Lope de Vega editó su Parte XI de las comedias en 1618 donde incluyó la «Tragedia del rey don Sebastián (de Portugal) y bautismo del Príncipe de Marruecos (Muley Jeque)», escrita según los principios de su Arte
nuevo de hacer comedias (1609). Una pieza teatral de las llamadas de moros y cristianos en tres actos, posiblemente de encargo y en su línea ideológica de llevar temas históricos españoles al escenario. Salen dos
reyes cristianos (uno de ellos es Felipe II y hasta en dos escenas distintas) y miembros de la familia real de Marruecos, los Sa’id, en abierta guerra civil.
El primer acto relata cómo se gestó la tragedia de la batalla de Alcazarquivir (1577-1578).
El segundo acto se desarrolla años después en Andújar con personajes históricos documentados. Por primera vez, Vega Carpio recrea cómo debió ser la fiesta romera a finales del XVI, un documento literario e
histórico (1593).
El tercer acto, también parte desarrollado en la ciudad iliturgitana, da unidad al argumento de la comedia con el bautismo del príncipe de Marruecos, Muley Jeque, ya don Felipe de África o de Austria, en El
Escorial (1593).
Un año después está documentada la estancia de Cervantes por nuestras tierras jienenses, de donde viene el pasaje de la romería en Los trabajos de Persiles y Segismunda (1617).
Es el primer texto literario importante donde se describe con gran fidelidad la romería de Nuestra Señora de la Cabeza y se escenifican cuadros en la ciudad de Andújar durante gran parte de los actos II y III.
Sucesos dramatizados libremente por Vega Carpio, pero verídicos al habérselo contado el protagonista del drama, Muley Xeque. Coinciden además con otras fuentes de la época.
Sin embargo el autor madrileño no escribió la obra para dar a conocer la fiesta y Andújar, sino que dramatizó la azarosa vida del Príncipe de Fez y Marruecos, hijo, nieto y biznieto de jerifes. Encontró interés literario en lo que le describió de su vida Muley Xeque, y se informó de cómo era la fiesta y su entorno festivo y religioso, y lo describió con gran fidelidad: retrató muy bien el marco lúdico y religioso, tal como se vivía por los andaluces, fieles y alegres, pícaros y religiosos a la vez. Además, Lope de Vega compuso canciones y villancicos originales a Nuestra Señora de la Cabeza, que no repitió más en su extensa producción
lírica. Llevan su firma en exclusiva, prodigio de tan fértil «monstruo de la naturaleza».
Gorio – Abril 2021