Sin duda, San Pablo o Pablo de Tarso, fue una pieza clave para la difusión del mensaje de Jesús de Nazaret, filtrado aquél, eso sí, por la particular manera de entenderlo del Apóstol de los Gentiles, tras la muerte del Nazareno. Y, por consiguiente lo fue para el desarrollo del judeocristianismo de los siglos I y II d. EC. Y del cristianismo posterior, aquél que resultó victorioso sobre los otros movimientos que interpretaban el mensaje de Jesús de manera diferente. Herederos de la línea de Pablo, son los distintos cristianismos imperantes en la actualidad.
Lejos de lo que la tradición de la fe ha difundido a través de los siglos, San Pablo, al igual que Jesús, no tuvo por objeto fundar una religión. El cristianismo se fue configurando de manera paulatina durante los cuatro primeros siglos de nuestra era común. No obstante, es indudable el enorme impulso que dio Pablo a tal movimiento, pero siempre desde el judaísmo, creyendo que el mesías había llegado ya y esperando el fin del mundo, la segunda venida de Jesús y la resurrección de la carne, una visión apocalíptica típica del judaísmo del siglo I.
Pablo cree que Jesús se diviniza una vez muere en la cruz, no antes, momento en el que Dios (Yahvé) lo exalta hasta el cielo junto a él. Serán los seguidores de Pablo, hasta los siglos III-IV d. EC., entre ellos los evangelistas, quienes van divinizando más prontamente la figura de Jesucristo, llegando a considerarlo así desde su bautismo o desde su nacimiento e incluso antes de ser concebido por María. Muchos estudiosos del Jesús histórico coinciden en considerar que Pablo no pretende romper el monoteísmo judío, a pesar de considerar la parte divina de Jesús, aunque otros difieren de tal afirmación, por lo que no hay un consenso histórico unánime al respecto.
Lo que sí parece consensuada es la idea de que San Pablo confecciona un Cristo celestial y no parece ocuparse del Jesús real ni del Jesús histórico; no le es de interés el rabino judío galileo que fracasa en sus prédicas ante los suyos y muere como sedicioso ajusticiado por los romanos. En realidad, Pablo no inventa nada nuevo, se mantiene en una línea ultra religiosa judía de tipo apocalíptico (descrito anteriormente), de corte fariseo, pero sin llegar a militar probablemente en dicha escuela, según se desprende de sus cartas: Si Pablo hubiera sido un fariseo estricto no se sostendrían los datos históricos de Gálatas 1, no hay noticia de que los fariseos en época de Pablo estuvieran fuera de Judea, menos en Asia Menor, tampoco tendría sentido que atacara a Jesús cuando los fariseos simpatizaban, incluso defendían a los “Nazarenos” y no tendría tan buena relación con un saduceo como era el Sumo Sacerdote. Pablo también presenta muchos fallos en su prédica rabínica para haber sido educado en el fariseismo, según Maccoby. Solo en Filipenses 3.5 Pablo se declara fariseo y esto parece una glosa (un añadido) posterior para demostrar el profundo judaísmo previo de Pablo antes de la iluminación (conversión para los católicos) según nos informa Senen Vidal.
El historicismo crítico se está cuestionando muchas aseveraciones que sobre el santo se han hecho hasta ahora. Parece probable que naciera en Tarso (en la actual Turquía) y que entra en escena unos tres años después de la muerte de Jesús; Pablo pudiera ser unos diez años mayor que el Nazareno. No es seguro que permaneciera en Jerusalén formándose como fariseo todo el tiempo que se le atribuye en Hechos de los Apóstoles (Hch 23.6 y Hch. 26.5) y en Filipenses 3.5. Probablemente viajó varias veces a Jerusalén, pero sus estancias fueron cortas, pues llega a decir que no le conocían sus perseguidores. En una de tales estancias, probablemente asistió a la muerte de Esteban (Hch 7: 54-60, Hch 8: 1-3) porque Pablo se dedicó a perseguir a la secta judeocristiana antes de recibir la revelación de Jesucristo, quizá no con tanta intensidad como se manifiesta en el Nuevo Testamento, pues parece que se quisiera hacer más relevante el poder divino de su transformación de lo que en realidad pudo ser. Pablo de Tarso nunca sufrió una conversión, esto es una terminología teológica posterior a sus escritos. Él habla de una “iluminación” y esto es coherente porque Pablo no podía haberse convertido a una religión, la cristiana, que aún no existía. De hecho, los tres relatos de su “iluminación” aparecen en Hechos de los Apóstoles en tres capítulos y de maneras un tanto contradictorias entre sí (Hch 9: 13-18, 22:6-16, 26:12-18)
En este acto de iluminación, lo más novedoso, aparentemente, es la orden que recibe Pablo de predicar la venida del hijo de Dios no sólo a los judíos, si no también a los gentiles, pero ¿por qué predicará Pablo a los gentiles? Lo analizaremos más adelante.
Se saben pocos datos más con certeza de la vida personal de Pablo. Sólo a través de sus siete cartas certificadas como suyas y datos plausibles que se pueden desprender del resto de libros de Nuevo Testamento (Hechos de los Apóstoles es quizá el menos fiable), conocemos de Pablo que vivió muy intensamente su judaísmo en el mesías, esperando la inminente llegada del fin del mundo (1Tes 4:13-17; 1Cor 7:29) También se apunta la posibilidad de su muerte en Roma aunque hay dudas que fuera por decapitación; se atribuye que pudo ser alrededor del año 67 d. EC. También parece improbable que el Santo hubiera viajado a Hispania para predicar.
