“Miyazaki no es, al menos de momento, un virus mortal. Es un parásito. Y, como todo parásito, para vivir necesita que su huésped permanezca vivo. Pero, al mismo tiempo, sabe que si el huésped descubre su existencia, lo extirpará”. “Se oculta; no puedes verlo, pero siempre está ahí, observándote, vigilándote, espiando todo lo que haces y dices”.
Este intrigante thriller para jóvenes tiene muchos elementos que ya conocemos. Tiene un protagonista, Oscar, estudiante de periodismo que tras recibir un paquete de un antiguo amigo del colegio se encuentra con un enigma, un pendrive con unas instrucciones muy concretas. Sin prestar mucha atención a estas instrucciones se ve envuelto en una persecución delirante donde todo parece estar en su contra. La chica, Judith, algo más avispada, ayuda a Oscar a descifrar este misterio, para el que, ni ellos, ni nosotros lectores, podemos encontrar el más mínimo atisbo de solución. Y aquí esta la clave de esta novela, el autor ha conseguido crear este tipo de enemigo invisible, capaz de controlarlo todo que ya hemos conocido tanto en literatura como en cine, pero en este caso es tan veraz, tan cercano, y poderoso, que nos sentiremos atrapados por la lectura y nos dejará, al terminar, un áspero sabor de boca y preguntándonos, ¿hasta que punto conocemos este ciber-mundo en el que a diario nos movemos?
¿A quién se refieren con eso de parásitos, a los sindicatos?