PLANTEAMIENTO:
El presente escrito divulgativo no pretende ser dogma de fe ni hacer cambiar a nadie sus creencias, es una opinión basada en los conocimientos de la ciencia en el siglo XXI y en la reflexión del autor.
Si bien la Resurrección, por su carácter “sobrenatural” (transhistórico) pudiera estar fuera del alcance del historiador, quién solo puede establecer lo que ocurrió en la historia, considero que apoyándose en otras disciplinas como la Psicología científica, la Neurociencia, la Biología, la Antropología, etc., en un trabajo multidisciplinar, igual que hace con la Arqueología, con la Numismática, con la Sociología, etc., el historiador sí puede dar una opinión plausible sobre la resurrección como fenómeno en sí o como experimentado por una persona.
DESARROLLO:
Desde la Antropología y la Sociología queda demostrado como el rumor de algún hecho sobrenatural se puede convertir en un dogma social y colectivo (por ejemplo aunque no hay evidencias de visitas extraterrestres inteligentes a la tierra, son muchas las personas que en ello creen, incluidos científicos de prestigio, por no hablar de las ´fake news` que circulan por Internet)
Desde la Psicología parece válida la explicación de la disonancia cognitiva para unos seguidores que creen casi fanáticamente en una idea o una fe, como podría ser para algunos judíos piadosos del siglo I la próxima venida del reino de Dios (en la Tierra) y la consecuente liberación del yugo imperial romano. En otras palabras, los datos posteriores a un hecho que son consistentes con la explicación dada al mismo reducen las disonancias y otorgan cierto estatus a la explicación, aunque esta sea irracional; los datos que la contradicen generan disonancia cognitiva y no son bien recibidos por el cerebro humano. Como expuso Maher (1988) la formación de creencias sigue el siguiente esquema si los hechos indican contradicciones con respecto a lo esperado por el pensamiento: ´La secuencia de experiencias obtenida difiere de la esperada – Se constata una discrepancia – Se provoca el desconcierto – Se percibe el significado de lo encontrado – Provoca la búsqueda de más observaciones – Se desarrollan hipótesis y se comprueban mediante más observaciones – Rechazo de las hipótesis cuando las nuevas observaciones las desconfirman – Búsqueda hasta la obtención de una hipótesis satisfactoria – Sentimiento de descanso y «alivio» – Reducción de la disonancia cognitiva – Resistencia ante datos contradictorios y bajo umbral para el reconocimiento de datos confirmatorios objetivos`. En el caso de la resurrección, se espera que se cumplan las expectativas mesiánicas, ante la muerte de quién podía ejecutarlas, se buscan respuestas satisfactorias a la misma, desechando otras que no lo sean, con independencia de los datos objetivos y sobre todo mediatizadas aquéllas por el contexto socio-político-religioso (Michael W. Eysenck, 2017).
Desde la Psiquiatría se aporta la idea de la posibilidad de alucinaciones e ilusiones sensoriales sin necesidad de que exista una psicopatología subyacente, causadas aquéllas por estados de ánimo, necesidades fisiológicas, etc. (Amparo Belloch, 2008). En otras ocasiones, alteraciones psicológicas o daños cerebrales pueden también provocarlas.
Desde la Neurociencia queda demostrado lo engañoso que puede resultar el cerebro humano ante unos estímulos visuales o auditivos cuando el poder de la autosugestión impera sobre el individuo. El cerebro rellena los huecos vacíos de información cuando una imprecisa gama de estímulos llega hasta él y lo hace en función de los valores, las creencias, las necesidades, etc. de cada cual y de la sociedad imperante (Oliver Sacks, 2013)
Desde la Biología sabemos que un cuerpo muerto experimenta el llamado rigor mortis hasta las 36 horas del fallecimiento aproximadamente, cuando ya ha comenzado la putrefacción o descomposición celular de órganos internos (autolisis) que se manifiesta en cuatro fases, la primera de ellas es el periodo cromático, a las 24 horas, donde aparece una mancha verdosa abdominal, por lo general en la fosa iliaca derecha o en ambas fosas iliacas; después surge el veteado venoso, a las 48 horas, que consiste en la visualización de la red venosa de la piel por inhibición de la hemoglobina transformada en compuestos azufrados, y finalmente, la coloración verdosa o negruzca del cadáver, a los cuatro días. (Marycell Molina, 2004)
Es recurrente ejemplificar el episodio radiofónico protagonizado por Orson Welles basado en la obra de H. G. Wells ´The War of the Worlds´ como prueba de la capacidad de autosugestión colectiva ante un fenómeno relativamente traumático o simplemente esperado: A pesar de explicarse en la emisión que se trataba de una ficción, muchos oyentes pensaron que se trataba de una realidad que estaba ocurriendo, una invasión extraterrestre en Nueva Jersey, se colapsaron las comisarías de policía, las centralitas telefónicas (hablamos de 1938) y muchos fueron los que salieron aterrorizados a las calles huyendo del gas marciano que estaba eliminando a la humanidad (Cristina Crespo, 2019)
En nuestra cultura monoteísta nadie duda en el siglo XXI de que los dragones no existen y nunca existieron porque ese fenómeno no altera nuestras vidas de ninguna manera, ahora pensar que moriremos y ya está sin más perturba la mente humana, sobre todo ante los antecedentes que poseemos de explicaciones ante lo desconocido desde que el hombre es hombre: No quedaba más remedio que explicar los fenómenos a través de seres superiores y como consecuencia aplicarles facultades fabulosas (la resurrección entre ellas). El desequilibrio homeostático que provoca en el organismo la falta de seguridad ante lo que ha de venir, hace que a través de la historia el ser humano haya desarrollado, mitos, leyendas y creencias, unas con más fundamento histórico que otras.
