Viendo “La aventura del saber” me he tropezado con una entrevista en la que Ian Gibson, el historiador y escritor irlandés, hablaba de su última obra “La berlina de Prim”. En ella me ha sorprendido una de las frases del autor y desde que la he escuchado estoy dándole vueltas. Decía este escritor que la potencialidad de esta España nuestra no se materializa y no fructifica porque los españoles estamos siempre enzarzados, permítanme la expresión, en guerras inútiles.

Como les digo, he seguido pensando en esa frase y me ha resultado inevitable recordar los años que viví lejos de España. Cuando vives lejos de tu país aprendes a apreciar cosas que no valorabas, por ejemplo, hablar el mismo idioma, no tener que explicar porqué algo gracioso es gracioso, comer con los sabores que conoces … y también comienzas a relativizarlo todo. Aprendes sabores nuevos, formas diferentes de hacer las cosas y, sobre todo, a respetar lo que piensan y sienten personas que no tienen ni tus raíces, ni tu cultura. Yo estuve dos años fuera, en ese tiempo, además de afianzar el conocimiento de otros idiomas, aprendí algunas palabras que no puedo traducir. Una de esas palabras fue “sinistrose”. Esta palabra francesa que podría traducirse al español como pesimismo, es mucho más que eso, hace referencia a la desesperanza, a lo sombrío, a lo decadente. Cuando la escuché por primera vez hacía referencia a los barrios mineros de Charleroy, ciudad Belga que progresó gracias a la explotación de las minas de carbón y que, tras el cierre de estás, quedó sumida en un “climat de sinistrose”, con casas y personas oscuras, tétricas, deprimidas.

Ahora, hilando las opiniones de Ian Gibson, o sea las de un insigne hispanista, con mis sensaciones me doy cuenta de que realmente somos una democracia muy, muy joven y me apena no poder rebatir al Sr. Gibson. Cuando miro a mi alrededor veo a la mayoría perdidos en batallas inútiles y al resto cada vez más cerca de esa sensación que yo descubrí hace casi quince años y que ahora tristemente sí puedo traducir porque la veo a mi alrededor, cada vez de una manera más nítida e intensa, como una niebla que se va extendiendo lentamente y que va inundando todo haciendo desaparecer los colores y con ellos la alegría.

Llega la navidad, tenemos las luces, la ilusión reflejada en las caras de los niños y niñas y una losa que pesa, el desempleo, las deudas, la incertidumbre o … la certeza de que 2013 será aún peor.

¿Cuando vamos a dejar TODOS de perdernos en guerras inútiles?, ¿cuando vamos a sacudirnos esta sensación y vamos a tomar decisiones que puedan realmente hacer que este país comience a remontar?. Quizás sería bueno escuchar a aquellos que ya pasaron por anteriores crisis de deuda, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, lo dijo muy claro hace unas semanas, su país comenzó a remontar cuando los dirigentes decidieron poner a las personas por delante de los intereses financieros. Como digo, antes que tropezar en la misma piedra podríamos fijarnos en como los demás esquivaron esa piedra.

¡Ya es hora! ¡Desterremos entre todos esta sensación de desesperanza!

Luces