No sabemos si conoció o no a Jesús en persona y si lo hizo, en aquel momento no se trataba de un personaje relevante para San Pablo, por lo que no parece que contactara con él.
Estudios recientes apuntan a la posibilidad de que el Santo sufriera algún tipo de enfermedad neurológica, quizá epilepsia, pero queda en el terreno delas hipótesis por confirmar.
¿Pero, que hace que el cristianismo de Pablo destaque del resto de cristianismos perdidos o derrotados de los primeros siglos de nuestra era? Varios son los condicionantes que se tratarán de resumir:
Pablo desarrolla su prédica en un mundo greco romano donde un sector minoritario de la población, pero importante por su clase social, está necesitado de una vía espiritual que lo encamine hacia la salvación: Estas personas buscan iniciarse en religiones mistéricas, por el sentido de trascendencia que estas conllevan, para lo cual deben acudir a templos, bastante lejanos normalmente, donde se “iniciarán” con un gran coste de tiempo y de dinero. En cambio, convirtiéndose al naciente judeocristianismo, con sólo creer en Jesús como Mesías y aceptar una parte de la Ley, el problema estará resuelto de manera muy económica; no hace falta hacerse judío. Los paganos convertidos no necesitarán hacerse circuncidar como los judíos obligados en el Génesis 17.1-14 y 17.23-27, como lo apunta Pablo en: Romanos 2.25-29, Romanos 3.30, Romanos 4:9-12, 1Corintios 7.18-19, Gálatas 5.2-6, Gálatas 6.12-13, Gálatas 2.11-16, Gálatas 2.3-5. Ni guardar precepto de alimentos que exige el Antiguo Testamento en Génesis 9.4, Levítico 11.1-23, Deuteronomio 14.3-21 e Isaias 65.4, como dice Pablo en: Colosenses 2.16-17 y 20-23, 1Timoteo 4.3-6, 1Corintios 6.13 y 8.7-13. El naciente cristianismo ofrece unos ritos de iniciación mucho más sencillos, pero igual de eficaces que el resto de religiones de misterio de los siglos precedentes al nacimiento de Jesús y a los I y II d. EC.
Por otro lado, Pablo necesita un número indeterminado de paganos convertidos para hacer validar la profecía de Isaias (Is. 56.3-7, 2.2-5, 49.18-23 y 54.1-17) acerca de la la Restauración del Reino de Israel; por eso se dedica a predicar a los gentiles de ciudad en ciudad, principalmente a los que ya eran simpatizantes de la religión judía y se reunían en los aledaños de las sinagogas. Normalmente varones, los que a su vez arrastrarían a esposa, hijos y esclavos a la conversión, aumentando el número de los mismos. Aquéllos eran los más fáciles de convencer por lo dicho anteriormente sobre la circuncisión y los alimentos: Participarían del Reino de Dios y de la salvación eterna sin tanto esfuerzo como le supondría hacerse judíos. Jesús trae la Ley del Amor, según Pablo, por lo que la circuncisión carnal será sustituida por la espiritual. Existen antecedentes sobre la circuncisión espiritual ya en el Antiguo Testamento, por lo que Pablo no cree que esté incumpliendo la Ley: Deuteronomio 10.14-16, Jeremías 4.4.
Es un “chollo espiritual”, perdonen la expresión, en una época convulsa en la que la mayor parte de la población gentil ni siquiera se planteaba la posibilidad de resurrección. La relación con la divinidad era un “quid pro quo” (un intercambio), llevarse bien con los dioses para que estos no perturbaran la vida de la persona. Pablo propone que con el ritual del bautismo, quién muere simbólicamente con Cristo, resucitará al salir del agua (Marcos 16.15-16, Hechos 2.38-41, Hechos 8.12-25, Hechos 9.19, Hechos 10 1-48, Hechos 18.8-11, 1Corintios 1.13-16, Romanos 10.9. No cuesta nada y se asegura la resurrección real tras la muerte y la venida de Jesús.
Además de la facilidad para la conversión, el éxito de Pablo y de sus seguidores también radicó en el “boca a boca”. Como dice el profesor Piñero, no se cambia uno de religión por vender un producto nuevo con discursos, si no por convencer a los más allegados y estos, a su vez, a sus allegados. Ponemos de ejemplo a Mahoma o a Joseph Smith: Primero se convierten familiares, amigos, etc. Además, mejor si el concepto de religión no cambia demasiado, como ocurrió en España tras la libertad de culto en la década de los setenta del siglo XX; las mayores conversiones fueron a otras religiones o sectas cristianas.
¿Pero por qué se extiende el cristianismo por todo el mundo helénico y con un enorme éxito si Pablo no pretende fundar una nueva religión?
Lo veremos en el próximo capítulo si ustedes tienen a bien seguir leyendo.
PARA SABER MÁS:
– Antonio Piñero (2015) Guía para entender a Pablo de Tarso. Ed. Trotta.
– Antonio Piñero (2021) Los libros del Nuevo Testamento. Ed. Trotta.
– Bart D Ehrman (2003) Cristianismos perdidos. Los credos proscritos del Nuevo Testamento. Ed. Ares y Mares.
– Hyam Maccoby (1991) Paul and Hellenism. SCM Press. (Descatalogado) Citado pro el Profesor Piñero.
– John Dominic Crossan, (1998) El Nacimiento Del Cristianismo. Ed. Sal Terrae.
– Senen Vidal (2008) Iniciación a Pablo. Sal Terrae.
– Wilfredo Villa Martínez (2018) Bautismo y predicación a la luz de San Pablo. Universidad Pontificia de Comillas.