CONCLUSIONES:
No hay pruebas científicas de la resurrección, ni de Jesús ni de nadie (Puente Ojea, 2008). El psicólogo, el antropólogo, el biólogo, el historiador, pueden decirlo abiertamente y asumir que, si en algún momento las hubiera reconocerían su equívoco. Las presiones sociales, políticas en un mundo en el que nos han enseñado a no asumir que somos finitos, y sí a que otros deben dirigir nuestros comportamientos y que hay un ente superior que nos organiza la vida, debido sin duda a la necesidad biológica adaptativa del ser humano de ser inmortal, es decir de dar debido cumplimiento al instinto de supervivencia de la especie, conlleva el triunfo de creencias no naturales como es el caso de la resurrección. Además, sin duda, ciertos procesos psicológicos se hubieron de desarrollar en los primeros creyentes, fueran de primera, de segunda o de tercera generación, en la resurrección de Jesús, sea corporal o espiritual, como los provocados por el duelo, los sentimientos de culpa y abandono, las disonancias cognitivas, etc.
En base a lo dicho anteriormente, el estudioso puede responder al por qué un grupo de personas creyeron en la resurrección de un galileo, pobre, poco conocido, reformador de las leyes de Moisés, hombre de su tiempo, influido por fariseos, quizá también por esenios, contrario a los poderes religiosos saduceos así como al enriquecimiento de unos pocos frente a la pobreza de la mayoría, a la ocupación romana, que predicaba la inminente llegada del reino de Dios gracias a la intervención divina y que ni siquiera sabía que sería considerado mesías hasta casi el final de sus días. Y esto es lo que ha dado lugar a elaborar a través de los últimos trescientos años aproximadamente el perfil del Jesús histórico, el Jesús más plausible para la Historia (Bermejo Rubio, 2005)
Centrados en el fenómeno de la “resurrección” de este Jesús histórico, podemos decir que los relatos hallados en el Nuevo Testamento al respecto son bastante contradictorios, desde la crucifixión y sus espectadores hasta sus apariciones, pasando por su sepultura y resurrección. Ante los relatos de la resurrección que aparecen en las cartas paulinas, en los cuatro evangelios y en Hechos de Apóstoles, el estudio histórico al menos debe mostrarse escéptico después de todo lo dicho anteriormente, aún así puede constatar que hubo una firme creencia en el hecho entre los primeros seguidores de Jesús. Éste había predicho que resucitaría según Marcos y Mateo, pero esos relatos evangélicos son añadidos posteriores una vez los seguidores estuvieron convencidos de que había resucitado. Estos, truncadas sus expectativas de venida del reino, pareciera que echaran mano de Isaías 53 (el siervo sufriente), pero como apunta el profesor Piñero (2021) después de un escrupuloso estudio y en base a diversos estudiosos cristianos, ´ese relato de Isaías nos suena a la pasión de Jesús porque ésta se ha dibujado teniendo en cuenta ese pasaje. Se requiere previamente la fe en que el pasaje isaiano es una predicción, inspirada por Dios, de lo que ocurrió en la pasión. Si no se tiene fe previa, no se sabe históricamente a quién se refiere´. Para los judíos parece que siempre estuvo clara la referencia a Israel cuando Isaías habla del sirvo sufriente. Por otro lado, los primeros seguidores de Jesús fueron judíos piadosos, por lo que interpretarían enclave judía su pasión, muerte y resurrección.
