Qué gran verdad es decir que los hijos y nietos tienen derecho a saber la historia de su pueblo de forma neutral.

Hace un tiempo leí en un periódico la noticia sobre la dimisión del cronista oficial de un pueblo de Alicante. El titular atrajo mi interés por leer el contenido de la noticia, al recordarme a nuestro querido Cronista Oficial de Linares, D. Juan Sánchez Caballero (1919-1998). Desde ese momento ha rondado en mi cabeza la idea de escribir sobre la figura del llamado “Cronista oficial”, quizás una de las menos conocidas en el ámbito nacional, para dar a conocer la labor que desempeñaba.

La figura del cronista viene de una larga tradición en la historia de España y está vinculada a la tarea historiográfica. Históricamente, instituciones cívicas y religiosas así como la propia monarquía, se han rodeado de esta figura. Los cronistas desearon preservar y guardar para el futuro y todo aquello sucedido en sus pueblos y ciudades.

La personalidad del Cronista en su perspectiva local viene marcada por la integridad sin identificación política (ya que debe destacar su carácter independiente), y el esfuerzo por movilizar una realidad y unos objetivos que impulsen a trabajar sobre la historia y a revitalizar la actualidad. No obstante aunque debe estar alejado de todo aquello que pueda desvirtuar su crónica, los contactos con toda clase de entidades y personas son necesarios e imprescindibles.

LA CRÓNICA LOCAL Y SU IMPORTANCIA
Una crónica es la narración de un suceso ocurrido en un tiempo determinado. La palabra “crónica” tiene su origen en el latín chronica, cuyo antecedente etimológico se haya en el concepto griego kronika biblios. El término hace referencia a relatos que narran acontecimientos según su organización cronológica; aunque el manejo del tiempo no es lineal necesariamente. Para Elena Martín Vivaldi la crónica es «una información interpretativa y valorativa de hechos noticiosos»

La Crónica Local es la narración objetiva de los hechos pasados y presentes que por su trascendencia e interés deban registrarse en la historia de la localidad. Se justifica mediante la integración de la investigación,
conservación, análisis y divulgación del pasado histórico, al tiempo que recoge sucesos contemporáneos para fijarlos y transmitirlos a la posteridad. Tiene como objetivo primordial el de fijar y conservar para el futuro todos los hechos del pasado o del presente que sean de interés para una entidad local determinada.

EL NOMBRAMIENTO DEL CRONISTA OFICIAL
El nombramiento de Cronista Oficial suele recaer sobre personas que se han distinguido en su labor de estudio, investigación y difusión de temáticas relacionadas con la población y debe producirse por acuerdo de la Corporación municipal (Ayuntamiento) en sesión plenaria (ordinaria o extraordinaria). Los ayuntamientos los designan en virtud de las características y conocimientos que el posible candidato tiene sobre la
población en la que reside.

Suelen considerarse méritos fundamentales para el nombramiento de Cronista Oficial todos aquellos que están relacionados estrechamente con el currículo del Cronista Oficial. Además, se valoran como méritos la realización de trabajos, investigaciones, publicaciones, conferencias, escritos de divulgación sobre temas que conformen la historia de la localidad.

El Cronista Oficial es una Institución estrechamente vinculada al municipio, de tal manera que la persona que desempeñe el cargo ha de conocer la historia, la geografía, la población, la economía, las costumbres y tradiciones de su localidad, así como el patrimonio cultural (histórico, artístico y medioambiental), las fuentes documentales y los archivos locales.

Asimismo, debe poseer una formación humanística y académica, suficientemente reconocidas y que signifiquen una garantía para el desempeño objetivo de sus funciones y actividades.

El nombramiento se ha asentado históricamente en los principios esenciales del carácter honorífico, y vitalicio del cargo y, puede además, conllevar el nombramiento como concejal honorario de la localidad.

ACTUACIONES DEL CRONISTA OFICIAL
La labor del cronista es absolutamente desinteresada y carece de remuneración; se trata más bien de una dedicación “gratia et amore”, de esas que tanto escasean en estos tiempos. “El cargo de cronista -decía el
periodista Vicente Badía Marín en el lejano 1962- no supone para nadie, que sepamos, un momio o una bicoca, antes al contrario, deviene en una función, cometido o trabajo sin remuneración, que tan solo en la vocación de beneméritos patriotas cabe buscar la explicación de su propia existencia”.

En principio, este puesto recae en personas que se distinguen por su labor de estudio e investigación en el campo de la historia, sobre todo desde el ámbito local o del pueblo y ciudad donde ejerce su cometido. Aunque es el mismo cronista el que fija sus objetivos, en la mayoría de ocasiones desempeña el cargo de asesor en materia histórica con el ayuntamiento, actuando siempre de manera imparcial y desplazándose, si fuera necesario, a congresos y encuentros en los que representa al municipio.

