En los capítulos anteriores, se demostró la existencia de Jesús como personaje histórico, se resumieron los conocimientos que, a través del método histórico crítico, hay de él y se analizaron los criterios de dicho método aplicado al estudio del Jesús histórico. Vimos también algunas cuestiones referentes al Nuevo Testamento poco conocidas por el gran público.

Hoy someteremos al rigor del método histórico crítico algunas escenas claves que forman parte de la tradición cristiana.

En primer lugar hay que decir que no se analizan las escenas del NT de apariciones o revelaciones de carácter mítico y/o legendario porque no son objeto de estudio de la ciencia; son asuntos de la fe, o no fe, personal de cada uno.

Dicho esto, comenzaremos por la virginidad de María y un tema indisoluble del mismo, el de los hermanos y hermanas de Jesús. Tanto el NT, como la Iglesia antigua, hasta mediados del siglo III, no se preocuparon seriamente por estas cuestiones. La virginidad es un tema teológico o mitológico, ya que no es natural tener hijos sin inseminación, sea de la clase que sea.

El NT solo hace referencia a la concepción virginal de Jesús en los dos primeros capítulos, añadidos por los mismos autores, o por otros diferentes (no existe certeza absoluta de ello), según consenso de todos los expertos, en los Evangelios de San Mateo y de San Lucas, ambos de carácter legendario, lo cual parece indicar que se trata de un dogma impuesto por la Iglesia triunfante (a partir del siglo III y en base al protoevangelio apócrifo de Santiago) Era frecuente en la Antigüedad adjudicar hechos sobrenaturales a dioses o fundadores de religiones o a humanos sobresalientes, como es el caso de Alejandro Magno o Pitágoras, por citar algunos personajes reales. En esta ocasión, parecen querer hacerlo coincidir con la profecía de Isaias (7:13-14 “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno”), entre otras, del Antiguo Testamento.

La controversia ha llevado a buscar excusas teológicas acerca de la virginidad de la madre de Jesús: La perpetua virginidad de María no aparece en la Biblia, Mateo 1:25 nos dice, “Él (San José) no tuvo relaciones con ella hasta que ella dio a luz un hijo, y él le llamó Jesús.” José y María no tuvieron relaciones sexuales hasta después de que nació Jesús según San Mateo. El mismo evangelista (Mateo 13:55-56) nos dice “¿No es Él (Jesús) el hijo del artesano (carpintero, albañil o constructor)? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros?” Quienes hablan piensan en Jesús como hijo de José y de María, y con hermanos y hermanas. Mateo en 12:46 nos dice también, “Mientras Él (Jesús) aún hablaba a la gente, su madre y sus hermanos estaban afuera, queriendo hablar con Él.” Lo corroboran Marcos 3:31.34; Lucas 8:19-21; Juan 2:12; y Hechos 1:14. Todos mencionan a la madre de Jesús con sus hermanos. Si ellos fueran sus primos, como excusa el catolicismo, o los hijos de José de un matrimonio previo, como hacen algunas iglesias ortodoxas, ¿por qué se les menciona con María con tanta frecuencia? La perpetua virginidad de María no puede deducirse de las Escrituras, es una necesidad teológica de siglos posteriores. Filológicamente queda probado que los escritos que se conservan (en griego) podían haber utilizado palabras diferentes a «hermanos y hermanas» para referirse a primos o hermanos de padre.

El Nacimiento de Jesús y los Santos Inocentes: Es difícil sostener desde el historicismo crítico que Jesús nació en Belén. Queda avalado por todos los eruditos, sean confesionales o no que lo hizo entre los años 7 y 4 a. EC., eso sí (año este último en el que muere Herodes “el Grande”). Y que fue un error, o un hecho deliberado, del monje Dionisio el Exiguo, que estableció el nacimiento de Jesús en el año 1. En época de Constantino, se establece el día 25 de diciembre como fecha del nacimiento, coincidiendo con la fiesta pagana del Sol Invicto. En tiempos de Tiberio, quien hace del cristianismo religión oficial, se acentúa esta tradición, en ambos casos para facilitar la conversión de la población romana.

La excusa de ir a Belén a censarse por parte de José y de María no parece muy plausible, pues el único censo cercano a la época datado es el de los años 6-7 d. EC.