La leyenda de la resurrección de Jesús muestra dos rutas que se contradicen, de una parte la aparición que relata Pablo (1Cor 15), por otra la esgrimida a partir del evangelio de Juan (Jn 20) porque en la primera se aparece a personas concretas (Cefás y los doce) y luego a 500 personas, un número que cita Pablo sin especificar donde ni como, ni cuando, después a Jacobo y a todos los Apóstoles y por último al propio Pablo. En cuanto a Juan es a María Magdalena a la primera persona a quién se aparece. Antes, en Marcos, Mateo y Lucas las mujeres miran desde lo lejos la crucifixión, en Juan parecen estar al pie de la cruz. En el descendimiento aparece por primera vez en los evangelios José de Arimatea, al que Marcos presenta como un miembro ilustre del Sanedrín y personaje piadoso, Mateo y Juan como discípulo en la sombra de Jesús, en Lucas ya no se dice nada, solo que espera el reino (como muchos otros judíos no necesariamente seguidores de Jesús). En los sinópticos están presentes María Magdalena y otra María, en Juan no se dice nada. El sepulcro es distinto también en cada evangelista. Pero lo cierto es que no hubo testigos oculares de la resurrección y según avanzaba la noticia entre los creyentes se reformulaban los relatos primitivos, pero ninguno de los informadores era historiador.
No puede negarse la fe de los cristianos primitivos. Coincidiendo con el profesor Piñero, no creo que pueda concederse el carácter de históricos a algunos testimonios que como hemos visto desde la psiquiatría, la psicología y ciencias a fines pueden tratarse de alucinaciones u otras alteraciones: ´Hay muestras modernas, por ejemplo, en las apariciones de la Virgen… Solo el que tenga fe previa le concede credibilidad histórica. Muchos niegan que sean alucinaciones colectivas porque no admiten el concepto o consideran que son demasiado diferentes para ser colectivas. Allá cada uno. Pero todas tienen la misma raíz que es la creencia en hechos sobrenaturales como realmente existentes. Un historiador no se mete en ese campo` (de la fe) (Piñero, 2021)
La hipótesis de la exaltación inicial de Jesús, antes de que los primeros cristianos consideraran la resurrección como algo físico, toma cada vez más consistencia desde la década pasada. Autores como Richard C. Miller (2015) o Javier Alonso (2017) así lo han definido. En palabras de éste segundo: ´Al principio del todo se concebía la resurrección de Jesús como una exaltación de su alma al cielo de modo inmediato tras su muerte, y su sesión a la derecha del Padre. Solo más tarde se pensó que, de acuerdo con las Escrituras (véase Hch 2,23-33), su cuerpo fue resucitado casi de inmediato, pero del todo, dentro de los tres días, y que él fue el primogénito de los que iban a resucitar en masa en la denominada resurrección universal de justos y pecadores antes del Juicio Final. La resurrección previa del cuerpo de Jesús fue, pues, una excepción. Y es un pensamiento posterior a su exaltación a los cielos´ (Javier Alonso, 2017) Pero como hemos apuntado anteriormente, parece ser que los relatos del Nuevo Testamento sobre la resurrección de Jesús se elaboran para hacerlos coincidir con los del Antiguo Testamento y no al contrario.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Amparo Belloch y otros (2008) Manual de psicopatología Volumen 1.
Antonio Piñero (2021) En https://www.tendencias21.es/crist/La-prediccion-cumplida-de-Isaias-es-un-indicio-al-menos-para-dudar_a2849.html
Antonio Piñero (2006) Guía para Entender El Nuevo Testamento.
Antonio Piñero, (2021) Versiones distintas de la resurrección de Jesús e historicidad. En https://www.religiondigital.org/el_blog_de_antonio_pinero/Versiones-distintas-resurreccion-Jesus-historicidad_7_2390530925.html
Bart D. Ehrman (2004) From Jesus To Constantine. A History Of Early Christianity.
Bermejo Rubio (2005) Historiografía, exégesis e ideología vol. 2
Cristina Crespo (2019) La guerra de los mundos: ¿el mito de la emisión de radio que desencadenó el pánico? En: https://www.nationalgeographic.es/historia/2019/10/la-guerra-de-los-mundos-el-mito-de-la-emision-de-radio-que-desencadeno-el-panico
Javier Alonso (2017) La Resurrección. De hombre a Dios.
Joel Cooper (2007) Cognitive Dissonance: Fifty Years of a Classic Theory.
Maher, B. A. (1988). Delusions as the product of normal cognitions. En T. F. Oltmanns y B. A. Maher (Eds.), Delusional beliefs.
Marycell Molina (2004) Biología Forense.
Michael W. Eysenck (2017) Manual de Psicología Cognitiva.
Richard C. Miller (2015) Resurrection and Reception in Early Christianity.
Oliver Sacks (2013) Alucinaciones.
Puente Ojea (2008) La existencia histórica de Jesús.