“Por sus frutos los conoceréis” dijo Jesús. Y así nos mostró un camino para conocer con sabiduría.
Ni nuestra inflación de palabras y espectáculo hace más transparente a Jesús de Nazaret
Ni el remolino de las decalificaciones personales ilumina la política.
Y estoy buscando en Linares la verdad de estas dos cuestiones: la fe y la política
Colocamos en una “custodia”, hermosamente adornada, a Jesús en la eucaristía pero luego no vamos a hablar con él en la soledad de un templo o en lo escondido de nuestro cuarto
Parece que lo espectacular, puesto por nosotros, es la verdad del cristiano.
Y puede haber un fuerte sentimiento de estima por Jesús en esos momentos de espectacularidad. Pero con este sentimiento aún no se ha respondido a la pregunta fundamental que presenta Jesús: ¿crees en mí?.
“Creer” no es al actitud de quien se traga las mentiras de otro o de la historia ya sea por ”interés”, por ”propaganda” o por falta de espíritu crítico. Necesitamos siempre “maestros de la sospecha”
Pero el creer sí me lleva a aceptar una “utopia” (lo que aún no tiene lugar) porque esa utopía me hace más humano. Y alguien antes de mí la ha vivido ya.
Hay una luz en la “utopía” que Jesús presenta, luz que humaniza porque tiene en cuenta seriamente y asume nuestras debilidades y nuestras grandezas.
Además aquí parece que la regeneración social que presenta el lenguaje político, es ya el camino de una renovación social.
Pero por más que hablemos de regeneración o renovación, estas no se darán si detrás no hay trabajo “gratis”.
Si en la política no hay signos de gratuidad , la reducimos a las leyes del mercado, puro y duro, sin corrección social.
Esta política, dominada por palabras, tal y como la tenemos planteada, se “arregla” con humanidad y no con más política. Y una señal de humanidad sería decir y hacer la verdad.
Desde aquí la política en ejercicio tendría “autoridad”.
Que no es la autoridad de quien tiene poder sino de quien trabaja por el bien común. Este trabajo sería “hacer la verdad”. Ya que procura el bien de todos. Y con esto defiende la común dignidad.
Cualquier autoridad política existe sobre la base de la dignidad de la conciencia humana.
Pero cuando lo que importa es el poder , cuando lo único que importa es la búsqueda del mismo sin explicitar de verdad lo que se busca con el, las personas se reducen a “medios” para una conquista. No hay “valores” por los que el hombre o la mujer puedan ser degradados a simples “medios” a través de los cuales se alcancen objetivos.
Para cualquier ciudadano es un honor servir a la sociedad dedicándose a la política sabiendo que esta trata de alcanzar el “bien posible”.
Y sabemos que lo imposible se hace posible cuando hay fortaleza de espíritu.
Esta es otra cuestión.
Hasta pronto.