Foto: Antonio Marín Segovia (Licencia Creative Commons)
Últimamente nos llueven las noticias que hacen dudar al analista casual del valor de la democracia que vivimos en nuestro país ( no habla de otros porque ignora como son y lo que sienten los observadores casuales de aquéllos). Y que no se aferren a los siguientes argumentos ideologías y/o partidos de dudosa factura democrática porque no va por ahí el asunto, si ellos gobernarán ocurriría lo mismo o sería, incluso, peor.
Los que se sienten demócratas, con el significado que en el siglo XX se le dio a tal concepto, como este observador, dudan del valor del voto y de las instituciones actuales cuando lee que a partir de 2024 habrá que pagar por el uso de autovías y carreteras nacionales. Como muchos ciudadanos, se siente estafado cuando le explican las subidas de tarifas eléctricas, sancionando los tramos de consumo dónde más se necesita la energía, al medio día, cuando todos los aparatos de aire acondicionado son necesarios y penalizando menos el consumo a deshoras ( de 0 a 8 h) para qué se conecten lavadoras, lavavajillas, secadoras, etc. y así poder molestarnos los unos a los otros, dormir mal, culpando al vecino de tales males, siendo convencido por los medios de lo buenos que son nuestros dirigentes, por ejemplo.
También hace dudar a este observador del valor de la actual democracia el hecho de que sea ahora, y no hace un año, cuando los gobiernos (europeos y USA) se estén empezando a plantear liberalizar la patente de la vacuna COVID (más vale tarde que nunca, ¿pero ahora que va a estar vacunada casi toda la población y, hasta cuándo?) Ojalá que los países pobres puedan beneficiarse de esta futura medida, si es que llega a término.
Todas estas noticias y más que seguro se le escapan a este observador, le hacen cuestionar la utilidad de su voto y de su comportamiento como buen ciudadano que se considera porque, está claro que aquí quién manda no es un gobierno (de un signo u otro o de un país u otro) sino los INTERESES ECONÓMICOS de unos pocos que se anteponen a la DEMOCRACIA y al supuesto bien de la mayoría que debería ser objetivo de aquélla.
Este país adolece de tradición democrática en cuanto a consultar por referéndum cuestiones de vital importancia, como algunas de las anteriores. Duda mucho, este observador, que muchos jóvenes conozcan que existe el recurso legal de referéndum para aprobar cuestiones de vital importancia para la ciudadanía. ¿Por qué? Porque en contadas ocasiones se ha sometido a la misma a un mecanismo similar en nuestro país. Y porque no han leído la Constitución, claro.
Otro aspecto que le parece malsano al analista casual es el bombardeo de información, predicciones negativas, de gran parte de medios de comunicación, culpando a los jóvenes (botellón) y no tan jóvenes (reuniones, bares, restaurantes, etc. ) del gran aumento COVID que prevén tales visionarios, tras finalizar el estado de alarma. Cree este analista que lo único que pretenden es crear miedo y desviar así la atención de problemas tan importantes como los citados anteriormente y que se nos vienen encima y ante los cuales, la población está indefensa.
Dicho esto, le cuesta mucho ser optimista a este analista y terminar su artículo con alguna aportación positiva, como suele ser habitual en él. Espera, no obstante, que el lector circunstancial de este artículo sí los halle.