Con motivo del 100 cumpleaños de Anita Molina la Asociación de la Memoria Histórica ha celebrado un merecido homenaje, al que han asistido el Presidente de la Asociación, Miguel Ángel Valdivia, el Secretario Felipe Serrano, Laura Berja, Diputada del PSOE, Daniel Campos Secretario General del PSOE de Linares, todos ellos miembros de la Asociación así como numerosos socios. También han asistido Mariano Rodriguez de PCE y familiares que han venido incluso de fuera de nuestra ciudad para tal fin y amigos han participado que han querido estar con ella en esta celebración de sus cien años. Después de todo lo que ha pasado a largo de su vida nunca han perdido su sonrisa.

Una vida para la historia

Anita Molina Gil nació el 1 de Marzo de 1920, en Mogón un Anejo de Villacarrillo, en la provincia de Jaén. Cuando Anita tenía tres años sus padres Nemesio y Francisca se fueron a vivir a Linares, donde vive desde entonces.
Nemesio, su padre, era electricista y más tarde, en el contexto minero de la ciudad de Linares, trabajó en la mina «La Minera». Francisca, su madre, nunca aprendió a leer ni a escribir algo a lo que sí pudo acceder Anita en su niñez que asistió al colegio del Ayuntamiento situado en la conocida Fuente del Pisar.
Esta mujer valiente cuenta que la época de su juventud fue de las más interesantes que ha vivido España. La proclamación de la segunda república, acogida y esperada por las mujeres jóvenes de la época, fue una gran conquista que aspiraba a dar respuesta al anhelo de la deseada igualdad de derechos y libertades que tantas mujeres habían reivindicado a lo largo de varios siglos.
Con la edad de 14 años, Anita decidió elegir una opción política y fue la influencia de su querida amiga Rosario Perales la que determinó su ingreso en las Juventudes Comunistas allá en el año 1934. Anita acudía a la casa de su amiga Rosario y disfrutaba al escuchar las conversaciones de la familia, le parecían buena gente. Tras su ingreso en las Juventudes Comunistas, Anita influyó en la ideología de su familia.
Su participación en la vida política es un claro posicionamiento de defensa de los derechos y libertades de las mujeres y de los obreros. En aquella convulsa época Anita comprendió que tenía que tomar partido. No quiso ser mera espectadora y se convirtió en una gran protagonista del trascurso histórico de los años 30.
Linares, conocido por sus minas y por su olivar, albergaba una clase trabajadora en condiciones deficientes. Además esta ciudad contaba con un gran desarrollo industrial que generó un contexto propicio al surgimiento de movimientos obreros y de defensa de la igualdad de las mujeres. Anita, estuvo allí. Y no solo ella, otras compañeras de la provincia de Jaén la acompañaron. Nuestra protagonista recuerda emocionada a Alejandra Galindo y Carmen Martín, ambas fusiladas posteriormente tras la guerra civil.
En 1935 con quince años, bordó la bandera de las Juventudes Comunistas y la del Partido Comunista de Valdepeñas de Jaén. Hoy en este municipio giennense sus camaradas siguen recordándola cariñosamente.
Durante su militancia en las Juventudes Comunistas, conoció a Fernando Claudín a Santiago Carrillo y junto a un grupo de compañeras y compañeros consiguieron que en la provincia de Jaén se unificaran las juventudes socialistas y las juventudes comunistas formando las Juventudes socialistas Unificadas. También un grupo de mujeres jóvenes y comprometidas crearon la Unión de Muchachas. En el año 1936 fue Secretaria Femenina de las Juventudes Socialistas Unificadas del Comité Local de Linares. Dos años más tarde, en 1938, es elegida Secretaria General Femenina del Comité Provincial de las Juventudes Socialistas Unificadas de Jaén y Secretaria General de la Unión de Muchachas de la provincia de Jaén.
En plena guerra civil, en el año 1937, fue enviada a Valencia a la Escuela de Cuadros de Trifon Medrano de las Juventudes Socialistas Unificadas, donde recibió clases de política de historia, etc., Uno de sus profesores fue el profesor de Historia Manuel Tuñón de Lara. Posteriormente fue enviada con otras muchachas al frente de Teruel, con el objetivo de acompañar a las tropas republicanas que estaban en el frente.
Anita participó en mítines con la Unión de Muchachas en la Comunidad Valenciana durante todo el año 1938. En estos mítines, la Unión de Muchachas reivindicaba la libertad de la ciudadanía y la igualdad entre mujeres y hombres, llenando los teatros de gente de los pueblos de Alicante y Castellón, como Segorbe, Benicasim. También lo hicieron en Almería, todo ello animando a la población a una resistencia activa.
Durante el trascurso de la guerra civil, desde la Unión de Muchachas y otros grupos de mujeres contribuyeron realizando tareas en la movilización antifascista y en la organización de la retaguardia.
Creó en Linares talleres de trabajo donde se recogían distintos utensilios de aseo para ser llevados al frente en paquetes. Además puso en marcha un taller colectivo de costura y guarderías para las mujeres de la provincia de Jaén, implantación novedosa, inexistente antes de la segunda república. Anita se sentía parte activa y transformadora de la sociedad.
El tiempo de guerra fue para Anita y para otras muchas mujeres una brecha de libertad que les permitió ser aceptadas y acceder a puestos de responsabilidad. Su personalidad se enriqueció con sus nuevas tareas de tal modo que se sentía igual de importante que los hombres. Anita se sentía un igual.
Para Anita el fin de la guerra supuso acabar con el ideal emancipador que tenían las mujeres. Tras el vencimiento de las fuerzas golpistas seria sometida a una gran represión ejercida por la dictadura fascista, y que acabó con todas sus ilusiones y esperanzas de vivir con libertad e igualdad.

El día 30 de Junio de 1939, recién acabada la guerra civil española, su padre fue fusilado en las tapias del Cementerio de Linares. Su sentencia dictada en Consejo de Guerra sumarísimo lo condenaba por pertenecer al Partido Comunista y a UGT. Nemesio, el padre de Anita, fue un hombre honesto y recto conocido durante la II República y la guerra civil por su militancia comunista. Su madre y su hermano con 16 años, también estuvieron dos meses en la cárcel por ir a visitar a su padre a la prisión comarcal de Linares. Con la triste tragedia acontecida en su familia por el fusilamiento del padre, Francisca la madre de Anita murió de pena a los 8 días de ser fusilado su marido. Esta mujer era una persona muy apreciada por la gente de Linares. Anita perdía a su padre y a su madre cuando tan solo tenía 19 años.
Le resultó muy difícil sobrevivir después de la guerra. Para trabajar necesitaba un Certificado de Buena conducta que no obtenía por su trayectoria en los partidos de izquierdas. Ella cuenta que nadie se lo daba por ser «roja». En ningún sitio la admitían sin este Certificado por lo que se dedicó a trabajar en el campo donde cuenta que pasó necesidades y hambre.