ACLARACIÓN PREVIA:
Han pasado dos días marcadamente religiosos y de una enorme tradición: El día de todos los Santos y el día de los difuntos. He creído conveniente hacer una reflexión y compartirla con ustedes a cerca de las eternas preguntas sobre quienes somos, de dónde venimos y dónde vamos, porque el 3 de Julio de 2.011 estuve literal y clínicamente muerto durante varios minutos (unos dicen doce, otros quince) y después volví de nuevo a la vida sin ninguna secuela física tras rigurosos exámenes médicos. Posteriormente, no he sentido ningún miedo….
Me invadió una tranquilidad asombrosa cuando fui consciente de lo que me había pasado. No recuerdo haber visto ni experimentado nada en el trance que sufrí. Sólo una densísima oscuridad que yo arañaba, a la que con las unas podía arrancarle unas virutas negrísimas. Después de esto, he perdido completamente el miedo a la realidad de la muerte.

EXAMEN DE CONCIENCIA.
Examen de conciencia, que noche tras noche, después de un día parco en alimentos y pleno de actividades docentes (clases, estudio, biblioteca, ….»ora et labora» incluido el «Angelus» ), rezábamos en la Capilla del Centro, donde la voz del que recitaba, resonaba en el silencio de la noche, con una acústica ultramundana, como si viniera del Averno o del Cielo. Yo no sabría decirlo.

HE DE MORIR Y NO SÉ CÓMO…….
SERÉ JUZGADO DE DIOS Y NO SÉ CUÁNDO……
SI FUERA ESTA NOCHE QUÉ CUENTAS LE DARÍA…..
QUÉ SENTENCIA ME TOCARÍA……
SERÍA DE SALVACIÓN O DE CONDENACIÓN…..
Y CON ESTA INCERTIDUMBRE…¿NO LLORARÉ MI PECADO…..?
AHORA QUE TENGO TIEMPO….¿NO LLORARÉ MIS CULPAS……?

Normalmente en los puntos suspensivos , dejaban un tiempo de un par de minutos, para que los chiquillos , adolescentes y jóvenes que formaban el conglomerado de estudiantes del centro, meditaran sobre estas impepinables y traumatizantes verdades.
Todo el que estuviera allí se sentía culpable , y se iba a la cama tremendamente culpable por este hecho. Se nos podía haber dicho entonces en los ejercicios espirituales que “El cumplimiento de la norma no garantiza la salvación”. Mc 7,1-23.

Y ya en la actualidad, pasados muchos años, en términos trascendentes, espirituales, veo que vivimos en una sociedad cada vez más laica. La Iglesia oficial no consigue despegar y penetrar en el interior del corazón humano, o al menos en la medida en que tendría que hacerlo. Y a lo mejor resulta hasta buena esta laicidad (que no es lo mismo que laicismo), para que quienes nos sentimos dentro de esta Iglesia, nos cuestionemos en que se está fallando, cuando vemos cada vez a más gente alejándose de ella; pero los de a píe podemos hacer muy poco. Sólo ser el Pepito Grillo persistente con el Evangelio en la mano cuando es posible, cuando se nos deja. Por tanto esto que voy a escribir, es lógico que a muchos no les interese y hasta se sorprendan, pero a pesar de ello me arriesgo, porque quiero dar mi visión de lo que enuncia el título de este artículo y porque creo necesario que quienes no comulgamos con ruedas de molino que somos muchísimos, éstas nuestras voces, se oigan dentro de la Iglesia oficial para que se produzca un cambio. Hoy agazapada y callada ante tanto abuso inhumano… para seguir defendiendo sus privilegios.
Pero mucho me temo que nosotros no veremos ese cambio, esa entrada del aire fresco de libertad y autenticidad que proponía el Vaticano II de la mano del Papa Bueno: Juan XXIII, que desarmó a la conservadora curia italiana convocando aquel Concilio, cuando éstos (los cadenales) lo minusvaloraron en su valía, eligiéndolo como sólo un Papa de transición.
Alguien me podrá decir que si no estoy a gusto en la Iglesia Católica, ¿por qué no me voy? Pues no, porque tengo clarísimo que esta Institución ha de cambiarse desde dentro (será lento) y no en oposición frontal al Vaticano. ¿Consiguió Lutero algo con el Cisma?

