En el mundo actual, nos guste o no nos guste, vivimos a golpe de estadística, las decisiones de nuestros representantes políticos, son tomadas en base a los ratios y porcentajes reflejados en las mismas.

No tengo que afirmar que los poderes públicos, saben a través de distintos canales hasta la cantidad de hidratos de carbono, que consumimos y en base a ello se lanzan campañas de prevención o de acción. Es suficientemente bien sabido el número de visitantes del nuevo Museo del Pósito ya que se van tomando nota por los conserjes del mismo, seguro que se conoce a los visitantes por el país o provincia de procedencia y de muchos otros datos, y así en todos los museos mundiales.  Pero este mundo estadístico que nos rodea, es un arma de doble filo, dado que esta manejado por personas, que en numerosas ocasiones olvidan que las estadísticas están al servicio de la sociedad y por ende de las personas, y no al servicio de intereses de grupos, partidos u organizaciones de marcado carácter corporativista.

Por ello muchas de estas estadísticas, se nos ocultan a la opinión pública, dado que el conocimiento de las mismas originaría un debate importante en la misma. Sin querer polemizar solamente lo justo y sin querer herir susceptibilidades, voy a tratar algunas de esas estadísticas ocultas, con relación a nuestra ciudad y a nuestra provincia, ya que los medios de comunicación no las tratan o únicamente merecen un pequeño párrafo en las páginas de interior.

En los momentos actuales de grave crisis económica, deberíamos conocerlas para entre todos debatirlas y poderles dar soluciones necesarias y así lograr disminuir su costo social y económico que sin duda es evidente.

La primera estadística que apenas se menciona aunque se publica periódicamente y se puede encontrar en Internet, es la población reclusa en España. Entiendo que cada persona que ingresa en prisión es el fracaso colectivo, de toda la sociedad, que no ha sabido contactar con las inquietudes del individuo, le ha dejado a su suerte, y juntos han fracasado. Pero bajemos a los números, a nivel nacional la población reclusa al comienzo de la democracia representaba  aproximadamente un porcentaje de 0,06 % actualmente el número de reclusos se acerca si no supera los 70.000 siendo un porcentaje del 0,15 %.

Pero a nivel local, ¿Cuáles son nuestras estadísticas en este asunto? ¿Cuál es el porcentaje de reclusos de Linares sobre el total de nuestra población?, ¿Actúan nuestros servicios de Asistencia Social, con la diligencia debida para conseguir que nuestros jóvenes o no tan jóvenes no cometan delitos? ¿Estamos en condiciones de afirmar que las autoridades locales, a través de sus concejalías de servicios sociales hacen todo lo posible en este sentido?

Porque lo que sí sabemos es que la mayoría de las personas encarceladas de nuestra ciudad, lo son por delitos contra la salud pública, es decir tráfico de drogas.  ¿Estamos satisfechos los ciudadanos, con la actuación en este tema de las fuerzas de seguridad, policía local, policía nacional y guardia civil?

Entiendo, y me imagino que habrá reuniones, de la Comisión de Seguridad Ciudadana presidida por el Sr. Alcalde como máximo responsable, con los mandos  de los tres cuerpos policiales  en la que se deberían impartir directrices en colaboración con el Consejo Escolar Local, al objeto se difundiesen entre los jóvenes adolescentes criterios capaces de evitar caigan en el consumo de droga y lo que es peor en el tráfico de la misma. ¿Es esto así?

Del mismo modo organizar las políticas necesarias de reinserción, entre colectivos marginales, que desgraciadamente los hay, al objeto de conseguir, que esa estadística que no conocemos, pero que sin duda existe, un día, nuestros políticos puedan presumir de que es 0,00%.

Cambiando radicalmente de asunto, pero sin salirme de las estadísticas, ¿Cuántos prejubilados hay en Linares? Esa estadística debe existir y por tanto conocerse. ¿Puede Linares permitirse ese lujo? ¿Qué puede pensar el trabajador mecánico de un taller de reparación de automóviles con 54 años, del trabajador de Santana de la misma edad, que cobra mucho mejor sueldo y además se va a prejubilar?, ¿Es esto constitucional?, ¿Es de justicia?. Todos deberíamos ser iguales ante la  Ley.

