Un día de octubre de 2.021 aparecía una vez más en la tele Rafael Vera explicando su manera de entender la defensa de la seguridad pública. Escuchando sus palabras, vino a mi memoria la imagen de Segundo Marey, anciano demacrado tras su liberación por los GAL, o grupos antiterroristas de liberación. Dichos grupos se habían organizado, siendo Secretario de Estado de Ministerio del Interior Rafael Vera, para combatir a ETA con sus propias armas, esto es con el terrorismo de Estado. Ese modo de proceder es contrario a la democracia y a la Constitución en cualquier país, ya que abriría la ley de la selva poniendo en peligro la ciudadanía. Como consecuencia de ese y otros posibles delitos, Vera y otros cargos del mencionado ministerio fueron detenidos y juzgados. Las distintas jornadas de este importan proceso fueron seguidas por periodistas y escritores. En mi biblioteca encontré un libro en que Muñoz Molina y Bonifacio de la Cuadra, escritor y periodista respectivamente daban cuenta de lo sucedido. Se trata de “La Puerta de la Infamia” obra del primero con prólogo del segundo y editado en Úbeda, ciudad de ambos. La visión, por distanciada y literaria no exenta de información que el autor de “El jinete polaco”, me llevó a trascender el asunto más allá del mismo, e incluso de España, como llega a insinuar el señor Vera. En el prólogo, De la Cuadra, cronista de “El País” completaba los aspectos más detallados quien estaba en primera línea. Han pasado bastantes años y sucesos y conviene que aquellos hechos y las nuevas declaraciones se relacionen con rigor para no llamarnos a engaño.
La reaparición pública del ex Secretario de Estado de Interior en el gobierno de González ya la había relacionado, no sé si de manera acertada, con otros hechos dentro del PSOE. Estaba reciente el “congreso de la unidad” en el que se echaban pelillos a la mar por el enfrentamiento de aquel “no es no”, volvía Felipe y se descabalgaba a Ábalos. Se retomaba la “socialdemocracia” y el ocurrente Guerra dirigía sus humoradas a favor de Sánchez. En ese contexto era comprensible la declaración de Vera y de alguna manera para exonerar al ex ministro Barrionuevo y al propio González que las malas lenguas habían señalado como señor X. Y es que ese episodio del terrorismo de estado o guerra sucia había contrariado mucho a Vera y sobre todo sus citados mentores. No debe olvidarse la encendida defensa que, pese a las sentencias judiciales, se hicieron de los encausados, las peticiones de indulto, así como el conjunto de delitos por los que se juzgaban y las penas que al final cumplieron. Veamos, ante la memoria de pez que propician los medios de comunicación este episodio de aquella transición.
El socialista Rafael Vera Fernández-Huidobro, 7-2-1945, empezó a trabajar en la seguridad pública en 1.981 en Ayuntamiento de Madrid para seguir en distintos cargos hasta 1.994 en que acaba su servicio como Secretario de Estado en 1994. Tras un largo proceso, fue condenado en 1.998 a diez años de prisión por el secuestro de Segundo Marey y un delito de malversación de caudales públicos para financiar al grupo terrorista GAL, Grupo Antiterrorista de Liberación, para la “guerra sucia contra ETA”. Un indulto parcial del gobierno Aznar rebajó su pena a tres años de prisión. La sentencia condenatoria inicial fue confirmada por el Constitucional ya que tanto él como el ministro Barrionuevo aparecían como máximos responsables de los GAL. El Supremo en sentencia del 19-10-2.004 confirma la del Constitucional fijando la pena en 7 años de prisión reconociendo la sustracción de más de 600 millones de pesetas y dictando la devolución al Estado de las fincas compradas. González, Barrionuevo y Corcuera piden un indulto que es desestimado. Ingresó de nuevo en la cárcel en febrero 2.005. En 2006 accedió al régimen de semilibertad y poco después a tercer grado. En 2.007 la Audiencia de Madrid lo vuelve a condenar por el caso de “los maletines” con 200 millones de pesetas para pagar los gastos de Amedo y Domínguez.
En 2.015 Vera declaró que la “guerra sucia” fue “una equivocación legal” que alguna “utilidad tuvo”. Tras las condenas del “procés” se declaró en contra del indulto junto a otras personalidades. En octubre de 2.021 apareció en TVE pidiendo que se comprendiera que “había que defenderse de quienes mataban” y lo comparaba con la realidad en otros países. Como se ve, sigue insistiendo, pese a la detallada sentencia, que estaba bien haber hecho la “guerra sucia” y en el empeño haber perjudicado a inocentes como Marey, y causando muertes y violar varias leyes. Esa actitud y actividad llevaron a Vera y a sus cómplices a traspasar “La Puerta de la Infamia”. El que otros lo hagan, como en algunos casos EEUU asesinando sin juicio a Sadam Huseín y Ben Laden, no exculpa este delito, sino que lo agrava al introducir la arbitrariedad y la ilegitimidad de la ley de la selva. Los cuerpos de seguridad, desde sus más altas instancias hasta cualquier agente, se entienden que están al servicio de la ciudadanía y que, lejos de cualquier error humano, no se mezclan en guerra o asunto sucio alguno esperando impunidad. Políticos, jueces, policías, militares, sanitarios, docentes y trabajadores de cualquier actividad o categorías han de ser respetar la propia legalidad que a su vez se entroncan con la común. En todos los colectivos pueden haber conductas contrarias a la acordada legalidad, ante las que cada colectivo en particular y la sociedad en su conjunto ha de actuar reparando la desviación con legítimo rigor. La ocultación ni el corporativismo restauran la legalidad ni el verdadero prestigio de cada colectivo, a la vez deshonra la credibilidad democrática. Romper esa igual sumisión a la legalidad común sería volver a traspasar esa puerta de la infamia.