SITUACIÓN SOCIO HISTÓRICA:
En el contexto de la multiplicación de los panes, Jesús se encuentra en los alrededores del lago de Genesaret, en la parte más alejada de Jerusalén, donde eran mucho menos estrictos a la hora de cumplir las normas de purificación. Y surge un problema que motivan los fariseos llegados de Jerusalén, que iban precisamente a “inspeccionar” sobre la “ortodoxia” del rito.
El texto contrasta la práctica de los discípulos, con la enseñanza de los letrados y fariseos. Jesús dice que toda norma religiosa, escrita o no, tiene siempre un valor relativo. Hoy la propia Iglesia generadora de normas, incongruentemente, condena lo que llama relativismo frente a los postulados de Jesús.
Cuando Jesús dice que nada que entra de fuera puede hacer al hombre impuro, está dejando muy claro que la voluntad de Dios sólo se puede descubrir en el interior de cada uno y está más allá de toda Ley. Y hablando de esto, digo otra vez, que es peligroso cerrarnos al exterior por miedo a contaminarnos, pues corremos el peligro de dejar fuera la Verdad.
Es bueno y necesario mantener la tradición, siempre que este mantenimiento no vaya en contra ni frene el crecimiento del ser humano. Jesús rompió el “sentido absoluto” que los fariseos daban a la “tradición”. La Biblia está acrisolada, materializada, porque el pueblo hebreo entonces la asumió. Sin embargo, los Evangelios se escribieron 50 años después de morir Jesús.
Por tanto, todas las normas, todos los conceptos, son mandatos humanos, no pueden tener valor absoluto. Un precepto que puede ser adecuado para una época, puede perder su sentido en otra. Es más, las normas morales cambian porque el hombre va conociendo mejor su propio ser y la realidad en la que vive. Los mismos sacramentos, fueron propuestos, formulados y aprobados, tal como han llegado a nosotros, en el Concilio de Trento (1545-1563) que también tuvo sus cuitas. Antes no existían.
En todas las religiones, las normas y preceptos se dan siempre en nombre de Dios; es curioso. Sólo cuando esas normas nacen de una experiencia auténtica y profunda de lo que debe ser un ser humano, ayudándole a conseguir su íntegra plenitud, entonces estas normas, adquieren total sentido.
El precepto de lavarse las manos antes de comer, no era más que una norma elemental de higiene, para que las enfermedades infecciosas no hicieran estragos entre aquella población que vivía de la tierra y los animales. Si comer carne de cerdo producía la triquinosis, Dios no podía querer que comieras esa carne y además si lo comías, morías. También esa norma sigue vigente en el Islam porque esta religión considera el cerdo impuro.
Lo que critica Jesús, no es la Ley como tal, sino la “interpretación” que hacían de ella.
Por tanto no tenían más remedio que dar a la Ley valor absoluto. Todo tenía que estar sometido a ella, incluso el ser humano. Todas las normas tenían la misma importancia, porque su valor era que estaban dadas por Dios. Y Jesús refiriéndose a la Ley dice: “No se hizo el hombre para el Sábado, sino el Sábado para el hombre”.
Y esto es lo que Jesús no puede aceptar. Toda norma, tanto al ser formulada como al ser cumplida, tiene que tener como fin primeroel bien del hombre.
La base de todo fundamentalismo es justo lo contrario: primero la Ley, después el ser humano.
En concreto, los Diez Mandamientos, desde un punto de vista histórico-antropológico, están encaminados a hacer posible la convivencia como pueblo de una serie de tribus dispersas (eran doce) y con muy poca capacidad de formar un solo pueblo.
En aquella época, cada país, cada grupo, cada familia tenía su dios. Para hacer un pueblo unido, era imprescindible un dios único. De ahí los mandamientos de la primera tabla. El último de la primera y los de la segunda, tratan de la vida, la propiedad y el derecho a la honesta fama del ser humano.
