I
En el impecable azul del cielo
alas nocturnas
quiebran mis recuerdos
pasean ante mis ojos
nublados de invierno.
Primavera de versos
que mueren huérfanos.
Vuelven las golondrinas
a colgar sus nidos nuevos.
Si yo fuese golondrina
que partiera lejos
al regresar no tendría
más memoria que el ahora
la tristeza de la lluvia
el rocío de la aurora.
Si yo fuese golondrina
sólo el azul del cielo
bastaría para volar
lejos de los recuerdos.
Si yo fuese golondrina
no tendría espejo
que me dijera quién soy
ni quién se me ha muerto.
Si de mí saber quisiera
me miraría en la fuente
de un chorro seco.
Se crucifica la noche
vuela el instante feroz
la luna cubre su cara
para no ver mi dolor.

II
Vuelven
las oscuras trovadoras a los sueños del poeta
vuelven
con rimas y leyendas.
Vienen de cielos lejanos
a consolar su tristeza
y el poeta llora
de añoranza y pena.
El amor perdido ellas le recuerdan:
¡no quiero más versos
ni quiero más letras,
destierro de amor es mi condena!.
Silencio de alas negras. Calla la tarde
como si el mundo muriera.
Sin amor ¿qué queda?
Ya se van las golondrinas
a otros cielos más oscuros
a colgar sus penas. Se van con nostalgia,
dejando al poeta una hoja blanca
y una pluma negra. Sin amor, ¿qué queda?