y ahora?

Ese es mi día de Andalucía hoy. Y como empezamos marzo… ¡adelante!