Puntual a su cita con el Viernes Santo, la Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Señora de la Esperanza ha salido esta tarde desde la Parroquia de San Francisco de Asís para llevar el mensaje de redención y consuelo por las calles de Linares. Bajo una meteorología estable y en una jornada de profundo recogimiento, la Real Cofradía ha desplegado su estación de penitencia con la sobriedad y elegancia que la caracterizan.
Con más de 1.100 hermanos y una sólida historia que se remonta a su fundación en 1894, la cofradía ha vuelto a conmover a la ciudad con su puesta en escena cuidada y profundamente simbólica. El cortejo ha estado presidido por la imponente imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, una talla de Gabino Amaya de 1942, restaurada por Luis Álvarez Duarte en 2012, que ha sido portada con solemnidad por sus 96 horquilleros, al compás de la Banda de Cornetas y Tambores “Nuestra Señora del Rosario” de Linares.
Tras Él, Nuestra Señora de la Esperanza, obra anónima de la Escuela Levantina del siglo XIX también restaurada por Álvarez Duarte, ha recorrido las calles sobre los hombros de sus 65 horquilleros, acompañada musicalmente por la Sociedad Filarmónica “María Inmaculada”, cuyas marchas han acariciado el alma de los presentes.
Uno de los momentos más sobrecogedores de la jornada ha tenido lugar en la calle Marqués, escenario de la tradicional Ceremonia de la Expiración, donde el Cristo y la Virgen se han reencontrado en un emotivo encuentro de despedida. Cientos de personas, en profundo silencio, han roto en aplausos y lágrimas al contemplar esta escena cargada de simbolismo y emoción, que cada año se convierte en el verdadero corazón espiritual de esta estación de penitencia.
Este año, la Hermandad ha presentado varios estrenos que han enriquecido aún más su patrimonio: una saya bordada en oro para la Virgen, un nuevo juego de jarras para el paso de palio y la primera fase de restauración de la candelería, detalles que han sido recibidos con admiración por los cofrades y devotos.
La jornada ha comenzado con la tradicional ceremonia previa a la salida, y ha contado con momentos especialmente intensos en su recorrido por enclaves emblemáticos de la ciudad, hasta culminar con la recogida de los pasos entre el silencio orante y el aplauso contenido del pueblo.
Uno de los rasgos más íntimos y singulares de esta Hermandad es el traslado anual del Cristo al altar mayor el quinto viernes de Cuaresma, bajo la Oración de las Cinco Llagas, para su veneración antes de colocarlo en el trono. Un gesto que refleja el profundo vínculo espiritual que une a los hermanos con su Titular.
La Hermandad de la Expiración ha dejado, una vez más, una estampa imborrable en el corazón de Linares. Con cada zancada de sus horquilleros, con cada rezo silente y cada lágrima discreta, la cofradía ha sembrado fe, ha despertado esperanza y ha elevado al cielo una oración compartida por todo un pueblo.