En estos difíciles momentos, una reflexión seria del tema de las prejubilaciones, nos tiene que llevar a una pregunta ¿Cuál es la responsabilidad de los trabajadores en la inviabilidad de la empresa Santana?. Si nos vamos 30 o 35 años atrás, trabajaban en Santana casi 4.500 trabajadores, ¿Qué se ha hecho mal, y quien lo ha hecho, para llegar a la situación actual? ¿Es posible aún una revitalización de estas instalaciones fabriles? ¿Qué camino y que actuaciones se han de realizar?

Según mi criterio, que puede estar equivocado, las prejubilaciones es un camino equivocado, penaliza a la sociedad que lo sufre, y se engañan los que se favorecen por ellas, pues al final no dejan de ser un castigo, salvo que el beneficiario sea un adicto al pecado capital opuesto a la virtud de la diligencia.

Por ello, repito, es necesaria una gran reflexión de la sociedad linarense sobre las estadísticas de prejubilados, un hombre a los 52 años con  una esperanza de vida media que llega a los 80 años, y máxime teniendo en cuenta la baja natalidad existente, no puede pasar a ser un sujeto pasivo. Hay que inventar algo, por los poderes públicos, por los sindicatos, por la sociedad civil. Si no caminamos a grandes zancadas hacia nuestra desaparición. El hecho de que la Junta de Andalucía no tenga otra solución, que no sea la prejubilación, promesa de hace un año, no quiere decir que sea la mejor. Deben existir otras soluciones que hay que buscar.

Voy a entrar en un tercer tema, basado también en la estadística y emparentado en algunos aspectos con el anterior. Es el tema de las incapacidades permanentes, partiendo de una base de cuarenta y siete millones ciento noventa mil habitantes en España a principios de 2011, nos encontramos según estadísticas de la Seguridad Social que al 1 de diciembre de 2011 hay en España 942.883 personas que reciben una pensión por incapacidad permanente por una media de 873,21 € mensuales, representando el 1,99 % del total de la población.

Si estos números los circunscribimos a la provincia de Jaén, el ratio resultante es del 2,97 % pues existen 19.895 perceptores de esta pensión, que aquí es de una media de 740,24 €, sobre un total de población de 670.600 personas empadronadas en Jaén. Esto equivaldrá y esto son cálculos aproximados al 8 % de la población activa.

A nivel de Andalucía este ratio, esta en 2,47 %, en Madrid en un 1,15 %, en el País Vasco en un 2,03 % y en Cataluña en un 2,24 %.

Jaén es la segunda provincia de toda España, en esta digamos clasificación, dudoso honor, solo nos antecede Asturias con un 3,13 % me imagino que por la minería. Aquí podríamos alegar, lo mismo, pero tristemente, las personas que en su día fueron declaradas incapaces, por las minas, hace tiempo ya que nos han dejado, salvo pequeñas excepciones.

Como excusa para esta cifra, valga la siguiente explicación, bastantes de las incapacidades que se pagan en Jaén, sobre todo las derivadas de la construcción, vienen de accidentes producidos en otras provincias, sobre todo en Cataluña y en Madrid, por lo que esta estadística, tiene cierta relatividad, tanto paras Jaén como para el conjunto de Andalucía, aunque hay provincias como Almería, en que el ratio comentado es del 1,23 % como se ve muy distante del de Jaén.

Pero el meollo de esta cuestión no es otro que el de que si una persona está incapacitada permanentemente para una determinada profesión o totalmente, no realice actividad alguna o solo para la que tenga la preceptiva autorización.  Porque así, tal vez se lograría la creación de puestos de trabajo. En la conciencia de este tipo de personas queda y como es preceptivo en las distintas inspecciones laborales que periódicamente debieran realizarse.

A estos planteamientos estadísticos, de tres cuestiones importantes para Linares, y en estos tiempos de crisis, para casi toda España, invito a reflexionar y a que se expongan ideas con el ánimo de mejorar nuestra convivencia y la competitividad en el quehacer de cada día.-

Emilio Vera Muñoz