Si el amor mueve montañas, la amistad que lo sustenta, podría mover el universo entero y este, transmutar en tierra fecunda, el abandonado pedregal de nuestro, corazón, para que por encanto brotase la brizna de hierba que como la esperanza, verde y llena de vida, se desarrollase y fructificara en la libre aceptación, la total necesidad del otro, querer vital que con voz quebrada, rota, entonase el poeta ante la desgarradora muerte de quien como amigo, tanto amó: “ Tanto dolor se agrupa en mi costado que por doler me duele hasta el aliento”… “ Quiero escarbar la tierra con los dientes a dentelladas secas y calientes y besarte la noble calavera… y desamordazarte… y regresarte”.

Difícilmente un ser humano podrá expresar tan profundamente sus sentimientos acerca de lo que supuso para él la amistad de un semejante. Este poema de Miguel Hernández, junto al tratado de la amistad de Cicerón, jamás tendrán parangón, no sólo en belleza literaria, sino en experiencias vividas entre personas.

Quizá la palabra amistad, haya sufrido tantos ultrajes como otras, que por su mal uso o su empleo interesado, hayan sido por desgracia vaciadas de su hermoso significado.

Porque el amor, si no tiene como soporte la amistad, el tiempo lo diluye y se pierde como las ondas en un estanque.

El amor humano, en su más amplia dimensión, penetrante y penetrado, lanzado y asido en nuestros corazones, necesita de una candela que permanentemente lo ilumine, con un grueso pabilo, el de la amistad. Y es que el prisma de la amistad, genera el círculo cromático en que como colores primarios y secundarios juegan y conviven, a veces peligrosamente, sentimientos, ayeres y esperanzas.
Es grandiosa la amistad, tanto, que no necesita un dia especial para su celebración, porque su día es siempre y porque el mejor regalo que se pueda hacer a alguien, es ella misma. Sí, ella misma, desnuda, sin montajes banales, sobre todo en un mundo que prefiere pagar con dinero, o en especie, para no tener que estar hipotecados nunca por el agradecimiento acaso necesariamente convertido en obligada y banal amistad.

Nos da miedo usarla ya que no se puede dosificar su entrega, porque entonces no sería plena. Ella es disponibilidad, es darse sin pedir a cambio, es presencia y también ausencia, porque el verdadero amigo es aquél que está presente sin necesidad de ser llamado y ausente cuando no se le necesita. El amigo es el apuntador en una obra de teatro, siempre con el libreto en la mano, vigilante de la memoria de quien hay en escena, es el encuentro hecho regocijo de nuestro ser en la otra persona, es la puerta abierta sin necesidad de ser golpeada y la furia encarnada hacia quien hiere a quien se ama; es amor generosamente derramado en la copa del entendimiento mutuo .

Dice el poeta hindú Khalil Gibran: “ Mírame amigo mío; estudia mi rostro y lee en él lo que quieres saber… y que yo no puedo decir…”

Porque la amistad es silencio, es belleza, es virtud y todas ellas conviven en el mismo recipiente por mor de la primera. Con razón dice el poeta que la amistad, el más ligero cálculo la lesiona, porque cuando se es amigo hay que vivir en un “entente sostenuto”, una cuidada armonía, atentos de no bajar el tono vital que la mantiene como encendida llama de relación recíproca. Y sobre todo a veces contemplación, porque es necesario llegar a ella en un mundo invadido de palabras, de frases, que por sí solas no significan nada si no se las hace realidad en nuestro interior .

Cuando vivimos la Navidad…
¿Cuál de ellas, la Navidad de plazo fijo, o aquella que pueda estar desarrollando en nosotros a lo largo de todo un año un canto a la amistad, generadora de los valores más entrañables y auténticos que pueda tener una persona?

Esta que refiero, para mí, comienza el 1 de enero y acaba cada 31 de diciembre.

Esto me cuestiona y me entristece, sobre todo cuando en este caso contemplo la miseria que “con-lleva” el género humano, por la ausencia de los valores que le debería mover, entre ellos la amistad auténtica.

Porque la amistad, es como la sangre, que acude a la herida sin ser llamada.