El envidioso vive mal, no saborea la vida, todas sus mañanas son un conjunto de grises que van cambiando a negro a medida que avanza el día.
Este tipo de gente, debe sufrir lo suyo cuando ve que a otros, en los que ha puesto el punto de mira, les va normalmente bien. Y lejos de armarse de valor para afrontar los reveses de la vida con sus lógicas limitaciones como ser humano, se mete en su torre almenada para aislarse del mundo, pero eso sí, intentando controlarlo a distancia para hacer daño a quienes tiene envidia.
Es más, a veces hay cobardes que se ponen la máscara de la sonrisa, e intentan un doble juego relacional con las personas por las que sienten una envidia insana, acabando por odiarlas, al mismo tiempo que tienden trampas para desacreditar a esas personas a las que aborrece, un rencor que es un puro reflejo de su amargura, que a la vez está alimentado por su inseguridad y su estupidez patológica.
La sonrisa del envidioso tiene su sello propio, mira directamente a los ojos del envidiado, intentando sonsacar facetas de la vida de éste, al tiempo que te pasa la mano por el lomo.
Es una sonrisa que torna en amargo por la caída de la comisura de los labios. El envidioso tiende a adular en forma de pregunta, esperando un fallo del otro para destrozarlo. Eso sí, por la espalda, porque es un ser cobarde que cuando se le mira a los ojos, se ve una retina totalmente carcomida.
Es por examen oposición, un ciego en la vida y lo peor es que viendo, no quiere ver todo lo bueno que le rodea, porque tiene su diseño de la realidad absolutamente distorsionado.
Generalmente este tipo de gente no es creativa ni es solidaria, es roñosa, avariciosa, insegura, amargada, manipuladora, atormentada por el éxito de otros. Gente que está continuamente cabreada con el mundo.
En fin, esta gente, apañado lo lleva hasta que se muera. Y la vida se les va a hacer muy larga.
Decía Francisco de Quevedo: “La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come”.
Este tipo de personas, nunca son asertivas, no dicen lo que piensan, ni tienen empatía con nadie. Son incapaces de auto-evaluarse y de una forma indirecta, colocan el marchamo insultante creyendo al tiempo que son los únicos y exclusivos poseedores y portadores de su pobre verdad.
Clasistas donde los haya, se sienten bien, sólo con la gente que creen inferiores a ellos, y que pueden manejar, aunque como ya he dicho anteriormente, ese sentimiento envidioso y actitud cobarde, tiene como raíz su endógena inseguridad y sus despreciables sentimientos hacia los logros de los demás.
Muy raramente, dan las gracias por algo, porque se sienten merecedores de todo.
Los envidiosos y cobardes, acaso hayan procesado en su mente y en su alma una entropía, un desorden, que les lleva a tener una vida líquida, unas relaciones sociales líquidas y vacías, un amor líquido, por la pobre mente que les dirige. Un líquido se adapta a la vasija que lo contiene.
El cobarde y envidioso sufre con los logros y éxitos de los demás, creedores de que él o ella no pueden conseguir lo que otro ha conseguido….
Pero, ¿has probado a correr por miedo a caerte?
Decía Miguel Hernández: “Una gota de valentía vale más que un océano cobarde”
Como también expresó Séneca: “No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”
La sana envidia y la valentía (estímulo y superación) nos eleva.
Por el contrario la envidia insana y la cobardía, nos sumerge en un pozo lleno de lodazal.
Que sean Vds. moderadamente felices.