¿Qué pasará señores iluminados de la política y de la economía (pocos partidos y agentes sociales se libran de esta crítica) cuándo a base de recortes nos quede sólo dinero para comer y poco más, a los afortunados que aún curramos? ¿Con qué van a pagar los sueldos de los políticos, sindicalistas y banqueros? ¿Con qué van a pagar los pisos que dejaremos de pagar por insolvencia? ¿Con qué van a pagar las millonadas cobradas por los banqueros que han hundido la economía? ¿Con qué van a pagar a las fuerzas de seguridad cuando entremos a saco en los supermercados por comida para nuestros hijos? ¿Con qué van a pagar a los médicos que habrán de curar las epidemias que se avecinan si se deja de atender universalmente a todos? ¿Con qué van a pagar el subsidio de desempleo para la ingente legión de parados que estamos confeccionando? ¿Y los coches oficiales y los sueldos vitalicios? ¿Y la educación: Qué haremos con una esa legión de parados sin formación?

No soy economista, pero sé leer y, aún que hayan intentado eliminar toda posibilidad, también pensar. Si no generamos empleo para que haya más contribuyentes de la Seguridad Social y de impuestos directos e indirectos, no habrá movimiento económico y las preguntas anteriores se responderán con violencia en las calles.

Si todo el dinero que recibe el Gobierno de Europa al 7% de interés (mientras Alemania lo recibe poco menos que al 2%) se repartiera entre los ciudadanos para cancelar sus deudas con los bancos, estos recuperarían capital para pagar las suyas (generadas por ellos mismos, no por los contribuyentes), en lugar de darlo directamente a las propias entidades financieras para que salden sus débitos (repito, generadas por su propia ambición y por la permisividad de los gobiernos, en nuestro caso, españoles).

Si nos dejáramos de mojigaterías y paños calientes y admitiéramos que lo que antes funcionó ahora no (Senado, Parlamentos Autonómicos, Sistema Electoral, impuestos desorbitados, prejubilaciones, número desorbitado de políticos y liberados sindicales, no encausamiento de responsables de la crisis, no dimisiones de ineptos, no devolución de lo robado, etc. etc.) otro gallo nos cantaría.

Si la ciudadanía se uniera contra estas formas encubiertas de corrupción que nos dominan en nombre de la Democracia, en lugar de depredarnos entre nosotros con falacias ideológicas entre izquierdas y derechas y no se resignara a creer que no hay más opciones que las que nos venden los medios de comunicación y los partidos políticos acerca de la necesidad de hacer lo que Europa nos manda (Europa no es Sagrada, también se equivoca y sólo mira los intereses de unos pocos países más poderosos y listos que nosotros, claro), las cosas serían de otra manera.

A lo mejor el débil y cobarde Gobierno actual (que lo es porque no ejerce su soberanía sobre la economía ni sobre otros países y sí el yugo económico sobre los únicos que podrían contribuir con su consumo a sacarnos de la crisis, es decir las clases media y trabajadora) ejerciera como tal y mirara por los intereses de los ciudadanos españoles, no tanto por los de las minorías financieras y políticas, a lo mejor no se iría extendiendo este malestar que poco a poco está impregnando la sociedad y que, de seguir así, sin duda, desencadenará una serie de hechos (violentos) de los que luego todos nos arrepentiremos…

Desgraciadamente estoy convencido de que esto acabará sucediendo, igual que hace ya algunos años, unos pocos vislumbramos el surgimiento de un movimiento pacífico de indignados desencantados, procedentes de muy diversos estamentos sociales e ideológicos, igual que al tiempo veíamos como una enorme crisis económica nos abatiría mientras el poder nos tildaba de desestructuradores sociales y enemigos de la Patria.