En la foto salen muy guapas las Licenciadas Manuela y Blanca, amén de que Juan Enrique no sale mal, aunque no es mi tipo.
Pero estas Licenciadas en farmacología y ungüentología y champulogía, me gustan más y no sé si es porque se saben al dedillo, las chuches que calman mis dolencias físicas y espirituales, que debido a mi senectud, habitualmente tomo por prescripción facultativa.
Y uno, a quien le gustan los agasajos y los regalos, se siente como en propia casa. ¡Ojo! No es porque yo les haga la pelota, (aunque algo sí)) para que me regalen cosillas….
Esto sale de ellas y ello (“ello” es Juan Enrique en lenguaje inclusivo), que yo llamo “Trejo II” por aquello del sucesor reinante.
Pepe, “Trejo I” hace años jubilado, se montaba unos saraos en la Rebotica de la Farma contándonos sus avatares con la bicicleta por toda España, que clamaban al Cielo. Le decíamos que hacía falta una máquina de café. Porque después de sacarnos litro y medio de sangre, nos quedábamos pajaritos fritos.
Allí, a las siete de la mañana, todavía de noche, nos congregábamos, (porque era una congregación) un montón de profes y profas (otra vez el lenguaje inclusivo) para que nos clavase la puñetera aguja, chupando cantidades ingentes de sangre a cada paciente, para la analítica posterior.
A pesar de que nos dejaba sin fuerza ni para hablar, él se sentía a gusto con tanto mameluco que ofrecía su brazo para ser vampirizado.
Un buen día, a esas horas, aparece Nemesio y yo al verlo y sinpoderme contener dije aterrorizado en voz alta:
¡Coño, el espíritu de Nemesio! Y como el corporativismo docente es una realidad, todos se empezaron a reír.
Y el abuelo exclamó: “¿De qué sos reís so gilipollas? Y tú, Parrillosky engilipollao, ¿emporqué has ladrao desa forma”? Fue el primer atendido, lógicamente, sobre todo por quitárselo Pepetrejo de en medio.
Ya explicó a Pepetrejo, que venía de pago y por urgencias, porque la noche anterior, le preguntó su nieto Rafa, después de venir esa tarde del entierro de un conocido, ya mayor: Abuelo, ¿Tú cómo quieres que te enterremos? Porque te veo un poco pajizo, tirando a amarillento-verdoso…. Y él respondió: ¡A mí muerto, peazo mamón! Y por eso he venío, questoi cojonao. Pero no he traío ni un jandón con la prisa ésta.
Me contaba Juan Enrique que fue a pagar esa misma mañana y que Pepe le había dicho que no le cobrara, porque le dió lástima.
Entonces Juan Enrique le transmite el mensaje de su padre diciéndole:
Mi padre me ha ordenado que le “condone” las perras… y ¡Para qué!.
Se cerró la noche en agua.
Empezó el abuelo mamón a lanzar palabros, poniéndose como un loco de atar:
¡Qué mierda de condones, ni chorras en vinagre. Yo no nesecito esas gilipollás de condones, porque soy un Macho Bérico que hago distrutá a mi Dolores que ni te cuento, so pardillo!
Manuela y Blanca estaban para que les diera un síncope al ver al abuelo, como poseído por el mismísimo Putin.
Y este abuelo rojo, ateo, masón y mamón, además de gorrón, lo fueron aplacando poco a poco con unas Juanolas. La ira desapareció, y para hacerse más macho, se dirige a las Licenciadas referidas y les cuenta una de chiste desvergonzado:
Querías mías, sos voy a contá que hace tiempo, por arguna informació de un migo mío, fui capá dencontrarle a mi Santa, er “Punto G”. Ma de Dió, yo no sabía estas cosicas y llevo pasando una temporá de vé lo macho que soy, que ni me lo creo.
Ellas, más rojas que un tomate, agarradas las dos, parecía ser que les había dado algo, algún arrechuche, porque estaban petrificadas del desvergonzado de Nemesio.
Me contaba Juan Enrique, que él se metió para adentro descojonaito de risa, y después me dice:
Juan, menos mal que no te ha pillado aquí, porque si no, al abuelo le hubiese dado un infarto cuando tú le hubieses dicho: ¡Basta, déjese usted de faroles chorradas y mentiras! Porque al viejo, si no le da el arrechuche, te hubiese matado.
Y yo le dije a Juan Enrique: No me hubiese matado, porque si no, ¿a quién le iba a gorronear los tintorros, amén de soportarlo estoicamente.
A pesar de lo que nos pasa, hay que levantar el ánimo. Pero si se encuentran con el inefable Nemesio, ¡que Dios los coja confesados!
¡Ay Señor, porqué meas………abandonado!
Que sean ustedes moderadamente felices.