En las primeras semanas de la pandemia Felipe VI apareció en la tele para decirnos que nos uniéramos todos para poderle al bicho. El deseo estaba bien si no se hubiera cruzado con lo de los millones de su padre en Suiza, de lo que no dijo ni media. De aquello el personal ha tomado nota y después han seguido otras noticias: que si la fiscalía indagará, que el monarca y su familia aparecen muy preocupados, incluso con luto infantil, y los ruegos a la nobleza para que ejerza caridad de leche y aceite para el pobrerío. El Rey dijo después con palabras compungidas que renunció a la herencia aún no recibida. Creo yo que a la herencia a la que si puede renunciar es a la jefatura del Estado, que en su momento la recibió como un cortijo con los españoles y españolas dentro, sin darnos la mínima cuenta.
Alguien puede decirnos que ponerle pegos a la monarquía ahora puede ser demasiado. Empecemos por repasar qué ha habido antes del asuntejo de los millones del rey emérito en Suiza. Con respecto al conjunto de los Borbones recuerdo que se inicia en 1.700, con Felipe V, hasta la fecha han habido tres interrupciones con sus respectivas crisis: Carlos IV, Isabel II y Alfonso XIII en los que el enriquecimiento estuvo de por medio, como diría Valle Inclán del último, también por ladrón. De ellos tuvieron un reinado aceptable Carlos III y en parte su predecesor, gracias a los ministros de la ilustración, y el moderado Alfonso XII. Detalle aparte merece Juan Carlos I, quien ya desprestigiado, tuvo que abdicar en 2.014, en beneficio el régimen de 1978. Con la dimisión, perdió la inmunidad asegurada en la Constitución, que impedía se investigara su enriquecimiento corrupto u otros delitos. Todo ello que parecía ocurrir con la ayuda de amigos como De la Rosa, Mario Conde y Colón de Carvajal. Éste último, su administrador y encargado de “prepararle una fortuna”, que según valoraciones es de entre dos o tres mil millones de euros por esos paraísos, para los que pronto llegaba la comisión por el petróleo.
En ese empeño y en otros, contó con diversas personas en su relación con los poderes del franquismo. En cuanto al capitalismo gozó con los valiosos oficios de Villar Mir, vicepresidente económico con Arias Navarro para la transición económica del franquismo al IBEX 35. A este personaje, varias veces acusado de delitos económicos, lo premió con el título de marqués. Ya en este siglo, empezó a hablarse de asuntos que, como sus escarceos amorosos, antes quedaban más ocultos. Tras la caza del elefante y los líos con Corina, pese al ya no lo haré más” llegó la citada renuncia. Antes había vivido del “juancarlismo” ganado en un dudoso 23 de Febrero. Hay bastantes fuentes que desmontan tal versión por su connivencia con Armada, su tutor militar. También trascendía la misma sucesión de Franco, ya tutelada por EEUU desde 1.953 con el establecimiento de las bases americanas. A partir de entonces la CIA apoyó la transición en discretas intervenciones, algunas como la muerte de Carrero Blanco o la ayuda al PSOE en perjuicio del PCE. Ahí estaba la clave del “atado y bien atado” o “yo no me meto en política”. Ha habido quienes si la han hecho y siguen haciéndola para enriquecerse sirviendo a los ricos, como por ejemplo Felipe González.
Felipe VI fue el remedio al desprestigio, así como una cautela ante el 15M. Al CIS se le pide que no haga encuestas sobre el apoyo popular a la Monarquía. Ahora hace más de cinco años de la última. Después del primer año, pareció asomar la “profesionalidad” de la madre, de quien ya se difundía su conservador talante. El propio Rey mantiene las amistades de su padre: López Madrid el “compi yogui”, yerno de Villar Mir, y como él, implicado delitos económicos. En cuanto a su propia función como Jefe de Estado, está lejos de servir al bien conjunto del país. Ya lo demostró en su pronunciamiento ante el problema de Cataluña, en lugar de decantarse por una prudente mediación, para una salida como la actual, animó al reaccionario españolismo. En política exterior se ha señalado siguiendo el poder yanqui en Medio Oriente representado por Israel y Arabia Saudí, ahora al dictado de Trump y para mayor perjuicio para Palestina.
Estamos en un momento en el que el capitalismo mundial ha propiciado los recortes que ha llevado al deterioro de lo público. En España queda claro que el régimen del 78 no fue tan beneficioso como se ha dicho, pues si vienen mal dadas las consecuencias las pagan los de abajo. El capital, la iglesia, la monarquía y otros entramados del poder han optado por los recortes y las privatizaciones. A la vez se va deteriorando la democracia y la honradez como valores comunes. En esa situación llega el confinamiento y el reto para el sistema sanitario que, muy deteriorado por recortes y privatizaciones, ha de acudir al heroísmo ante la propia enfermedad y dobles jornadas. En tales circunstancias, y pese al reconocimiento popular, les llega lo de Suiza. Tal hecho lo tienen muy presente en cada una de las muertes que pudieron haber sido menos. Así que cuando el patronato de los premios del Príncipe de Asturias y el jurado correspondiente deciden asignar a las enfermeras en general el premio de la Concordia, bastantes de ellas se lo piensan. No quieren recibir ese premio de un organismo en que el bastantes componentes son cómplices de recortes o de la sanidad privada. Por eso, como yo haría de encontrarme en su lugar, ellas prefieren no recibir ese premio. Proponen al colectivo que secunde su propuesta para que se asegure una sanidad pública y suficientemente dotada de medios y atendida por un personal justamente retribuido.