No existen dos mundos: uno sagrado en el que Dios se mueve, y otro profano en el que Dios está ausente. En el mundo creado no existe nada impuro. Tampoco tiene sentido la distinción entre hombre puro y hombre impuro (entiéndase el genérico) a partir de situaciones ajenas a su voluntad. Por eso la pureza nunca puede ser consecuencia de prácticas rituales ni sacramentales, como harán los fariseos. La única impureza que existe la pone el hombre, cuando busca su propio interés a costa de los demás, machacando a los demás, odiando a los demás, vilipendiando a los demás. Este tema de la pureza desde ha tiempo se ha desvirtuado, concretándola únicamente en el 6º Mandamiento y sin embargo no va el asunto por ahí.
Las tradiciones son la principal riqueza de un colectivo, lo reflejo anteriormente. Hay que valorarlas y respetarlas en grado sumo. La tradición es la cristalización de las experiencias atávicas, ancestrales, hereditarias, de los que nos han precedido. Sin esa experiencia acumulada, poco habríamos progresado.
Por tanto ni a la Ley ni a la tradición, podemos darle valor absoluto, porque lo convertiremos en un impedimento, una traba que nos impedirá avanzar hacia una mayor humanidad.
En el instante en que una tradición nos impida avanzar como seres más humanos debemos abandonarla. Es lo que quiere decir Jesús: “dejáis a un lado la voluntad de Dios por aferraros a las tradiciones”. Así, con el Nuevo Testamento, el Antiguo (Pentateuco) queda en un segundo plano.
“Todo el que pretenda dar leyes en nombre de Dios, nos está engañando. La voluntad de Dios, o la encuentras dentro de ti, o no la encontrarás nunca. Lo que Dios quiere de nosotros está inscrito, grabado a fuego, en nuestro mismo ser y en él tenemos que descubrirlo”
Es muy difícil entrar dentro de uno mismo y descubrir las exigencias de nuestro verdadero ser. He hablado mucho de esa introspección personal en otros artículos anteriores. Por eso hacemos muy bien en aprovechar la experiencia de otros seres humanos que se distinguen y han distinguido por su vivencia comprometida y nos han trasmitido lo que descubrieron. Gracias a esos pioneros del Espíritu, la humanidad va avanzando en el camino de una mayor dedicación a los demás, superando el egoísmo (Vicente Ferrer, Teresa de Calcuta, el Padre Ángel, Gandhi, el padre Llanos, Luther King, Salvador Allende, todos los cooperantes en África y Suramérica, e infinidad de personas, religiosas o no).
Todo lo que nos enseñó Jesús, es la manifestación de su experiencia de Dios, que quiere decir experiencia de su ser más profundo. «Todo lo que he oído a mi Padre, os lo he dado a conocer».
Esa experiencia completamente original, hizo que muchas normas de su religión se viniese abajo y eso fue lo que lo llevó a la muerte…. Se enfrentó con el poder.
La Ley hay que cumplirla si nos lleva a la plenitud humana. Para los fariseos, el precepto había que cumplirlo por ser precepto, no porque les ayudase a ser más humanos. El tema no puede ser más actual. En la medida que hoy seguimos en esta postura «farisaica», nos estamos apartando del Evangelio. ¿Quiénes somos hoy los fariseos?.
“Agere sequitur esse” “El obrar sigue al ser”, decían los escolásticos. Lo que haya dentro de ti, es lo que se manifestará en tus obras, porque nuestro modo de ser influye inexcusablemente en nuestro modo de hacer.
Es lo que sale de dentro lo que determina la calidad de una persona. Las prácticas religiosas son, con frecuencia, una coartada para eximirnos de la conversión del corazón. Fray Marcos (sic)…
«El culto que me dan está vacío»… refiriéndose a fariseos, escribas, saduceos, letrados… y hoy a nosotros mismos…. ¡Pero qué fuerte y verdadera es esta expresión!