Lo que os voy a contar, para unos será una falacia, para otros un credo, para muchos una bonita historia de un Linares que despertó al mundo de una manera singular y apasionada.

Cuando el 14 de julio de 1789, tras horas de luchas y barricadas, tras horas de sangre y sufrimiento, alguien gritó, entre las turbas de haraposos, junto al poder de la fortaleza de la Bastilla, !por fin hemos vengado a Molay!. Con esta corta y enigmática frase el mundo había cambiado. La Revolución Francesa había comenzado. El poder ya no lo ostentaban los estamentos feudales. El absolutismo, como tantos sueños efímeros, llegó a su fin.
Todo por y para el pueblo, pero con el pueblo. Que bello despertar para una nueva burguesía ilustrada, librepensadora, que amparándose en el Estado de Derecho comenzaba a caminar hacia una industrialización sin parangón en toda la historia del ser humano.

Entre esta nueva burguesía, unos pocos, luces entre los arrecifes, creyeron en el ser humano, en su saber ancestral, en el secreto de las construcciones megalómanas a base de piedra, plomo y cristal. Secreto de catedrales que fue pasando de boca en boca, con sigilo y método y que algunos supieron recuperar.

Tu pregunta está clara, ¿qué tiene que ver esta parcial interpretación de la historia, con nuestra ciudad, y sus minas?.

Linares se despierta al mundo con la riqueza de sus entrañas, pronto será el primer productor de plomo en todo el orbe conocido. Linares se transforma de una manera singular: de una villa agrícola, a una poderosa ciudad industrial. Estas transformaciones urbanísticas y de pensamiento vienen marcadas por una nueva clase social, que aun viniendo de tierras frías y lejanas calan en personas preparadas e inteligentes, ellos ven en nuestra pequeña ciudad un anhelo de esperanza, trabajo y pensamiento abierto a los nuevos vientos, no exento, como siempre del sufrimiento de tantos, que aportaron sus palas, su espaldas, sus lágrimas, su sudor y, a veces, hasta su propia sangre a esos sueños de grandeza ajenos.

Solapados, pero claros para quien quiere ver, Linares en su ensanche natural presenta numerosos elementos de este nuevo, viejo pensamiento de razón y creación: La plaza del Gallo con su orientación hacia el gran Sol, nos despierta a todos por igual para un nuevo día de trabajo fraternal; la estatua de la bella plaza, en honor del monarca que nos hizo ciudad, como elemento iniciático del pensamiento francmasónico británico; nuestro imponente cementerio inglés cargado de simbología librepensadora, desde su dintel egipcio que mira hieráticamente al poniente universal, deseándonos un eterno descanso; casas y más casas, llenas de elementos extraños para muchos, pero que con una mirada reposada y audaz, nos acerca a pensamientos presentes y a nuestro dilatado y sufrido caminar por este mundo… Pero sobretodo nuestras minas. Sí, nuestro buque insignia de desarrollo nos oculta para ser descubiertos, elementos singulares únicos en una Europa industrial.

Al mando de la compañía londinense J. Taylor & Taylor, famosa en el ramo minero, The Alamillos Company Limited y The Linares Lead Mining, se encuentra una familia poderosa, de clara influencia librepensadora: Los Taylor. Éstos, como no podía ser de otra manera, como personas inteligentes, si bien vieron a Linares a explotar la plusvalía de nuestras riquezas, dejaron enigmáticos indicios de su pensamiento. Descubrámoslos…

En un bello altozano con suave pendiente al suroeste, hoy ocultas por olivares intensivos, se hallan las cinco chimeneas más curiosas del todo el distrito. ¡Cinco sí!. Las dos primeras casi unidas, y de pequeña estructura, descansan sobre bases y fustes de forma singular: Una Octogonal y otra cilíndrica. Forma peculiares, cuando el resto de sus hermanas guardan una estructura similar: el cilindro para el fuste y el cubo para la base. ¿Qué se pretendía? La respuesta es difícil, pero simple a la vez, el octógono es un elemento representativo de los movimientos templarios medievales, el círculo la armonía de las proporciones en la equidistancia. Estas dos pequeñas chimeneas se encuentra en su primera concesión: Las Aventureras Una y Dos.

A medida que se amplia el filón se abren dos nuevos pozos: San Adriano Uno y Dos. Y sin dejar nada al azar se repite la misma estructura en las chimeneas, ahora sí, ya separadas y con un porte impresionante. Cuentan los que cuentan que a mi me contaron, que lo que se pretendía, nada mas y nada menos, era ensalzar la tetrarquía de los cuatro elementos generadores del principio universal: tierra, agua, fuego y aire. Eso sí, representados de dos en dos, de menor a mayor, como elemento tradicional del pensamiento librepensador. Los originales hitos de nuestro paseo, guardan la misma estructura. ¡Curioso, no!.

Pero ¿y el Quinto elemento?, ¿Dónde está?, ¿Qué representa?, La repuesta está clara, en la parte más alta del altozano. Donde tenía que estar: El pozo Santa Águeda. En él se encuentra una pequeña chimenea de ladrillo que pasa desapercibida, con doble fuste tronco piramidal, con siete elementos constructivos, claro ejemplo de la transmutación del plomo al oro como elemento de la siempre buscada “piedra filosofal”, y ejemplo, de lo que para muchos representa el humilde quinto elemento, el cual, siempre debe pasar inadvertido: La sabiduría, la razón.

Lo que os he contado, para unos será una falacia, para otros un credo, para muchos una bonita historia de un Linares que despertó al mundo de una manera singular y apasionada.

Texto: Francisco Mañas Mármol
Fotos: Jordi Flores Casasempere

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