Vuelvo a tratar aquí mi opinión informada respecto de uno de los muchos calificativos que, con ánimo de injuriar profiere cierta parte de la ciudadanía en contra del legítimo gobierno actual. Dejo aparte la catadura democrática de tal actitud para centrarme de lo de “socio-comunista”. Vienen al caso varios sucesos de actualidad dignos de cita junto a los ya señalados en ocasiones precedentes. Uno puede ser el fallecimiento reciente de Julio Anguita, ciudadano comunista de ejemplar trayectoria. Otra es una nueva difusión del poema de Martín Niemoller muy adecuado para replicar con inteligente mesura a quienes despotrican con perfidia de las ideologías ajenas.
Empiezo recordando razonamientos sobre “comunistas”, ya que a socialistas- y más según cuales- se les tiene menos tirria. De ninguna manera se debe denostar al comunismo español de las atrocidades “estalinistas”, condenadas por el PCE, partido al que se le reconoce la más generosa y continuada oposición a la dictadura franquista con muertes y presidios inolvidables. Aparte se debiera recordar que la Constitución, que tan poco se lee y tanto se ensalza, es obra en buena parte de Solé Tura, comunista catalán. Es más, al citado partido se debe la propuesta “Reconciliación nacional”, propuesta por Santiago Carrillo a la que gran parte de comunistas han considerado luego un fiasco de democracia sin memoria. No se ha reconocido, como en Alemania e Italia, a quienes defendieron la democracia frente a las dictaduras en Europa. Han quedado en el anonimato uno de los mayores grupos de desaparecidos en el mundo y sin reconocimiento muchos muertos enterrados en las cunetas. Se ha anegado ese reconocimiento a esas personas y la historia de la República a las siguientes generaciones.
Con la repetición de esos nuevos intentos de olvido e insultos se quiere ocultar la honrada aportación de muchas personas en la democracia. Han sido muchas las que han dedicado su vida a la defensa de la libertad y de la democracia solidaria. Infinidad de ellas sin ánimo de lucro personal, han tenido un merecido reconocimiento en los ambientes en que vivieron. De entre ellas cabe destacar Julio Anguita como ejemplo más popular de esa legión de personas altruistas y honradas. Las nuevas generaciones se han sorprendido de que Anguita recibiera el común reconocimiento de la gran mayoría de instituciones y medios, aún estando en situación de alarma social. Se ha dicho poco o nada que fue un político comunista más de los que vivieron y se jubilaron de su trabajo (en este caso de maestro), renunciando a la de parlamentario. Tampoco se ha dicho que se vigilaba si acudía a su trabajo en sus últimos meses laborales. Impensable lo de puertas giratorias. Casi nadie ha querido saber o hacer saber que fue el alcalde de Córdoba capital más votado en la democracia sin renunciar a su condición de comunista. La ciudad reconoció la categoría humana de su alcalde, repitiendo mayorías con el voto de una ciudad con estructura bastante conservadora.
Tanto olvido y mala fe, parece deberse a los propósitos de persecución y destrucción de la convivencia que trató de afrontar el alemán Martín Niemoller. Su poema glosaba a comunistas y a cualquier otra persona perseguida a la que se trataba de dejar sola. Decía así: “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunistas. Luego vinieron por los judíos, (…) los sindicalistas, (…) los católicos, (…) y yo no dije nada porque no era “nada de eso”. Luego vinieron por mí, pero entonces, ya no había nadie que dijera nada”. Este poema, atribuido por error a Bertolt Brecht, tuvo gran difusión en la Alemania con constancia de las persecuciones nazis. Después, para desterrar aquella barbarie, se ha esculpido en calles y plazas. Se quería que no se enemistara a las gentes por su manera de pensar. Parece que se ha olvidado ese propósito cuando se escucha “comunista”, “socialista”, “indpendentista”, … Por mi parte, al escuchar la primera palabra, aunque no soy exactamente comunista, respondo solidario y recordando a Julio Anguita y a tantas otros “Anguitas”: Sí. Soy comunista y a mucha honra.
Los partidos estatales, PSOE, PP, PODEMOS, COMUNISTA, CIUDADANOS….etc. son aparatos políticos dictatoriales, porque mandan los de arriba, la cúpula, no son democráticos, obligan a los gobernantes de su partido a votar siempre a quien les manda, o sea al jefe, ellos llaman por disciplina de partido, -quien se mueva no sale en la foto, lo dijo Alfonso Guerra,-esto es, por mandato imperativo, la constitución además lo prohíbe, se ocupan más del sillón, las traiciones, zancadillas, puñaladas entre ellos, confección e inclusión de las antidemocráticas listas electorales hechas a dedo, que incluyen en ellas a quien les interesa y no a los linarenses, que en una democracia verdadera tenían que ser los que los eligieran por distritos de la ciudad y que cualquier ciudadano se podía presentar como elegido. Y presumir de comunista o socialista cuando desde el Congreso del PSOE en Suresnes (Francia) donde Felipe González renunció al marxismo, igual ocurrió con el Partido Comunista, Santiago Carrillo que renunció al mismo después de la caída del muro de Berlín, abrazando fraternalmente a la Monarquía, actualmente es todo de salón, se avergüenzan de llamarse comunistas a sus partidos se ponen Adelante, Ahora, Más, Podemos…¡ya son todos socialdemócratas, o sea: amarillismo, la nada! ¿cómo van a salir de un sistema antidemocrático y dictatorial como son los aparatos de los partidos políticos gobernantes demócratas? Apabullante. Tenemos una falsa democracia, la verdadera está por venir…..