El historiador judeorromano Flavio Josefo, nacido el 37 d. EC., es la fuente no cristiana de la época más verosímil y después del filtrado correspondiente por parte del método crítico, quitando todas las capas teológicas de sus textos, añadidas por el cristianismo posterior (como señala el profesor Piñero) no cita en ninguno de sus escritos la “matanza de los inocentes”. Sí habla de lo sanguinario que fue el rey Herodes, por lo que no hubiera tenido reparo en mencionar tal evento.

Muchos estudiosos creen que se trata de un relato legendario para equipararlo a la muerte de los primogénitos del Antiguo Egipto relatado en el Éxodo (1:16) del Antiguo Testamento. El profesor Piñero dice que se trata de una historia teológica que ofrece un relato verosímil a ojos de los creyentes y que, de ser cierto lo que dice San Mateo, hubieran muerto en Belén entre 7 y 20 niños, habida cuenta de la población que tendría entonces (no más de 1000 habitantes) y no como la liturgia bizantina propuso de 14.000 infantes o la iglesia Siria, que habla de unos 64.000 niños asesinados.

La matanza de los inocentes aparece en los apócrifos como en el Protoevangelio de Santiago (22:1) el Pseudo Mateo (27:1) o el Evangelio de Nicodemo (9:3). Hasta el Siglo IV no comenzó a conmemorarse litúrgicamente.

Un hecho, más folklórico que exegético, es la presencia del buey y la mula en el Portal de Belén. El profeta Isaias los anuncia en el capítulo 1, versículo 3 de su libro. Los Evangelios canónicos (Marcos, Mateo, Lucas y Juan) no hacen ninguna referencia a los animales en cuestión; aparecen en el Pseudo Mateo 14 (Evangelio apócrifo escrito alrededor del siglo VIII d. EC.) Fue San Francisco de Asís, a través de Giovanni Velita, señor de Greccio y amigo del santo, quién introdujo a las bestias en el Belén allá por el año 1223, amparado en la profecía mencionada de Isaias, según nos informa Joseph Ratzinger. A partir de esa fecha, comenzó a extenderse en Navidad la puesta en escena del conocido Belén.

Siguiendo un orden cronológico de la vida de Jesús, analizamos el episodio de los Reyes Magos: Solo en el Evangelio de San Mateo aparecen los magos de Oriente sin especificar número ni que fueran reyes. (Mt 2:1-2): «Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?» (Mt 2:11): «Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra».

En el siglo III d. EC. se estableció que pudieran ser reyes, hasta ese momento solo se consideraban personajes pudientes y también que el número fuera de tres, uno por regalo. Las iconografías hasta esa fecha representaban dos, tres o cuatro magos, e incluso la Iglesia ortodoxa Siria y la Iglesia apostólica Armenia aseguraban que eran doce, como los apóstoles y las tribus de Israel.

La palabra «mago» (del persa ma-gu-u-sha) significa «sacerdote». Llegó al griego como μάγος (magos, plural: μάγοι, magoi), refiriéndose a una casta de sacerdotes persas o babilonios, que estudiaban las estrellas (astrólogos o astrónomos) Del griego pasó al latín como magus, plural magi/mágui/ de donde llegó al español mago.

Los nombres de los reyes datan del siglo XV d. EC. y en España se comenzó a celebrar la noche de Reyes como fiesta infantil, con regalos, a partir de 1866, imitando lo que se hacía en otros países con la figura de San Nicolás.

Concluimos hoy con el episodio de la huida a Egipto de la Sagrada Familia, episodio más teológico que histórico según los eruditos del Jesús histórico. Solo aparece en el Evangelio de Mateo (Mt 2:13-15). El profesor Antonio Piñero, con respecto a la estancia de Jesús y su familia en Egipto dice que no lo sabemos. «Probablemente no. No encaja con los otros datos de su vida y lo que aparece en el Evangelio de Mateo es mero material legendario»

PARA SABER MÁS

– Antonio Piñero y colaboradores (2009) Todos los evangelios: Traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos. Ediciones EDAF.

– Antonio Piñero (2021) Los libros del Nuevo Testamento. Ed. Trotta. – bibliaparalela.com (varias Biblias online)

– Charles Perrot (1980) Los relatos de la infancia de Jesús. Ed. Verbo Divino.

– Huston Smith (199) Las religiones del mundo. Ed. Kairós.

– Joshep Ratzinger (1983) El rostro de Dios. Ed. Sígueme.

– Raymond E. Brown (1982) El nacimiento del Mesías: Comentario a los relatos de la infancia. Ediciones Cristiandad.