Investigadoras de la Universidad de Jaén, pertenecientes al grupo Estrés Celular y Edad, han desarrollado diferentes estudios sobre la implicación de dos proteínas, PARP-1 y HIF-1, en la respuesta a la hipoxia, demostrando que la primera, en conexión con la segunda, provoca daños al organismo en los procesos de hipoxia.
La hipoxia es una enfermedad frecuente consistente en el aporte insuficiente de oxígeno, que se desarrolla en la patogénesis de diversas enfermedades como tromboembolismo cerebral, infarto de miocardio, patologías pulmonares crónicas, etc, todas ellas con altos índices de mortalidad en la población actual. “El estudio nos ha mostrado los mecanismos moleculares a la respuesta de hipoxia y el papel que desempeña la proteína PARP-1”, explica la investigadora Eva Siles, encargada de dirigir estos proyectos junto con Esther Martínez Lara.
Durante la hipoxia y posterior periodo de reoxigenación, es decir, en el restablecimiento de los niveles normales de oxígeno en sangre y en tejidos, se favorece la formación de una gran cantidad de radicales libres. Los radicales libres -entre los que se encuentran el oxido nítrico, especies reactivas de oxígeno y otras moléculas derivadas- pueden dañar a diferentes biomoléculas como el ADN, activando proteínas, como PARP-1, que participan en la reparación de estas lesiones. Sin embargo, los radicales libres también son responsables de la activación de la respuesta fisiológica a la hipoxia, en la que la proteína HIF-1 juega un papel primordial.
Los resultados obtenidos hasta el momento demuestran que la actividad de PARP-1, entre otras funciones, regula la respuesta de HIF-1 mediante un mecanismo que involucra, muy especialmente, al óxido nítrico. Así, la inhibición farmacológica de PARP-1 prolonga la actividad de HIF-1 favoreciendo la expresión de genes que aumentan la tolerancia a las situaciones de hipoxia y minimizando los daños que estas conllevan. “Con esto pretendemos prolongar la respuesta de HIF-1 en el proceso de la enfermedad y así conseguir eliminar radicales libres, y disminuir el efecto negativo que produce PARP-1”, añade Eva Siles Rivas.
Este estudio, que ha contado con ayudas del Instituto de Salud Carlos III y del Plan Propio de la UJA, abre nuevas perspectivas de futuro al señalar las dianas moleculares sobre las que actuar para desarrollar tratamientos que, sin causar daños colaterales, aumenten la actividad de HIF-1, mejorando así la respuesta de los pacientes a las situaciones de hipoxia. En este sentido, el grupo de investigación de la Universidad de Jaén pretende analizar el efecto de diferentes tratamientos que actúan sobre el nivel de óxido nítrico y de estrés oxidativo y, por tanto, sobre HIF-1. Entre los compuestos en fase de estudio se encuentran algunos componentes del aceite de oliva.

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