Foto de Nataliya Vaitkevich de Pexels
“El mundo entero, está padeciendo una creciente anorexia sexual” –dijo el psiquiatra-
“¿Y eso que es?”- preguntó el Maestro-
“Pérdida de apetito sexual”
“¡Eso es terrible!, contesta el Maestro. Pero hay cura. ¿No?”
“No lo sabemos. ¿Lo sabes tú?” -respondió el Psiquiatra-
Tras una breve pausa dice el Maestro: “Creo que sí”
“¿Cómo?”
Y el Maestro, con una sonrisa algo maliciosa dijo: “Haciendo que el sexo vuelva a ser pecado”
O bien aquella clase de educación y moralidad sexual, en un Colegio Mayor, al que asistieron : Un cura, un médico y el propio director.
Cuando uno de los alumnos llegó a casa, le preguntaron sus padres: ¿Qué tal ha ido en el cole, que habéis hecho?
“Hemos tenido clases sobre el sexo”
¿Clases sobre el sexo? ¿Y qué os han dicho?
“Bueno, primero vino un cura y nos dijo por qué no debíamos. Luego un médico nos dijo cómo no debíamos. Por último, el director nos dijo dónde no debíamos. Y en el colegio menos todavía”
Finalmente, el cura se dirigió al alumnado y les dijo: “En el momento de la tentación, haceos una sola pregunta: ¿Acaso una hora de placer, vale por toda una vida de deshonra?”
Un alumno pregunta tímidamente: “¿Podría decirnos cómo se consigue que dure una hora?
Recuerdo que allá por 1.985, una institución educativa, en una ciudad de la provincia, ofreció un curso a docentes titulado:
“Monitores de Educación Sexual para Docentes”. Para que los conocimientos, adquiridos, pudiésemos emplearlos en la formación del alumnado en estas lides, si preguntaban al respecto.
Asistimos unos cuarenta docentes, entre los que había varias religiosas con su hábito y toca, parece ser que eran de la misma congragación.
Qué pasaría con las monjitas, que en el acto de despedida, dijo el sexólogo, que la Dirección había recogido bastantes y fuertes quejas de las escandalizadas religiosas y que desde ese momento estaba vetado en el centro educativo. Saquen Vds. conclusiones. También asistieron otras religiosas sin hábito, de otras congregaciones, a las que el Curso les pareció muy adecuado.
En algún colegio de monjas, hace muchos años algunas santas religiosas de la Congregación que regían el cole, les decían a las niñas adolescentes: “Que no os bese ningún niño, porque os podéis quedar embarazadas”. A muchos niños se les decía: “Si os tocáis abajo os quedaréis ciego y calvos”.
Como decía también el Maestro de meditación:
“Del sexo, como de la realidad, puede decirse que cuanto más lees sobre él, menos lo conoces… y menos lo disfrutas”.
O cuando se nos decía desde el coro, a niños de once o doce años, en una capilla medio oscura, con una voz ronca, fría y tenebrosa, para nuestras nocturnas reflexiones personales:
SÉ QUE HE DE MORIR
NO SÉ COMO, NI SÉ CUANDO
Y SI ESTA NOCHE FUERA…
MI SENTENCIA, ¿CUÁL SERÍA?
¿SERÍA DE CONDENACIÓN O DE SALVACIÓN?
Y SABIENDO TODO ESTO…
¿NO ME CONFESARÉ?
¿NO LLORARÉ MI PECADO?
¡¡¡ COOOOOOOOOONTRA!!! Pero todo era por nuestra salvación de las llamas del infierno, porque además se nos decía: “Y en el infierno, arde más con lo que más se peca”. Acojonaítos nos quedábamos y había colas larguísimas para confesarse después.
Los Mandamientos se reducían a uno sólo: El Sexto.
Es normal a tenor de esto, que muchos y muchas de nuestra edad, estemos grillaos. Siempre con la amenaza de las llamas del infierno sobre nuestra conciencia.
¡Qué bella y esplendorosa la educación sexual de nuestra adolescencia!