Aunque el Cronista Oficial es un cargo histórico, honorífico y vitalicio, no siempre ha estado exento de cierta controversia:

Primero, por su elección ya que es nombrado por el pleno de la Corporación Municipal, una oficialidad que en realidad maquilla la elección a dedo de este cargo, al no existir un concurso de méritos o cualquier otro filtro para aspirar al cargo.

Segundo, el Cronista Oficial es un cargo no remunerado pero sí remunerable. ¿Qué significa? Pues que el cronista oficial no goza de un contrato laboral, de una nómina del consistorio, pero sí cobra los gastos derivados por la coordinación de un ciclo o, incluso, la asistencia a un congreso en el que representa a la localidad.

Tercero, los “historiadores” y los “cronistas oficiales” se solapan sus quehaceres. Cabe preguntarse qué diferencia, en realidad la labor de unos y otros: ¿su carácter localista, el estudio histórico o el grado de  distanciamiento de los poderes públicos? ¿Son figuras que se compenetran o se hacen la competencia? ¿Dónde empieza la labor de uno y termina la del otro?

Estas cuestiones ponen también en entredicho el cargo de Cronista Oficial, desaparecido en muchas ciudades, entre ellas la de nuestro querido Linares. ¿Tiene verdadero sentido el cargo de cronista oficial en pleno siglo XXI, en la sociedad de la información, en la era de Internet, los blogs y las redes sociales?. Hay voces a favor y en contra de mantener esta figura. Los que están en contra aluden que el “cronista oficial” carece totalmente de valor en la actualidad y que en pleno siglo XXI no tiene ningún sentido esta figura. Los que están a favor, sin embargo apuestan por mantener la figura del “cronista oficial”, porque no conviene alejarse de las costumbres y tradiciones ya que la figura del cronista local tiene una larga tradición como narrador objetivo de hechos que por su interés deben registrarse en la historia de una localidad.

Lamentablemente, la figura del Cronista oficial de Linares desapareció en 1998 con la muerte de don Juan Sánchez Caballero. Podría haber sido sustituido por don Félix López Gallego (1931-2011), pero la Corporación municipal decidió de forma reiterada, y con equipos de gobierno diferentes, no contar con esta figura honorífica de la cultura local, a pesar de la recomendación expresa por parte de Sánchez Caballero de que fuera López Gallego quien le sucediera en el cargo de Cronista Oficial, dándole continuidad de esta forma a la labor investigadora iniciada por él mismo sobre diferentes temas de Linares. A pesar de ello los linarenses lo consideraban el cronista “no oficial” sucesor de Sánchez Caballero, por su esfuerzo y contribución al estudio y puesta en valor de la Historia, Patrimonio Cultural y Tradiciones de Linares.

Desconozco las verdaderas razones que llevó al Ayuntamiento de Linares a no renovar la figura del Cronista Oficial, pero en el año 2009, a propuesta de la Comisión de Cultura se aprobó la creación del Centro de Estudios Linarenses (CEL), así como los estatutos por los que se tenía que regir (Sesión plenaria de 12 de febrero de 2009), reemplazando en cierto modo la figura del “Cronista Oficial” y cubriendo el vacío que había dejado la muerte de don Juan.

En mi opinión, con independientemente de la creación del CEL, la figura desaparecida del Cronista Oficial, tendría que ser rescatada y encajada en el Centro de Estudios Linarenses. La figura tradicional y la nueva institución son totalmente compatibles y complementarias.

Cronistas locales “no oficiales”, así como colaboradores del CEL, puede haber muchos, de todos los niveles, y sus aportaciones pueden ser valiosas, pero no son comparables con el conjunto de valores que impulsan al cronistas oficial como investigador: el valor del conocimiento, en sí, concebido como un bien; el valor de la verdad, como correspondencia entre el pensamiento y la realidad; el valor de la veracidad, como exigencia indispensable hacia la información que se obtiene y se comunica a los demás; el valor de la coherencia, parte inseparable de la lógica, de la veracidad en el tratamiento de la Historia; por el valor de la publicidad, de entregar a los demás aquello que pueda cooperar al mejor conocimiento y defensa del valor y utilidad de la Historia. Por último, esta utilidad se concreta, especialmente, en su valor educativo, es decir, el conocimiento de la Historia constituiría una forma de influir en la conciencia colectiva, una posibilidad de contribuir al mejor servicio de la sociedad.

Gorio (mayo 2021)
Fuentes:
Boletín de Estudios Giennenses Julio/Diciembre 1999 · Nº 172.
Ideal digital 20/10/2007.
Revista Siete esquinas, Nº. 4, 2012
Información.es, J. PAYÁ. Cronistas oficiales 13/05/2013